- 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐈𝐅𝐓𝐘 𝐎𝐍𝐄 -

1K 67 0
                                    

Después de hacer mi maleta con Carlos molestándome por todos lados, nos subimos al coche y pusimos camino hacia la casa que tenían en la montaña los padres de Carlos. Estaba deseando que llegáramos a unos kilómetros de la casa había un pueblo que era lo más bonito que habían visto mis ojos y además era muy navideño, algo que me encanta.

- Ahora que sabes que no vas a pasar las navidades sola te ha cambiado la cara. - dijo Lily en la videollamada que la había hecho para regañarla, pero solo un poquito - Sabía que ha Carlitos no le ibas a poder decir que no.

- Nadie puede decirme que no, tengo un gran poder de persuasión. - dijo Carlos con una sonrisa egocéntrico.

- Estoy segura de que tampoco habrás tenido que insistir mucho. - Lily guiño uno de sus ojos al chico - La tienes loquita amigos mío.

- Es hora de que te vayas Lily, el vino que te estas bebiendo te esta afectando a la cabeza, un besito. - dije antes de colgar la videollamada y dejándola con la palabra en la boca.

Miré ha Carlos con una gran sonrisa, haciendo como si mi mejor amiga no hubiera dicho nada de nada y el no lo hubiera escuchado.

- ¿Cuándo falta para que lleguemos? - pregunté haciéndome la tonta.

- ¿Con que te tengo loquita? - preguntó subiendo y bajando su cejas con gracia - Podía olerme algo.

- ¿Loquita? No, claro que no. - dije mirándole muy seria, todo lo que podía estar - Estas loquita por alguien es mucho ¿sabes?

- Esas palabras no han salido de mi boca señorita, si no de la boca de tu mejor amiga. - afirmo.

- No sabe lo que dice, estaba bebida y ella siempre delira cuando esta así. - dije moviendo mis manos.

- Por eso mismo, dicen que los borrachos siempre dicen la verdad. - Carlos sonrió mientras me miraba de reojo.

Y yo no pude aguantar más y me salió una risilla nerviosa.

- No me tienes loquita, solo me gustas un poco. - le dije apuntándome con mi dedo índice - Tampoco te vengas arriba.

- Creo que mejor me quedo con las palabras que me ha dicho Lily, confío en que sus palabras son reales. - me miro con una sonrisa por unos segundos.

- Esta bien, piensa lo que quieres. - dije mirando hacia delante mientras sonreía - Pero loquita no es la palabra correcta. - dije antes de cruzarme de brazos como si fuera una niña.

- Una hora más tarde -

Por fin habíamos llegado a la casa de los padres de Carlos, era una casa grande, en medio de la montaña y con unas vistas impresionantes hacía la naturaleza.

Salí del coche y Carlos había sacado ya mi maleta. 

Me sentía nerviosa, desde el accidente de Carlos no había visto a sus padres y tampoco se si Carlos le había hablado como estábamos ahora mismo.

- ¿Estas bien? - me preguntó el chico mirándome cuando se coloco frente a la puerta junto a mi.

- Si, solo estoy un poco nerviosa. - dije.

- No te preocupes, eres bienvenida aquí Atenea, no tienes nada por lo que sentirte nerviosa. - me dijo y yo asentí con la cabeza mientras lo miraba.

Entramos a la casa y caminamos por el pasillo hasta llegar al salón.

- ¡Por fin estaís aquí! - dijo Reyes con una gran sonrisa mientras se levantaba del sofá - Estaís muy guapos.

En el salón también se encontraba el padre de Carlos y por su puesto sus dos hermanas con sus respectivos maridos. 

Saludé a todos con una gran sonrisa y con palabras de agradecimiento por dejar que pasara estas fechas con ellos.

- Eres una más de la familia, no tienes nada que agradecer. - me dijo Carlos Sainz padre.

Sonreí ante su comentario agarrándome del brazo de Carlos.

- Os he preparado la buhardilla toda para vosotros, allí vais a estar más cómodos. - hablo la madre del chico.

Miré a Carlos con los ojos abiertos, no sabía que íbamos a dormir juntos, ni siquiera en la misma habitación.

- Subiremos para colocar nuestras cosas y después bajamos para cenar. - dijo Carlos cogiendo su bolsa de viaje y mi maleta para empezar a subir las escaleras.

Yo le seguí hasta que subimos a la buhardilla, donde la cama de matrimonio era más grande de lo que esperaba. Además estaba frente a una gran cristalera desde donde se podían ver todos los árboles nevado, mientras sus hojas se mueven a causa del viento.

- No me acordaba de estas vistas. - dije recordando las primeras Navidades pasadas - Podría quedarme aquí durante días sin apartar la mirada de ella.

- A mi también me gusta la vista que tengo. - dijo Carlos detrás de mi, observando como yo miraba atreves de la cristalera.

Sabía que se refería a mi mirando por la venta, por eso me gire hacia el con una sonrisa tímida.

- No sabía que compartiríamos cama. - dije caminando hasta esta y tumbándome en ella.

- Le dije a mi madre que preferías dormir conmigo. - hizo lo mismo que yo colocándose a mi lado - Pensé que no te importaría.

- No me importa Carlitos. - dije apoyándome en una de mis manos y girándome cuerpo para mirarlo - Solo es que no me lo esperaba, pero esta casa es grande y prefiero dormir acompañada.

- Me alegra de que estés aquí, no te haces una idea de los feliz que me hace. - Carlos se puso de la misma forma que yo y quedamos cara a cara - Te prometo que no te vas a arrepentir de haber venido conmigo, voy ha hacer todo los posible para hacerte feliz. - colocó un mechón de mi pelo detrás de mi oreja - Y no me refiero ahora, me refiero siempre, durante toda la vida, solo quiero que seas feliz a mi lado y que uno de los motivos de tu sonrisa sea yo.

- No tengo dudas en que me puedes hacer muy feliz Carlos. - acaricie su rostro con uno de mis dedos - Deseo con todas mis fuerzas de que eso suceda.

- Yo te prometo que lo haré. - lamio sus labios con lentitud - No quiero que te vayas de mi lado, por que siento que eres la persona que más me aporta, me comprende, me hace feliz del mundo.

Sonreí sintiéndome llena por sus palabras, yo sentía lo mismo por él y sinceramente estaba locamente enamorada de él.

- Yo también lo siento por ti Carlos, eres mi mitad, la mitad que me hace falta para vivir. 

Me acerqué al rostro de Carlos y sin andarme con rodeos bese sus labios con suavidad y tranquilidad. Adoraba sus labios, eran la cosa más perfecta que mis ojos habían visto y podía besarlos siempre que quisiera.

Las manos de Carlos me apretaron hacia su cuerpo intensificando el beso, un beso que era más necesario que nunca. 

Un beso que los dos anhelábamos y queríamos.

Nuestra historia no empezó bien y después las cosas tampoco fueron buenas, pero ahora sentía que esta sería la historia que contaríamos.

- Te quiero muchísimo Carlos. - dice encima de sus labios casi en un murmullo - Eres un pilar en mi vida, uno muy importante.

Carlos me miró con una sonrisa que me robo un suspiro.

- Yo también te quiero pequeña, eres tan espacial. - dijo antes de volver a besarme.

𝐒𝐌𝐎𝐎𝐓𝐇 𝐎𝐏𝐄𝐑𝐀𝐓𝐎𝐑 - 𝐂𝐀𝐑𝐋𝐎𝐒 𝐒𝐀𝐈𝐍𝐙 -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora