𝔘𝔫 𝔥𝔦𝔩𝔬 𝔯𝔬𝔧𝔬 𝔲𝔫𝔢 𝔞 𝔩𝔬𝔰 𝔮𝔲𝔢 𝔢𝔰𝔱𝔞́𝔫 𝔡𝔢𝔰𝔱𝔦𝔫𝔞𝔡𝔬𝔰 𝔞 𝔢𝔫𝔠𝔬𝔫𝔱𝔯𝔞𝔯𝔰𝔢, 𝔰𝔦𝔫 𝔦𝔪𝔭𝔬𝔯𝔱𝔞𝔯 𝔱𝔦𝔢𝔪𝔭𝔬, 𝔩𝔲𝔤𝔞𝔯 𝔬 𝔠𝔦𝔯𝔠𝔲𝔫𝔰𝔱𝔞𝔫𝔠𝔦𝔞. 𝔈𝔩 𝔥𝔦𝔩𝔬 𝔰𝔢 𝔭𝔬𝔢𝔡𝔢 𝔢𝔰𝔱𝔦𝔯𝔞𝔯 𝔬 𝔠𝔬𝔫𝔱𝔯𝔞𝔢𝔯 𝔭𝔢𝔯𝔬 𝔫𝔬 𝔰𝔢 𝔯𝔬𝔪𝔭𝔢𝔯𝔞.
—Pero, ¿es posible romperlo, verdad? —susurró Denix en el oído de Yiran.
—¡Sshh! ¡Cállate! —regañó Yiran, tapando las orejas del cachorro en su regazo—, eso está prohibido mencionarlo. —Señaló disimuladamente al grupito de cachorros que escuchaban atentos el relato.
—Oh, lo siento —se disculpó Denix y continuó meciendo al cachorro en su regazo, abrazándolo. Su aroma a leche relajaba tanto a él como a su lobo. De vez en cuando, su mirada se cruzaba con una oscura desde la lejanía. Cuando Aker le dijo que su mirada solo iba para él, no mentía; aunque parecía estar en una seria conversación con lo que parecía ser un Alfa, sus ojos siempre buscaban los suyos.
Aker y su lobo quedaron fascinados al ver a su Omega cargar con un cachorrito. Su Omega se veía tan encantador con un bebé en brazos, no podían esperar para presenciarlo con una mini copia de sí mismo. Solo el pensamiento casi enloqueció a su lobo y a él, generando un retumbar anhelante en su corazón. Su Omega lucía tan tierno con el cachorro entre sus brazos, y el Alfa simplemente no podía apartar sus brillantes ojos de ellos.
—¡¿Quién quiere jugar a encontrar a su hilo rojo?! —exclamó Yiran, entusiasmando a los cachorros con la sugerencia de jugar.
Los cachorros, emocionados, comenzaron a gritar y abrazarse entre ellos. Luego, se dispersaron corriendo por el lugar, ya que la hora de retirarse se acercaba. Estaban más animados que al principio.
¿Y cómo llegó Denix hasta allí? Se cansó de buscar a Enrik y, finalmente, encontró a Yiran, quien estaba rodeada por los cachorros. Les contaba historias sobre destinos y hilos rojos.
—Muchos aquí no encuentran a su hilo rojo en este lugar, ¿verdad?
—Sí, es triste presenciar su soledad, pero es algo que está fuera de nuestras manos.—Siento que la Diosa Luna es una perra a veces —musitó Denix con desagrado.
—¡Oye, por qué dices eso! ¡Ten más respeto, te va a oír!
—Solo son tonterías, no digo que no exista, pero ella es una perra al amarrarnos a otra persona sin nuestro consentimiento.
—¿No te gusta estar con mi hermano? —preguntó atónita Yiran.
—No lo digo por mí, Yiran, mi Aker es lo mejor que me ha pasado en esta vida, y aunque no fuera mi destino, lo elegiría a él siempre. Por eso mismo lo digo, hay personas que se aman y no son destinadas, pero su amor no puede ser posible porque sus instintos y naturaleza se los impiden. Así como hay felicidad para algunos, para otros es todo lo contrario.
—Mm, por un momento me asustaste —susurró Yiran aliviada— Pero así es la vida y la naturaleza; no hay nada que se pueda hacer. Ir en su contra solo trae consecuencias graves, ¿ya sabes la experiencia, verdad?
Denix lo entendía y por eso pensaba que la Diosa Luna era injusta. Los padres de Aker merecían disfrutar de su amor feliz, incluso si no estaban unidos por el hilo; simplemente lo merecían.
—El padre Omega de Aker, ¿era uno que no tenía destino, verdad? —preguntó, llevaba atorada esa pregunta desde que su Alfa le contó la historia de sus padres, pero no se atrevía a preguntarla, no queriendo entristecer a su Alfa.
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ωιʅ𝚍 𝙳єѕтιиу ♡•°
Romance"𐐛օ 𝚙𝖊օ𝔯 𝒹𝖊 𝗎𝖓ɑ 𝘵𝔯ɑⅈcⅈօ𝖓 𝖊𝓼 𝒒𝗎𝖊 𝖓𝗎𝖓cɑ vⅈ𝖊𝖓𝖊 𝒹𝖊 𝗎𝖓 𝖊𝖓𝖊mⅈ𝓰օ" Denix fue testigo de ello, cuando su propia familia traicionó el amor y el respeto que él poseía por ellos... Sus verdugos, su padre y hermano mellizo. Su padr...