ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 -47

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Dos años después…

Ekaia era una manada conocida por su poder y unidad, una fuerza que siempre se respetaba en los territorios cercanos. Durante generaciones, su influencia se había mantenido firme, pero limitada, enfocada en proteger sus fronteras y prosperar en paz. Sin embargo, todo cambio con la llegada de Seth al liderazgo.

Seth no era como los líderes anteriores. Dónde otros buscaba estabilidad, el veía oportunidades para expandirse. Su visión iba más allá de las montañas y los valles que Ekaia había llamado hogar durante siglos. Su ambición era insaciable, y su objetivo, claro; trasformar a Ekaia en un imperio temido y respetado, sin importar el costo.

Y en tan solo dos años su objetivo se iba cumpliendo, bajo su mando y la ayuda de La Sangre Génesis, Ekaia no solo creció en tamaño, si no también en poder militar y recursos. Cada victoria fortalecía su posición, pero también alimentaba el miedo y el resentimiento de aquellos que quedaban bajo su sombra. Ekaia no solo merecía existir, sino dominar.

Ekaia había cambiado. Lo que antes era una manada orgullosa, ahora era un imperio construido sobre sangre y fuego, un reflejo perfecto de su líder; ambicioso, poderoso, y dispuesto a sacrificarlo todo por la gloria.

—¡Soy el supremo señor de este mundo! Y todos los que pisan mis tierras son mis súbditos.

En ese instante, el clamor del público estalló como un trueno, resonando en cada rincón del lugar.

El sol brillaba en lo alto, las calles estaban decoradas con banderas ondeando al viento, los colores del nuevo líder, y la música de tambores y flautas resonaba en el aire, animando a la multitud.

Risas y vítores se mezclaban mientras los súbditos brindaban, celebrando con fervor la llegada de un nuevo amanecer bajo el mando de su flamante gobernante. Mesas rebosantes de comida y bebida invitaban a todos a compartir el momento.

Ocultos entre la multitud animada, un grupo de hombres vestidos de negro se mantenía disperso, moviéndose con cautela. Algunos, estratégicamente posicionados en los tejados, vigilaban desde las alturas, listos para actuar. Habían pasado dos años persiguiendo a su objetivo, y ahora, finalmente, lo tenían a la vista.

Su líder les había dado una orden clara: capturarlo. Pero al ahí verlo, en lo alto, exudando orgullo y satisfacción, irradiando grandeza como si nada pudiera tocarlo, la ira se apoderó de ellos. Ese hombre, responsable de asesinar a la madre de su líder, no merecía seguir respirando. Cada sonrisa, cada gesto de triunfo que mostraba, era una frente directa para ellos.

Cegados por la rabia, ignoraron las instrucciones de su líder. La oportunidad era perfecta, y sus emociones les nublaron el juicio. Decidieron que no bastaba con capturarlo; ese debía ser su final. Sin más vacilaciones, lanzaron el ataque, rompiendo el silencio con la fuerza de su decisión, decididos a acabar con él de una vez por todas.

El estruendo de una explosión desgarró el ambiente, seguido por gritos de terror. El sonido metálico de espadas chocando y las órdenes gritonas de un ataque enemigo rompieron la euforia. El lugar, antes lleno de vida, se convirtió en un caos.

Hombres y mujeres corrían en todas direcciones, tratando de escapar del asalto inesperado. El humo llenó el lugar, y los estandartes del nuevo líder comenzaron a arder, su brillo reemplazado por un fuego voraz que devoraba todo a su paso.

ωιʅ𝚍 𝙳єѕтιиу ♡•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora