𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓣𝓻𝓮𝓲𝓷𝓽𝓪 𝔂 𝓾𝓷𝓸

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No estaba seguro si usar este tipo de ropa era apropiado para la ocasión, pero Yiran insistió en que era normal. Denix aún no entendía cómo era considerado normal llevar ropa tan provocativa en un evento donde habría mucha gente que podría juzgarlo. Además, no se sentía cómodo siendo un Omega con pareja vistiendo ese tipo de prendas tan reveladoras. Imaginarse lo que diría su padre sobre ese atuendo le generaba escalofríos, recordando sus palabras crueles: «Un Omega debería darse a respetar y no vestirse como una puta». Este recuerdo hacía que su valentía para cambiarse decayese. Aunque Aker le aseguraba que estaba bien si él se sentía cómodo.

—De todos modos, no sé cómo va —murmuró desanimado, arrojando las prendas a la cama en un gesto de frustración.

Sin más que hacer, se dejó caer en la cama, exhausto de buscarle el sentido a la prenda. Llevaba un rato intentando comprender cuál era el inicio y el final de esa maldita prenda, pero nada parecía ayudar. A pesar de haberse bañado hace casi una hora, al intentar ponérsela, se encontró perdido. En su frustración, decidió estudiarla detenidamente, sacando conclusiones sobre por qué no debería usarla. En ese momento, solo llevaba una toalla sujeta a su diminuta cintura.

—¿Qué pasa, bebé? —preguntó Aker al entrar a la habitación. El dulce aroma a uva y caramelo de su Omega se percibía opaco, con un toque agrio que alertó tanto a su lobo como a él. Dejó rápidamente las cosas que hacía en su despacho y se dirigió hacia la habitación, de donde provenía el inusual aroma—. ¿Omega, bebé?

Seguía sin obtener respuestas. Iba a preguntar de nuevo, pero se distrajo al observar el cuerpo semidesnudo de su Omega, apreciando la suave piel que parecía brillar. Sus pupilas se dilataron con destellos dorados, una vista magnífica y ardiente para el Alfa, que no dejaba de mirarlo detenidamente. Aker se acercó lentamente a Denix, tratando de no hacer ruido para no asustarlo, ya que parecía absorto en sus pensamientos, sin mostrar signos de haber sentido su presencia.

Aker se detuvo a centímetros de la cama, observando con detenimiento el cuerpo de su Omega, un manjar a sus ojos que despertaba todo tipo de sentimientos lujuriosos. Desde los cabellos blancos aún húmedos hasta los piecitos descalzos, la piel blanquecina bañada de un rubor tierno hacía salivar su boca ante la expectación de su delicioso sabor, despertando sus instintos más salvajes. El Alfa ni parpadeaba ante tan delirante visita, creyendo que hacerlo sería perder el tiempo que dedicaba a apreciar al hermoso Omega que era solo suyo. Su lobo gruñó posesivo ante ese pensamiento, ese precioso Omega era solo suyo, y eso les llenaba de orgullo sintiendo que lo tenían todo con él.

La luna ya les estaba afectando, y su Omega, recién salido de la ducha, no ayudaba con la situación, solo encontrándose con una toalla. Sin hacer ruido, Aker se desplazó por la habitación hasta el tocador, donde tomó un bote de crema hidratante. Con cuidado, planeaba aplicar un poco de crema a esa deliciosa piel. Con el bote en mano, regresó hasta donde su Omega distraído estaba a punto de quedarse dormido, la escena le causó gracia; se estaba quedando dormido sin cambiarse aún.

—Bebé Omega —llamó mientras comenzaba a subir a la cama.

Denix murmuró un "mhm" adormilado, ya que se encontraba entre la seminconsciencia. El agotador debate interno y la lucha consigo mismo le provocaron cansancio, así que decidió rendirse en la búsqueda de los secretos de ese maldito atuendo. Primero, se tomaría un momento para descansar y después se ocuparía de encontrar otra cosa qué ponerse.

—¿Te ayudo a cambiarte, bebé? —preguntó Aker, obteniendo solo un cabeceo de parte de Denix, quien ya tenía los ojos cerrados. Aker se preparó para aplicar la crema, pero se distrajo con la vista de la desnuda espalda sensual de su Omega, tuvo que respirar profundamente para no dejarse llevar por la lujuria echa Omega travieso. Aunque sus ejercicios de respiración no ayudaron mucho a que su cuerpo reaccionara, continuó tratando de mantener el control sobre su cuerpo.

ωιʅ𝚍 𝙳єѕтιиу ♡•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora