Capítulo 28 Esteban

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Las sábanas envuelven mi cuerpo y mi mirada se mantiene fija en el cristal que da acceso al balcón, en un estúpido intento de ver lo que está a través de el.

No pude dormir en toda la noche; ni siquiera por un par de minutos, mi mirada saltaba de un punto al otro tratando de atrapar el sueño que escapa de mi, aunque no obtuve ningún tipo de éxito.

Mi despertador está a solo unos minutos para comenzar a sonar y mi ánimo empeora al saber que debo estar rodeado de un montón de personas que ni siquiera me interesa o me importa conocer.

Mi cuerpo se mantiene inmóvil, mientras que mis ojos son lo único que realizan algún tipo de actividad.

Me siento en el borde de la cama cuando comienza a sonar el despertador y mi mente no para de pensar en todas las cosas que pasaron ayer, todo fue de mal en peor.

Las escenas del pasado, la nostalgia que se escurría de mi cuerpo junto a toda esa agua; la discusión con mis amigos, el intento de…

Sacudo mi cabeza y me pongo de pie para ir a tomar una ducha, pero cuando estoy a punto de entrar, una de las esferas queda atrapada entre mis dedos.

Cierro los ojos y suelto una respiración ahogada.

Solo olvídalo.

Aprieto mis puños.

Solo olvídalo.

Muerdo mis labios.

Solo olvídalo.

Aumento la presión.

Solo olvídalo.

Mi frente queda sobre la pared.

Solo olvídalo.

Mis nudillos se tornan rojos.

Solo olvídalo.

Dejo una lágrima caer.

Solo olvídalo...

•••

Después de tomar una ducha rápida y terminar de cepillar mis dientes; veo como mi cuerpo se refleja en la superficie del espejo, observando con detenimiento como me vuelvo más delgado con el pasar de los días; nunca fui bueno para esos detalles, pero comienza a volverse evidente.

Mientras que las marcas en mis ojos son mucho más intensas que el color de mi piel y la resequedad en mi cabello se vuelve mas que inquietante.

Después de mirarme por un rato vuelvo a mi habitación y caigo directo al teléfono tratando de olvidar lo sucedido; hasta que llegan un par de mensajes de mi mejor amigo.

Henrick

Ey…

¿Enserio no piensas disculparte por lo de ayer?

Amaury

No tengo porque hacerlo.

Henrick

Estás mal del cerebro.

¡Nos echaste de tu casa!

¿Enserio crees que eso está bien?

Amaury

Les pedí que por favor se fueran, pero lo único que querías era discutir.

Ahora sé que no puedo confiar en ti.

Henrick

¿Qué estás tratando de decir?

Amaury.

Si no puedes mantener un secreto cuando todo está difícil, ¿qué te hace pensar que eres mi amigo?

Dejo el teléfono a un lado y veo como textura de la alfombra se amolda a mis pies; no quiero seguir con esto, no quiero hablar con él ahora, pero en el fondo; sé que debemos solucionar esto en algún momento.

Pero al volver al dispositivo, noto que no está su imagen de perfil y mi último mensaje no ha sido recibido.

Hijo de puta.

Suelto el móvil, que por poco cae al suelo y camino en círculos por toda la habitación.

•••

Camino por el corredor con las manos dentro de los bolsillos y con la mirada pegada al suelo, sintiendo como el agotamiento corre por mis piernas y como un mareo comienza a expandirse trayendo consigo una sensación de vómito.

—Oye, ¿estás bien? —Me detiene Esteban al tomarme por el hombro.

Mi corazón se detiene.

—Por favor, no me toques. —Suelto al apartar su brazo con cuidado.

—Disculpa; no quería molestarte.

Paso a su lado sin dar una respuesta e intento controlar mis emociones.

—¿Amaury?, ¿enserio estás bien?

—¿Acaso no puedes entender que no quiero hablar contigo en este momento? No quiero saber nada de ti, no quiero saber lo que pasa con tu vida y tampoco me interesa lo que pase con ella. —Por más que intente controlar todo lo que siento, con el pasar de los días se me dificulta aún más.

—No sé lo que pasa por tú cabeza y tampoco sé por todo lo que estás pasando, pero no tienes el derecho de tratarme o tratar a alguien más así. Solo porque estés dentro de una burbuja intentando controlar todo lo que pasa, no significa que la vida de los demás sea perfecta en comparación a la tuya.

—Esteban, no sigas —mi voz tiembla—, el único problema aquí soy yo, el único defecto aquí soy yo; el que está muriendo dentro de una burbuja, soy yo. Así que no sigas, por favor.

Lo miro a los ojos por un momento, a esos ojos tan oscuros que se confunden con el negro, a esos ojos que causan un remolino por todo mi estómago, a esos ojos tan intensos que por más que intente evitar siempre están presente en mi mente.

—Debo irme, —me despido al notar que me mira con detenimiento.

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