XXXIII: Consuelo Oportuno.

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11:00 am.

—Ethan, no estás escuchando nada de lo que digo, ¿cierto?—pregunta Kayla y enseguida regreso a la realidad.

La miro confundido.

—Perdona, ¿qué?—es lo único que digo.

Voltea sus ojos con hastio mientras bufa.

—Sigues pensando en Taylor, ¿cierto?—pregunta.

Bajo la cabeza sin decir nada.

—Tomaré eso como un sí.—se responde a sí misma, posa su mano sobre mi hombro, a lo que doy un pequeño brinco—Tranquilo, lograrás solucionarlo.

—Hoy ni siquiera la he visto, ¿qué te hace creer que podré hacerlo?—cuestiono.

Se encoge de hombros, desviando su mirada.

—Porque si realmente la quieres, no dejarás que se vaya tan fácil.—me mira de nuevo—Mira, no soy una experta en estas cosas, jamás me he enamorado, pero sé que si lo intentas, Taylor volverá.

Suspiro cabizbajo, pero alzo la cabeza al instante.

—¿De verdad jamás te has enamorado?—cuestiono, ella me da una mirada de molestia.

—¿De todo lo que dije, eso fue lo único que te importó?

Desvío la mirada, un poco apenado.

—Disculpa, es que no lo esperaba. No pareces la clase de chica que no se enamora.

—¿Y según tú cómo se ven las chicas así?

Me quedo callado, ella voltea sus ojos.

—De verdad que eres un tonto, no puedo creer que así le gustes a Taylor.—espeta regresando su atención a su cuaderno.

Volteo ofendido.

—¡Oye, no seas grosera!—me quejo, ella ríe.

—No seas tan tonto entonces.—saca la lengua y sonríe.

La fulmino con la mirada y ella al darse cuenta pone su mano sobre mi cabeza y acaricia mi cabello.

—Ya, relájate, Limón Agrio, sólo bromeo.

Gruño.

—Para con ese sobrenombre ya, lo odio.—le ordeno.

Ella vuelve a reír.

—Ese es el punto, bobo.

Abofeteo su mano apartándola de mi cabeza y regreso mi atención a mi cuaderno, ella hace lo mismo y todo queda en silencio.

...

Taylor.

Soy una tonta...

Pasar todo el fin de semana llorando por alguien con quien no tuve nada...

Suspiro, reposando mi cabeza sobre mi mano, encima de la mesa.

Pero me duele tanto...

Se me caen un par de lágrimas.

Las imágenes de Christina sentada sobre Ethan, prendida de sus labios han estado atormentándome día y noche desde aquel momento. No consigo concentrarme en nada de lo que hago porque siempre está ella ahí, en mi mente, recordándome que ganó, aunque no fuera una competencia, ella ganó.

Y él lo permitió...

Suspiro con tristeza y limpio mis mejillas, tratando de tranquilizarme.

Suena la campana que indica la hora del almuerzo. Cierro mi cuaderno y guardo mi bolígrafo dentro de mi lapicera, me levanto de la silla y salgo del salón para ir al comedor, aunque la verdad ni siquiera tengo hambre, así que opto por no entrar y por el contrario me dirijo al patio trasero de la escuela, a sentarme bajo la sombra de ese árbol, ese que me trae lindos y ahora dolorosos recuerdos.

Ethan [Psycho #1] [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora