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—¡Fuck!— exclamó samantha después de haberse tropezado con algo que estaba en el suelo de su habitación, siempre tenía un desastre en esta.

—¡De que te ries pinche felix! — escuchó al pelinegro reir desde la sala al escuchar su pequeño grito.

Felix se levantó del sillon viendo un par de cajas arriba de su cama, y a la rubia sentada en el piso sobando su pie.

la pareja había comprado una pequeña casa para ambos recientemente entonces estaban en proceso de mudanza.

Felix se arrodillo a su lado con una sonrisa.

—¿Estas bien?— si, ya casi acabo aqui, solo falta mi ropa—sonrió — tienes mucha ropa ¿no crees? — pues si pero que le voy a hacer — besarme— ¿eso empacara todo lo que tengo que empacar?—no, pero te ayudare — bueno, de algo servirá eso—.

Samantha lo acerco a ella besando sus labios — ¿Asi?— dijo ente suspiros — Si, con eso es suficiente, ¿En que te ayudo?—.

Samantha sonrió mordiendo su labio inferior — a empacar esto bruto, ya quiero que sea el dia para llegar a la nueva casa, nuestra casa...—realmente quiero estrenarla—explícame como...— felix sonrió—.

—mejor no te dire nada, sera sorpresa—que divertido— si, ahora vamos a hacer esto rapido para ir a cenar—Yo queria cenar maruchan — bufó samantha molesta, no le gustaba mucho salir, su fama había incrementado y eran un poco incomodas algunas actitudes de sus seguidores hacía felix aun que a el no le molestara.

—Sam, algún día tendremos que salir, quiero unos tacos — el pelinegro hizo un pequeño berrinche viendo el gesto molesto de su pareja— que — ambos empezaron a reir.

—Bueno pues, vamos por tus pinches tacos y regresamos — Ya que— samantha busco entre las cajas sacando un short de ejercicio negro y una camiseta azul de botones de felix.

El pelinegro solo la vió alzando ligeramente una ceja —¿Que?—. Son comodas — no manches samy, te pones hasta mis tenis —.

—Ey, tienes un chingo wey— bueno si pero son mios ¿no?—no — sonrió —.

—mi pregunta es, ¿Como verga te quedan? Tus pies son mas chiquitos que...—¿Mis chichis?— de hecho me gustan asi, entonces no— la rubia rió.

—pendejo — agrego entre risas—¿pues si no? — respondió burlón — bueno, ¿vete para haya no?— ¿por? — pues me voy a cambiar— Ah, voy a fingir que no te e visto todo — aja, me voy a tardar media hora —¿Mejor te ayudo no?—preguntó con picardia y una sonrisa en sus labios.

—¿Que?— dijo al ver el semblante serio de la menor — pues tengo hambre sam, prefiero ayudarte a que te tardes cien años, aparte estas chiquito— chiquito lo tienes—.

Felix abrio la boca sorprendido— no me parece que lo tenga muy chiquito— cruzo sus brazos frunciendo el ceño rapidamente—A ver — me siento acosado mejor me voy—.

El pelinegro salio de la habitacion tranquilamente escuchando como samantha iba detras de el — ayudame felix, si estoy chiquito— una carcajada salio de sus labios al ver que su camiseta de botones se atoro en su cabello.

—pendeja— dijo entre risas sentandola en sus piernas para desenredar su cabello de la camiseta — solo para decirte que me creaste una inseguridad eh—¿Cual? ah, ya, eso que felix, es todo lo contrario y lo sabes—.

—¿Que sé?—no te hagas pendejo — quiero que lo digas — ya, se va a hacer tarde y tambien quiero tacos —dimelo y te suelto—.

Felix tomo su cintura firmemente acercándose a su oido— dilo samy — voy a demandarte suéltame, no lo voy a decir—.

Que quede entre nosotros | Riverduccion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora