El caos se desató. La sala se convirtió en una jaula, atrapando a la bestia en su interior. Si no escapaban pronto, serían devorados… pero salir significaba dejarla libre.
Geb cargó el dardo tranquilizante en un tubo delgado y, sin vacilar, sopló con precisión. La aguja se hundió en la nuca del lobo, pero en lugar de debilitarlo, solo pareció enfurecerlo aún más. La criatura se irguió, imponente, su silueta creciendo con una ferocidad aterradora.
Los guerreros lo rodearon, cada uno con su tubo en mano, lanzando dardos que el lobo esquivaba con una agilidad sobrehumana. Con cada minuto que pasaba, la bestia se volvía más salvaje, la tensión en la sala aumentaba y el sudor perlaba sus frentes.
Geb sacó unas gruesas cadenas y, con un movimiento preciso, las lanzó, enroscándolas alrededor de las patas del lobo. Luego jaló con fuerza, derribándolo con un estruendo seco. La criatura quedó inmóvil y, por un breve instante, pareció que la lucha había terminado.
Pero confiaron demasiado pronto.
Fue su error… y el lobo lo aprovechó.
No previeron el ataque hasta que fue demasiado tarde.
Las filosas garras rasgaron la piel del guerrero más cercano, quien cayó de rodillas, sosteniéndose el brazo ensangrentado. El siguiente recibió un zarpazo en el estómago, y uno a uno fueron cayendo, hasta que solo quedó Geb de pie, con las cadenas en mano, listo para atacar.
La bestia aulló, un sonido que estremeció las paredes y heló la sangre. Las feromonas, espesas y agresivas, lo envolvían como una tormenta sofocante, apenas permitiéndole respirar. Pero no podía permitirse sucumbir.
—Tranquilízate, amigo… No te dejes dominar. Si me escuchas ahí dentro, te pido que vuelvas en sí —suplicó Geb, intentando razonar.
Pero la bestia no escuchaba. No veía amigos. Solo amenazas que debía eliminar.
Con un gruñido, lanzó un manotazo brutal. Geb voló por los aires y se estrelló contra la pared con un impacto seco, un gemido de dolor escapó de sus labios.
La bestia, sin obstáculos, quedó libre.
Sosteniéndose el brazo roto, Geb se levantó con dificultad y cojeó hasta salir de la sala. Desde ahí, vio la silueta de la criatura alejándose… rumbo al pueblo.
—¡Se dirige al pueblo! ¡Todos prepárense para detenerlo! —rugió, con la urgencia vibrando en su voz—. ¡Virdo!
Solo había una persona capaz de detenerlo en este momento. La dosis no había sido suficiente, así que debían pensar con la cabeza fría.
—¡Busca al omega de Aker y dile la situación! ¡Apresúrate!
—S-sí…
En un abrir y cerrar de ojos, el omega desplegó unas majestuosas alas negras y se elevó en el aire, desapareciendo en la distancia en busca del Altaluna.
—¡¿Qué están esperando?! ¡Síganlo! Los demás reúnan a todos y llévenlos al refugio.
꧁༺゚° ☼☽ ° ゚༻꧂
El aire era frío. La nieve crujía bajo sus pies.
Denix avanzaba sin rumbo, sin saber a dónde dirigirse. Algo no estaba bien. No reconocía el lugar, pero tampoco se sentía perdido. Se sintió extraño , como si no estuviera en su propio cuerpo… y al mismo tiempo, sí lo estaba.
Entonces los vio.
A unos metros de distancia, dos figuras avanzaban entre la nieve. Se vio a sí mismo, más pequeño, siguiendo a Seth.
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ωιʅ𝚍 𝙳єѕтιиу ♡•°
Romance"𐐛օ 𝚙𝖊օ𝔯 𝒹𝖊 𝗎𝖓ɑ 𝘵𝔯ɑⅈcⅈօ𝖓 𝖊𝓼 𝒒𝗎𝖊 𝖓𝗎𝖓cɑ vⅈ𝖊𝖓𝖊 𝒹𝖊 𝗎𝖓 𝖊𝖓𝖊mⅈ𝓰օ" Denix fue testigo de ello, cuando su propia familia traicionó el amor y el respeto que él poseía por ellos... Sus verdugos, su padre y hermano mellizo. Su padr...
