𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝙽𝚞𝚎𝚟𝚎

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Denix se removió gustoso, inhalando profundamente el rico aroma que impregnaba el lugar. Era tan delicioso que quedó envuelto en una nebulosa de relajación, sintiéndose como si flotara en una suave nube. Estiró su cuerpo y se obligó a despertar de ese sueño tan placentero.

Con los sentidos aún nublados, se sentó en la cama estirando su cuerpo. Experimentaba una paz completa que nunca antes había sentido.

—Me siento como nuevo —murmuro adormilado.

Enfocando su vista, detalló el lugar en el que se encontraba. La habitación resultó ser espaciosa, y la cama en la que descansaba era enorme. Sin embargo, al estar más despierto, Denix se asustó al no reconocer el entorno; todo le era desconocido. Recordó lo sucedido en el bosque: cómo los rodearon, el trato recibido y el golpe que sufrió su amigo. Este recuerdo encendió una llama en lo más profundo de él. De alguna manera, se vio transformado en un lobo, experimentando una conexión completa con su instinto protector hacia un miembro importante que consideraban familia. Se defendieron instintivamente atacando al enemigo, y lo último que recordó fue recibir un pinchazo en su pata izquierda y soltar un chillido profundo desde lo más hondo de su garganta. Después, todo se sumió en la oscuridad.

Denix se levantó sigiloso de la cama, evitando hacer el más mínimo ruido. Una vez de pie, notó que llevaba puesta una enorme camisa que le llegaba hasta debajo de las rodillas. El aroma que desprendía adormecía tanto a su lobo como a él, quien nunca antes había percibido una fragancia tan deliciosa. Aunque su pecho se llenó de euforia, su instinto de supervivencia prevaleció sobre la concentración en ese agradable olor. Se obligó a apartar su nariz del cuello de la camisa gigante y avanzó con sigilo hacia la puerta.

Tomó el picaporte, girándolo con suavidad para abrir la puerta. Asomó la cabeza, inspeccionando el pasillo de izquierda a derecha, pero no encontró a nadie. Salió cerrando la puerta con cuidado y, mientras caminaba, observó las diferentes habitaciones. Cuadros de paisajes hermosos adornaban las paredes, pero lo que captó su atención fue un enorme cuadro hecho a mano que casi cubría una pared. En él, había tres personas, pero Denix se concentró solo en una. Nunca antes había visto a un hombre tan atractivo: cabellera negra casi llegando a ser azulada, resaltando su rostro marcado y unos ojos negros profundos que se encontraron con los suyos, dejándolo estático. Jadeó sorprendido ante esa mirada penetrante, pero en lugar de sentir temor, sintió una hipnosis agradable. Sus mejillas se sonrojaron y se volvió tímido, encogiéndose en su lugar, pero no apartó la mirada del retrato. Su cuerpo cosquilleaba de emoción, sin entender del todo, hasta que se obligó a apartar la vista hacia la otra persona en la pintura: una señora de avanzada edad, elegante y hermosa, y la presencia de la tercera persona lo dejó en estado de shock. .

—¿E-esta no es Yi…

—Despertaste

La sorpresiva voz ronca proveniente de su costado hizo que Denix diera un pequeño brinco. Se volteó rápidamente, encarando al dueño de esa voz.

Justo iba a despertarte para que comieras —comentó Aker, acercándose a Denix, quien al ver que el desconocido se aproximaba, se pegó a la pared, casi tumbando el enorme cuadro. —Ten cuidado, pequeño, te puedes lastimar —añadió Aker, llegando hasta Denix. Lo tomó por debajo de sus axilas y lo alzó para apartarlo del cuadro, sorprendiendo a Denix, quien no esperaba esa acción. Observó al desconocido acomodar el cuadro, aún sorprendido.

—Y tú ¿quién eres? —preguntó Denix, arisco y recuperándose de su asombro. El hombre frente a él era sin duda el que estaba en la pintura, y en persona resultaba aún más intimidante.

Aker mostró una sonrisa con colmillos filosos. —Soy tu al… Soy Aker —corrigió a último momento, evitando asustar al pequeño Omega frente a él.

ωιʅ𝚍 𝙳єѕтιиу ♡•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora