Esther
Hace dos semanas, que regresé de aquel viaje con Emma y lo único que he podido hacer estos días es extrañar con locura todo lo que viví a su lado esa semana, dormir y amanecer a su lado cada día, es algo que anhelo, quiero que se repita y de ser posible, vivirlo por el resto de mi vida.
Por lo pronto, debo conformarme con verla durante mi hora de comida y aprovechar al máximo los sábados cada instante a su lado, es como si tuviera el tiempo en mi contra, culpa de mi ansiedad sentirme de esa manera.
Mi celular vibra, sacándome de mis pensamientos, sonrío al ver que es Emma quien me envió un mensaje, lo abro de inmediato para leerlo.
Lobito
Amor, te extraño mucho, ya sé que nos vimos hace unas horas, pero en serio, extraño besarte y tenerte solo para mí por varias horas, ¿qué te parece pasar el resto de la tarde a mí lado?
Sonrío por su propuesta, me muerdo el labio inferior y le escribo confirmando, suelto un fuerte suspiro al darle enviar al mensaje.
Sí, mi amor, quiero estar contigo e igual te extraño demasiado, deseo estar envuelta por tus brazos, te amo, mi lobito.
—Ya ni pregunto por esa sonrisita —me susurra Noa.
—Tiene nombre y apellido —le digo juguetona.
—Lo sé, me encanta verte así, amiga —me guiña el ojo y veo como regresa a su escritorio.
Me concentro en mi trabajo para poder terminar mis pendientes, veo como las horas van pasando, no tengo interrupciones solo lo elemental que es entregar unos reportes, contestar unos cuantos correos, hasta que me fijo que tan solo faltan 30 minutos para mi salida, minutos que se van lento, son tan eternos, mucho más por mi urgencia de salir y correr al lado de Emma, la mujer de mi vida.
Al faltar tan solo un minuto para salir apago mi computador y agarro mis pertenencias, salgo casi corriendo de la oficina, pero una voz llamándome me hace detenerme.
—Esther, ¿podemos hablar un momento? —es mi jefe quien llega en el momento más inoportuno.
—¿Es urgente? —por primera vez me atrevo a contestarle.
—No, en absoluto —frunce su entrecejo.
—Entonces, el lunes lo vemos, ahora tengo un compromiso y no puedo llegar tarde, con permiso —sin dejar que me responda, ante su mirada de desconcierto, doy media vuelta y salgo casi corriendo de la oficina.
Camino directo al estacionamiento, me entretengo sacando las llaves que no observo a mi alrededor, al levantar mi mirada, veo como Emma está recargada en la puerta del conductor, cruzada de brazos y me sonríe.
Se mira jodidamente sexy con ese pantalón roto y la playera holgada, unos tenis, pero verla con la gorra hacía atrás y esa sonrisa con la que me mira, en serio que es demasiado para mí, creo que cualquier cosa que se ponga, me hará babear por ella, estoy perdidamente enamorada y no me importa, porque es de ella y nadie más.
Casi corro a sus brazos, ella me recibe con todo el amor del mundo, llena de besos mi mejilla, mientras yo la apretujo y me impregno de su aroma. Ese aroma del que soy adicta y creo que nunca me cansaré de olerlo.
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Prohibido amarnos
RomanceTodo el caos en la vida de Esther, comenzó un domingo cualquiera, cuando iba de compras a una plaza comercial de la ciudad de Puebla. A partir de ese día su vida haría catarsis por ese encuentro tan casual. Nunca se imaginó que comenzaría a cuestion...