CAPÍTULO 33. RESIGNACIÓN Y BODA.

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Jórdan despertó llevando se la mano a las cien sentía mucho dolor de cabeza, acusado por la embriaguez de la noche anterior. Abrió los ojos y con la mirada pérdida en la nada, y a su mente llegó el recuerdo de lo que pasó en el aeropuerto.
Se levantó fue a baño y bajo la lluvia artificial cerró los ojos y se dejó rodar hasta el suelo, dio golpes contra el suelo causándose daño en sus nudillos, se sentía miserable.
— Si no le hubiera dicho semejante mentira, hoy estarías conmigo mi cielo, no te juzgo, no te culpo,  te sentías con derecho a rehacer tu vida. ¡Aaaah! —Un grito desgarrador  salió de su pecho sintiendo liberar un poco su dolor. Después de estar por dos horas bajo la lluvia artificial y sentado en el suelo, se puso de pie y salió, se cambió y bajó las escaleras para ir a su oficina que tenía en casa.
Sumergido en el alcohol pasó un mes, cada día Ginevra y Giorgia golpeaban su puerta.
— Déjame solo, no quiero hablar ni escuchar a nadie.— Era la respuesta que daba. Álvaro cómo cada día llegaba a ver a sus hijas e intentaba hablar con él, cosa que le resultaba imposible.
— Papá, por favor, ayuda padre, no nos escucha, no quiere salir de ese estado, se va a enfermar. — Pidió Giorgia con lágrimas en los ojos.
— Hija, él está tratando de sanar sus heridas, anestesiar su dolor en el alcohol, lo comprendo, así estuve yo cuando descubrí que amaba a Carla y la había perdido. Después de mitigar un poco el dolor, decidí salir al mundo y buscarlas. Así saldrá Jórdan cuando él vea que esta listo para seguir con su vida y aceptando que la perdió, saldrá, denle tiempo.
Ginevra escuchó sin pronunciar una sola palabra, miró a Álvaro y sintió pesar al escucharlo decir que pasó por lo mismo, veía como sufría Jordan, imaginó que así estuvo Álvaro, solo, comprendió que nadie es perfecto, y vio como su padre, Jórdan había perdido a la mujer que amaba por una mentira que el mismo dijo, se puso de pie y caminó y estuvo frente a  Álvaro. Lo miró fijamente a los ojos.
— Papá, perdóname, Perdón por juzgarte duramente, soy muy joven para entender las estupideces que los adultos cometen, dejándose llevar por las emociones, y veo que mi padre hizo lo mismo que tú hiciste una vez con mi madre, Jordan no escucho a Julianne y Álvaro no escuché a Carla, y ahora está viviendo las consecuencias de su error, así como las viviste tu,
— Así es hija, pero al final las encontré.
— Y cuando papá salga a esa depresión será diferente. Tú pagaste tú precio, nos encontrarte, ahora dejaste todo para estar aquí, con nosotras, y eso lo valoro mucho. Pero el no recuperará nada.
Ginevra se abrazó a Álvaro y este respondió a su abrazo.
— Perdóname padre, perdón por ser dura contigo.
— Tranquila mi niña linda, yo sabría esperarte la vida entera de ser necesaria por tu tiempo, ustedes son mi vida entera, ustedes tres,  Jisso, aunque ya ella es una mujer adulta será siempre mi princesa grande así como ustedes mis princesas chiquitas, y les tengo una sorpresa.
— ¿Cual papá? — Preguntaron al unísono.
— Tendrán un hermanito o talvez hermanita. Atike está embarazada.
Ginevra y Giorgia se abrazaron a él.
— Felicidades papá, me alegra mucho.
—  Un momento, ¿Como? Atike fue despreciada por ese desgraciado solo por.... — Analizó Ginevra.
— Pues así tenía que ser para que la vida la traiga a mi.
— Quiero verla papá. — Pidió Giorgia.
Así pasó una semana más y Álvaro estaba tocando la puerta de la oficina de Jórdan.
— Abre la maldita puerta o la tiró a patadas.— Le gritó desde afuera.
Jórdan sentado y con la cabeza inclinada sobre el escritorio, escuchaba siempre a quien llamó a esa puerta sin responder jamás.
— ¡Jórdan! Ya es suficiente, estás sufriendo y estás arrastrando a mis hijas contigo, si estuviera solo te dejara, pero estás arrastrando a mis hijas contigo. Ya sal de esa maldita depresión que tienes. Superarlo.
Jórdan levantó la cabeza y se levantó y caminó hasta la puerta y la abrió.
El aspecto que tenía era muy desalentador, ojeroso, barba tupida y más delgado.
— Hombre, pareces un mendigo, bueno lo eres, un mendigo de amor, así lo fui yo, pero no debemos demostrarlo, yo también lo fui, pero no tenía a nadie a quien arrastrar Jisso era grande, no estaba conmigo y aún así salí de ese estado en el que estaba, tú tienes a tus hijas, están pequeñas, necesitan de ti, nuestras por cierto, cada día las veo muy preocupadas  velando está puerta y a ti, parece no importarte.
— Álvaro, disculpa, me metí en mi sufrimiento y olvide el mundo.
— Vamos hombre, ya a superarlo,  no olvidamos, pero aprendemos a vivir con eso, levántate sal al mundo.
Ginevra y Giorgia estaban tras la puerta escuchando lo que hablaban.
— Mis hijas, creo que por primera vez me olvidé de ellas.
— No lo hiciste por descuidado, no estabas para atenderlas, estabas pasando tu dolor.
— Esta bien, ahora a enfrentar el mundo, ella hizo su vida y yo seguiré con la mía.
Jórdan salió de la oficina seguido por Álvaro, en la sala estaban sentadas, junto a su abuela Katiuska, al verlo corrieron a su lado y se abrazaron a él.
