Capítulo 23 Seguro

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Creo que lo único bueno de todo esto es que mis amigos están reaccionando de forma positiva y no con un montón de odio e indiferencia como mi retorcida mente imaginaba.

Cada uno me ha aconsejado de forma distinta y concuerdan en que piense muy bien las cosas y que esté totalmente seguro de lo que siento, pero, ¿Qué debo hacer cuando no sé absolutamente nada?, cuándo todo esto es nuevo para mi, ¿qué opción debo tomar?

La conversación con Olivia fue muy incómoda y estuve inseguro la mayor parte del tiempo, siento que hay cosas que debí dejar para mí solo; hay cosas de las que me arrepiento, pero no hay un manual para hacer esto, o una forma correcta de hacerlo.

Y lo peor de todo es la confusión que este tema trae consigo; no estar totalmente seguro de algo y dudar en cada momento y cada instante que pasa, se vuelve agotador y genera esa sensación se pánico que se niega a irse.

De nuevo en mi casa noto que todos están durmiendo, de cierta forma me alegra que el caos que me ha perseguido desde semanas no los afecte y puedan seguir sus vidas como si nada; pero la sensación de estar excluido no se aleja.

Entro a mi cuarto y la serenidad del lugar se mantiene intacta, me recuesto de mi cama por un momento y arrojo un suspiro mientras pienso en lo que ha pasado en estas últimas horas.

Por primera desde el incidente tomo la decisión y me siento lo suficientemente seguro para acercarme hacia donde está mi libro, me detengo frente a el y paso mis dedos por su cubierta sin alejar mi mirada en ningún momento.

Controlo mi respiración y regresa esa sensación que recorre mi brazo, pero todo esto aumenta cuando suelto ese viejo regalo y me topo con la textura del marco que cubre la foto de mi madre.

No puede verse su rostro, ya que en la fotografía se muestra de espalda mirando como el sol se oculta bajo el océano; por mas que intente sé que no soy fuerte, o no lo suficientemente; ya que una lágrima baja por mi rostro y cae sobre la capa de vidrio que mantiene intacto el papel.

Regreso la foto a su lugar y camino al balcón agitando los brazos a la altura de mis piernas, con una respiración contenida en mi boca en dónde me niego a dejarla salir.

Cuando el frío del ambiente choca con mi piel suelto todo el aire y miro a las personas caminar por la calle en un intento de escape, no me gusta llorar, odio estar en esta posición, con cada lágrima derramada siento como me consumo y me hundo cada vez más.

•••

Han pasado al rededor de dos horas desde que salí y me niego a volver a mi habitación, tal vez ese sea el motivo de mi sufrimiento, aunque sea una idea estúpida me aferro a ella y me quedo acostado en balcón.

Y como la persona terca que soy, vuelvo al mismo tema que da vueltas por mi cabeza como si fuese una especie de droga que me niego a soltar. Aún sigo sin entender como fui tan tonto; por unos momentos me abrí a la posibilidad de que pudiera pasar algo entre nosotros, soy conciente de que no me rechazó pero se siente como si hubiese pasado.

Aún no entiendo porque debo sentir todas estas cosas que corren sin ningún tipo de control, entre nosotros no hubo nada más que una simple amistad, amistad en donde yo quería algo más y ni siquiera sé lo que era.

Nunca antes había sentido estas cosas, nunca había pensando así, ni actuado así, son como un montón de decisiones precipitadas que caen sobre mi.

Las miradas desde el balcón se vuelven cada vez mejores, creo que todos necesitamos un lugar seguro, un espacio en donde podamos escapar de todos, donde podamos pensar, donde podamos llorar; un lugar en donde podamos ser nosotros mismos.

Ese lugar en donde poder estar bajo control, alejado de los demás; completamente en silencio o como mejor te parezca, en ese espacio en que puedas llamar tuyo y creo que este es el mío, ya que me protege de la realidad.

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