"𐐛օ 𝚙𝖊օ𝔯 𝒹𝖊 𝗎𝖓ɑ 𝘵𝔯ɑⅈcⅈօ𝖓 𝖊𝓼 𝒒𝗎𝖊 𝖓𝗎𝖓cɑ vⅈ𝖊𝖓𝖊 𝒹𝖊 𝗎𝖓 𝖊𝖓𝖊mⅈ𝓰օ"
Denix fue testigo de ello, cuando su propia familia traicionó el amor y el respeto que él poseía por ellos... Sus verdugos, su padre y hermano mellizo.
Su padr...
—Señor, nos informó de un incendio a las afueras de la manada. Resultó ser la cabaña del antiguo Alfa —anunció un guardia mientras entraba apresuradamente en la base de entrenamiento.
—¡¿Cómo que se incendio!? —exclamó Seth, girándose bruscamente hacia él.
—Patrullamos la zona y encontramos todo reducido a cenizas. Parece que lleva semanas así, pero no hemos podido determinar cómo ocurrió —respondió el guardia, manteniendo la compostura.
—¡Maldita sea! —gruñó Seth, golpeando la mesa con el puño cerrado. Todo le estaba saliendo mal últimamente. No era el lugar lo que le preocupaba, sino lo que contenía—. Había documentos importantes allí, cosas que no debían perderse… y ahora todo está destruido.
Salió a toda prisa, acompañado por un grupo de guardias que custodiaban su espalda con paso firme. Al llegar, la escena era desoladora; lo que una vez fue una hermosa cabaña ahora no era más que cenizas y escombros.
El aire estaba cargado de silencio, roto solo por el crujido del viento. No tenían idea de había provocado el incendio, pero un olor sutil y casi imperceptible en el aire lo delató. Ese aroma avivó algo dentro de Seth, despertando al lobo que dormía en su interior, agitándolo con una mezcla de euforia e instinto.
—Uva… —susurró, el olor de esa feromona, algo tan familiar, lo envolvió.
Pero al pensar en el dueño de ese olor, casi sintió que se estaba volviendo loco. Denix estaba muerto, lo había visto con sus propios ojos. El vacío en su mirada, la ausencia de cualquier rastro de vida… Todo indicaba que ya no estaba.
Pero ese leve destello, esa sensación efímera, lo hizo dudar, aunque solo fuera por un segundo.
No le dio demasiada importancia a eso; lo interpretó como si su lobo lo estuviera recriminando por lo que había hecho. Seth lo reprimió con fuerza, encerrándolo muy dentro de él, aislado y silenciado, evitando que emergiera de nuevo.
Solo salía para lamentarse y llorar por su familia. Era un ser débil, que no necesitaba, y el culpable de mantener a su hermano a su lado.
Nunca amó a su hermano. Solo lo hacía porque su lobo lo obligaba a hacerlo, un lobo que amaba a Denix con locura, arrastrando a Seth con él hacia esos sentimientos que él no compartía.
Todo lo que sentía por Denix era odio, desprecio. El dolor que sintió esa noche al clavarle la daga a su hermano fue fugaz, eclipsado por la intensidad del sufrimiento de su lobo, que se hundió en la desesperación al instante. Eso facilitó que Seth lo manipulara.
Ahora, tenía lo que le pertenecía, sin estorbos que podían interponerse en su camino.
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Bajo el liderazgo de Seth, Ekaia no solo se expandió hacia territorios desconocidos, sino que también volvió su mirada hacia quienes alguna vez fueron sus aliados más cercanos.