— Papá, Que bueno que ya saliste de ahí.
— Estarás bien padre. — Habló Ginevra.
— Lo estaré hijas, lo estaré, Katiuska, gracias por cuidar de ellas.
— Son mis nietas Jórdan.
Jórdan abrazó y besó a sus hijas y subió las  escaleras y fue a su habitación. Entró al baño, se miró al espejo y la imagen frente a él era irreconocible.  A su mente llegó el recuerdo de las palabras de Julianne.
" No solo soy su esposa, también su mujer"
Y un golpe a puño cerrado rompió en mil pedazos el espejo donde veía su imagen. Su mano sangró, lo miró y caminó hacia la bañera, se sumergió bajo la ducha y la lluvia artificial se llevó no solo la sangre de su mano también un poco de su dolor.
Salió después de estar mucho rato bajo el chorro del agua, ya con la cara limpia y enfundado en un traje a medida, bajó para seguir su vida.
Una semana más pasó, Jórdan se puso al día en todo lo atrasado en sus negocios, y  continuó con su vida, dejó atrás esos dos meses de encierro y sufrimiento extremo.
Mientras Álvaro y Atike visitaban el médico para el control del embarazo.
— Bien señores Sánchez, para tener dieciséis semanas tiene peso y medida normar a su edad,  y aquí podemos ver que será un niño.
Álvaro sintió su corazón explotar de la emoción por escuchar los latidos del corazón de su bebé y por las palabras del galeno.
Álvaro y Atike miraron la pantalla, cuando el médico mostró cada movimiento que hacía.
Atike no dejaba de llorar, y sus lágrimas eran de felicidad.
Luego de escuchar las recomendaciones del galeno salieron para ir en busca de Ginevra y Giorgia, comprarían los últimos detalles para su boda, que sería en una semana.
Y la semana transcurrió entre ajustar detalles y enviar las invitaciones a los más cercanos.
— Madrina, estoy nerviosa.
— Hija, no sería normal si no lo estuvieras, todas las  mujeres en este día nos sentimos así, con las emociones a flor de piel.
— Madrina, gracias por todo lo que me has dado, tú me enseñaste mucho, me diste educación, algo que nunca imaginé tener.
— Mi niña, como no darte todo, si lo mereces, mereces ser feliz y mirate estás esperando a mi nieto, serás mamá, mi amor.
— Si madrina, y no sabes lo feliz que estoy, mi bebé me dio la fuerza para enfrentar el mundo, mi mundo, ese de donde fui expulsada.
— Y al que no volverás mi niña.
Mericci abrazó con mucho cariño a Atike, y terminó de arreglar la tiara con el velo y salieron para ir a la iglesia.
Subieron a la limusina y se dirigieron a la catedral.
Álvaro no estaba diferente, sentía los nervios a flor de piel, Jisso Ginevra y Giorgia reían al verlo temblar como una gelatina parado junto al altar esperando a su futura esposa.
— ¿Será que se arrepintió? Tarda  mucho, — Decía mirando su reloj a cada momento.
— Papá, miras ese reloj cada cinco segundos, claro que vendrá ella te ama igual como tú a ella, es normal que se tarde.— trato de tranquilizarlo  Jisso.
— Papá, ella vendrá pronto, toda novia tarda mucho. — Trató de calmarlo Giorgia.
— Es lógico somos mujeres — expresó Ginevra.
— Hermano, te felicito, se feliz, ahí está llegando tu futura esposa. — Habló Jordan dando un abrazo y ubicándose en su lugar.
Las campanas sonaron y la marcha nupcial se escuchó, Atike bajó de la limusina y afuera la esperaba Fabrizzio para llevarlo al altar.
— ¿Lista para ir al encuentro con el amor de tu vida, mi niña?
— Si padrino, lista para ir por mi amor.
Fabrizzio ofreció su brazo, mientras Mericci daba los últimos toques en su vestido.
— Lo único que lamento, es que Julián no esté hoy conmigo.
— No estés triste hija, ya habrá una explicación de él por qué. ¿Lista?
— Lista madrina.
Fabrizzio y Atike caminaron el pasillo a paso lento, su corazón retumbaba en su pecho de la felicidad que sentia, su sonrisa mi iluminaba su rostro y su mirada era fija en la de Álvaro, que también sonreía.
" Dios que hermosa se ve con su pancita, y es mi hijo que está ahí, gracias por todo vivido, si este es el final de mi vida solitaria, volvería a vivirla nuevamente si el final es el mismo." — Pensaba Álvaro mientras Atike se aproximaba a él.
" Dios, es un sueño hecho realidad, estar aquí caminando al altar para tener mi unión sagrada con mi verdadero amor, valió la pena Atike, se  valió ser rechazada para luego ser feliz, y más con mi hijo, nuestro hijo Álvaro." — eran los pensamientos de Atike.
Ya frente a Álvaro, Fabrizzio puso la mano de allá sobre la de Álvaro.
— El ADN no te hace familia, la familia se forma con amor, respeto y lealtad para quien no está en tu línea de sangre, Atike es mi hija, mi hija de corazón que la vida y dios me dio a esta edad, hoy te la entrego en el altar, cuídala y respetarla siempre.
— Siempre, y con mi vida de ser necesario.— respondió Álvaro mirando a su novia.
Fabrizzio miró a Atike dio un beso en la frente y le habló como un padre a su hija.
— Y tú mi niña, sabes que las puesta de nuestra casa están siempre abiertas para ti. Se feliz hija, y cuida a mi nieto.
— Gracias padrino, ustedes sin una bendición para mi.
Fabrizzio fue a su lugar y el sacerdote empezó con la ceremonia.

Apuesta Por Una Noche  (6to Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora