Capítulo 48 Intriga

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—¿Cómo mierda se te ocurre dejarme en un cuarto solo con Esteban?

—No fue intencional, Nancy quiso quedarse con Olivia, y en mi caso era entre Henrick y Esteban, ¿a quién hubieras elegido tú?

—¡Hubiera elegido al homosexual que le gusta a mi mejor amigo para que no tengan que dormir juntos y pasar una noche incómoda! –Digo más rápido de lo que espero.

—¿Es homosexual?

—¡No! —Estoy gritando de una forma tan aguada que ya no sé cómo describirlo.

—Si lo ves desde otro punto, es una oportunidad perfecta para pasar tiempo a solas y conocerse un poco más.

—¿¡Y si intenta ir a la cama conmigo que haré!?

—¿No quieres ir a la cama con él?

—¡Sofia, no! ¿Quién me crees?

Doy vueltas por el cuarto mientras pienso en lo que haré ahora.

—Si quieres puedo ir yo y tú te quedas aquí.

—No, después pensará que no quiero estar cerca de él.

—¿Y no es así?

Sí, pero no —sigo pensando hasta que llego a algo—, ya, iré con él, no quiero que piense cosas raras sobre mi.

—Eres raro, seguro ya lo piensa.

•••

Acomodo las cosas junto a mi cama y me aseguro de que los vendajes estén bien puestos, me desanima saber que estoy en un lago y que no podré nadar en el por las bacterias que podrían entrar en la herida, o eso fue lo que dijo mi papá en un mensaje.

Bajo la manga de mi suéter y salgo a la cocina en dónde están todos reunidos debatiendo lo que comerán o lo primero que haremos ahora, cada uno opina una cosa distinta y se nos hace difícil llegar a una decisión en conjunto. Pero al final todos decidimos ir a nadar al lago.

—Recuerda que no puedes nadar, —susurra Nancy a mi lado.

—Lo sé…

—No te desanimes, podemos buscar las formas en las que puedas bañarte y no mojar el corte. —Cuando dicen esas palabras y no soy yo quien las pronuncia se siente como una bofetada, un recordatorio constante, un recuerdo que me demuestra que esos eventos nunca se irán. 

—¡Amaury, vámonos! —Grita Olivia al tomar mi brazo.

—Deja me pongo un short y los alcanzo.

—Vale —camina conmigo al cuarto y espera en la puerta— , ¿cómo te sientes? He tratado de darte tu espacio desde lo que pasó.

—Si te digo que estoy bien y que estoy feliz en cada momento del día te estaría mintiendo, pero ya no tengo esa sensación gris corriendo por mi pecho y las ganas de mandar a todos a la mierda.

—Entiendo, al menos es un avance —Dice al quedarse en la puerta.

—El hecho de que esté mejor no quiere decir que debo tener una sonrisa en mi rostro en cada momento del día.

—Eso es muy cierto, pero igual recuerda que nadie te lo pide—se acerca para abrazarme—, ¿nos vamos?

—Vamos.

A nuestro alrededor abunda la vegetación y los colores verdes se presentan en cualquier lugar, en la copa de los árboles, en el pasto del suelo, en el agua, dónde comienzo a preguntarme si es de ese color por el reflejo de las hojas o por otro motivo que desconozco, por suerte no entraré en el.

—No dejes de disfrutar solo por mi, ve con los demás.

—Este viaje lo hicimos para ti, para que tú lo disfrutes, no para que estés solo por ahí.

—Lo sé, pero no es justo que te quedes aquí solo por mi, mira —apunto a un pequeño muelle—, yo me sentaré allí y sumergiré los pies en el agua.

—¿Estás seguro?

—Sí, y mejor hazlo antes de que me arrepienta.

—Cualquier cosa me llamas, —dice alegre antes de salir corriendo y arrojarse al agua junto a los demás.

Camino sobre la madera y me siento en el borde para meter los pies en el agua, mis amigos nadan y se divierten en el lugar, Nancy se acostó en una silla muy larga, Olivia y Sofía flotan boca arriba y Esteban y Henrick hacen competencia a ver quién nada más rápido. Esteban perdió, en más de una ocasión o en todas.

Me quito la playera para no solo broncear mis brazos y me recuesto boca arriba, pero no lo suficientemente por la sensación del sol en mis ojos y el de la madera en mi espalda, así que vuelvo a sentarme y veo como Esteban sale del agua haciendo que la tela del short se adhiera a sus piernas, mientras que su torso descubierto se lleva toda mi atención, comenzando desde su cuello y parte de su pecho hasta bajar por las líneas de su abdomen.

—¿Estás bien? Te ves un poco distraído. —Pregunta al estar frente a mis piernas y muy cerca de mi.

¿Cómo mierda se acercó tan rápido?

—Sí, debe ser el sol, —titubeo un poco.

—Pero no está haciendo tanto.

—¿A qué vienen tantas preguntas? —Intento reírme para que no se note mi evasión ante el tema.

—¿Estás bien con que yo haya venido? Te noto un tanto raro.

—Hace unos días te confesé que me gustabas, ¿en serio crees que no quería que vinieras?

—No, y eso explica porque me mirabas de forma tan descarada hace un momento. —No puedo verme, pero creo que mis mejillas están rojas y mis ojos abiertos de forma exagerada.

—No era eso, solo veía a Henrick detrás de ti. —Ni siquiera yo creo eso y de alguna manera espero que él lo haga.

—Ambos sabemos que eso no es cierto —dice en un tono que jamás había escuchado en él, tono que genera una fuerte corriente en mis piernas—, mis ojos están acá arriba —señala—, no acá, ni acá, —señala su pecho y luego su abdomen.

—¿Por qué me haces esto Dios? —Llevo las manos a mi rostro mientras mi voz sale más aguada que nunca.

Nota de autor

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Nota de autor

A solo tres capítulos, un epílogo y una nota de autor para terminar con la historia de Amaury, ¿qué tal les ha parecido el libro hasta el momento?, ¿qué les parece la evolución del prota?

Solo quedaron recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora