El poder de Seth, que había llevado a Ekaia a convertirse en un imperio temido, comenzó a volverse una carga insostenible para su propio pueblo. Lo que en un inicio eran conquistas de territorios estratégicos pronto se transformó en una macabra cacería.
La obsesión de Seth por dominar no se limitaba ya a las tierras; ahora dirigió su mirada hacia los alfas y omegas, quienes se convirtieron en las nuevas víctimas de su ambición desmedida.
Con la sustancia SG-6x en sus manos, Seth encontró la herramienta perfecta para consolidar su poder. Los alfas capturados eran forzados a integrarse a su escuadrón personal, donde la sustancia alteraba sus cuerpos y mentes, transformándolos en guerreros letales y sumisos, despojados de voluntad propia.
Los omegas, en cambio, sufrirían un destino aún más cruel: eran modificados y convertidos en productos para la venta y el abuso, objetos de placer que alimentaban un lucrativo mercado entre las élites degeneradas que respaldaban a Seth a cambio de estas “mercancías”
La cacería no se limitó a las manadas enemigas. Pronto, incluso los aldeanos de Ekaia comenzaron a vivir con miedo. Nadie estaba a salvo de las garras del líder. Los rumores de familias arrancadas de sus hogares y omegas desaparecidos se extendieron como un veneno, dejando a todos en un estado constante de terror.
El pueblo, que alguna vez había alabado a Seth como el arquitecto de su grandeza, ahora lo veía como un monstruo insaciable.
Las protestas comenzaron, pero Seth las aplastó sin piedad. Para él, no había espacio para la debilidad ni para la disidencia. Los que se atrevieron a cuestionarlo fueron eliminados, mientras que los demás aprendieron rápidamente a callar y a agachar la cabeza.
En la magnificencia de su palacio, Seth reposaba en su trono, la arrogancia impregnando cada movimiento. Alrededor de él, un grupo de hermosos Omegas atendía cada uno de sus caprichos, sirviéndole con una obediencia casi reverencial.
Sin embargo, aquella atmósfera de complacencia fue abruptamente interrumpida cuando un grupo de hombres entró al salón con pasos temblorosos. Apenas cruzaron el umbral, se inclinaron profundamente, sin atreverse a levantar la mirada hacia su líder.
—S-señor… el prisionero escapó —balbuceó uno de ellos, la voz cargada de pavor.
—¡¿Cómo que escapó?! —vociferó, el rugido que brotó de la garganta de Seth resonó como un trueno en la sala, desgarrando el aire, su mirada ardía con un fuego que parecía capaz de consumirlo todo.
Los Omegas retrocedieron de inmediato, temblando bajo el peso de su furia. Con un gesto brusco, Seth los apartó como si fueran meras molestias, ordenándoles con un gruñido que abandonaran el lugar.
El hombre tragó saliva, incapaz de controlar el temblor de sus extremidades.
—F-fuimos a dejarle comida, pero… en un descuido, se transformó y robó uno de los caballos. Lo seguimos, pero… no pudimos alcanzarlo. Más tarde, solo encontramos al caballo abandonado.
Seth golpeó el brazo de su trono con tal fuerza que el eco retumbó en las paredes de mármol.
—¡Inútiles! —espetó con una voz que vibraba de pura furia.
En un movimiento tan rápido que apenas fue un destello, desenvainó su espada. Antes de que el beta pudiera reaccionar, el filo de la hoja cortó limpiamente su garganta.
El hombre cayó al suelo en un charco de sangre, seguido por sus acompañantes, que fueron despachados con la misma implacable precisión.
El silencio que siguió fue ensordecedor, roto solo por la respiración agitada de Seth. Su ira burbujeaba como lava bajo la superficie, amenazando con desbordarse.

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ωιʅ𝚍 𝙳єѕтιиу ♡•°
Romance"𐐛օ 𝚙𝖊օ𝔯 𝒹𝖊 𝗎𝖓ɑ 𝘵𝔯ɑⅈcⅈօ𝖓 𝖊𝓼 𝒒𝗎𝖊 𝖓𝗎𝖓cɑ vⅈ𝖊𝖓𝖊 𝒹𝖊 𝗎𝖓 𝖊𝖓𝖊mⅈ𝓰օ" Denix fue testigo de ello, cuando su propia familia traicionó el amor y el respeto que él poseía por ellos... Sus verdugos, su padre y hermano mellizo. Su padr...