Sekiryuutei / Supergirl: Lo mejor del mundo [DxD]

Capítulo 21: ¡El plan para destruir a Excalibur!

Ciudad de Kuoh – Japón

10 de junio de 2017, 09:15 AM

A la mañana del siguiente día, yo, Issei Hyoudou mandé llamar al peón de Sona Sitri para que nos pudiéramos reunir en la cafetería principal de la ciudad de Kuoh.

En un principio no sabía como contactar con él así que se lo tuve que pedir a Rias para que ella se lo diga a Sona bajo la excusa de "necesito hacer contratos con alguien más ya que Kiba no está".

Mientras esperaba a su llegada, pedí una bebida fría con hielo y seguí esperando a que en cualquier momento apareciera Saji.

— Issei Hyoudou.

Saji finalmente llegó y levanté la vista para verlo. Se veía bastante contento con que lo haya llamado.

— Hola, gracias por venir con tan poca antelación.

— No te preocupes por eso. Y bien..., ¿qué necesitas de mí?

Esperé a que él tome asiento y entonces le dije.

— Voy a preguntarles a Irina Shidou y Xenovia Quarta si me dan permiso de destruir las espadas sagradas Excalibur, quiero que me ayudes con eso.

Saji quedó inmensamente sorprendido por mi petición.

— ¿L-Lo estás diciendo en serio?

— ¡Por favor! ¡Te lo ruego!

Se lo pedí al apoyar las manos sobre la mesa agachando la cabeza.

— ¡¡¡ESTÁS LOCO!!!

Gritó saltando de su silla, llamando la atención de las demás personas que también estaban en la cafetería. Al darse cuenta de su reacción volvió a tomar asiento y me habló más despacio en lo que volví a levantar la mirada.

— ¿Sabes lo que me haría mi ama si se entera que me involucré con una Espada Sagrada, porque tú quisiste contratarme para que te ayude a destruir una? ¡Ella me matará sin dudarlo!

Saji estaba muy aterrado imaginando ese escenario.

— Tú no sabes lo que es tener un ama enojada, cuando mi señora Sona se enfada, ella enloquece de verdad. ¡Me niego rotundamente a hacer ese contrato contigo seas o no Seki!

Saji se levantó e intentó huir del lugar, pero algo se lo estaba impidiendo.

— ¿Eh?

— ¿Mm?

Eso me pareció sospechoso, así que me levanté de mi asiento y al mirar quien estaba del otro lado, me sorprendí al ver que se trataba de la pequeña Koneko quien sujetó a Saji detrás de su camisa para no dejarlo ir.

En su mesa había una gran copa de helados y ella estaba a punto de comérselo.

— Imaginé que tratarías de hacer algo así. 

— — — — — — — — — —

Después de unos pocos segundos, traje mi copa con mi bebida fría a la mesa de Koneko y me senté a su derecha, mientras que ella se encargó de que Saji se siente a su izquierda. Él daba la impresión de que en cualquier momento saldría corriendo.

— Realmente me tengo que ir.

Saji insistió tratando de salir corriendo, pero Koneko lo detuvo y lo hizo sentarse de vuelta en su asiento.

— ¿Quieres cooperar con la Iglesia?

Koneko me preguntó mientras me apoyaba el mentón sobre mi mano derecha recordando todo lo que escuché en privado junto con Asia.