Capítulo 26 Tormenta

9 3 0
                                    

El suéter que traigo puesto no me protege de las gotas que caen por todo el lugar, la sensación fría que corre por mi estómago aumenta con las bajas temperaturas que se crean en la ciudad.

Mi rostro está mojado y ya que la intensidad de la lluvia no ha descendido, son miles la cantidad de gotas que se escurren por mi piel.

La música en las tiendas que apenas logro escuchar, los litros de agua que caen sin ningún tipo de freno y los charcos que se han convertido en algo más grande que eso, son quienes me acompañan en esta caminata que no tiene un rumbo fijo.

La mayor parte de mi ropa está empapada, mientras que la humedad comienza a escurrirse por cada parte de mi cuerpo llegando al punto de la incomodidad.

Solo me alegra haber comprado esa bolsa para envolver mi teléfono antes de que el nivel de la lluvia aumentara.

Ha este punto no me molesto en intentar cubrirme, solo camino en medio de la acera mientras que son pocas las personas que siguen en las calles.

No puedo evitar pensar en esa escena en donde el chico camina triste y solo en medio de la acera; y me molesta pensar que estoy siguiendo ese estúpido cliché cinematográfico.

Perfecto, arrojo un suspiro que parecer ser un escalofrío salido de mis labios.

Tengo frío, ya mi cuerpo comienza a temblar sin ningún tipo de freno.

Es como el frío del… accidente.

•••

Las bajas temperaturas que se creaban en el auto llegaban a cada rincón de mi cuerpo, me aferraba a mi suéter e intentaba pensar en otra cosa en un intento desesperado de entrar en calor; pero no logré hacerlo.

—¿Podría apagar la calefacción? —Pregunté al ver el perfil de mi madre.

—¿Enserio tienes frío? —Dijo sin quitar la vista del camino.

A mi madre siempre le gustaban las sensaciones frías, decía ser del 'team cold" en un intento de encajar en la actualidad, pero en ocasiones no le salía del todo bien.

O casi nunca; a decir verdad.

—Ponte el cinturón. —Ordenó.

Con ella nunca pasaba nada fuera de la normal, por eso siempre lo vi como algo innecesario.

—No te pongas así, mi único propósito es protegerte. Protegerlos. —Comentó al pasar la mano por mi hombro.

Quién iba a pensar que ese sería el último momento que compartiría con ella.

•••

Es desgarrador saber que lo único que me queda de ella son un montón de recuerdos.

De todo lo que fue.

De su escencia

De su amor.

Su cariño.

Solo quedaron recuerdos.

Sin ser conciente, me había detenido hace unos minutos en el mismo punto, mientras que la lluvia sigue y el cielo se torna en tonalidades oscuras siendo similar a mi estado de ánimo.

Ahora la tormenta no solo era interior.

Camino directo a mi casa y no tardo más de diez minutos en llegar, aunque no me sorprende ver que aún no hay nadie, a esta hora se vuelve algo extraño.

Me desago de mis zapatos y hago lo mismo con mi suéter y pantalón, la incomodidad que queda en mi cuerpo es la misma y el frío que genera estar en ropa interior es aún peor.

•••

Salgo del baño y mi teléfono comienza a sonar como loco.

Sofia y Henrick están en camino.

No quiero verlos, no quiero estar con nadie, no quiero hablar con nadie, no en este momento.

Amaury

Por favor; no vengan.

Pero fue muy tarde.

—¡Amaury abre la puerta! —Gritan desde el pasillo.

Camino dentro de mi cuarto con inquietud mientras pienso que si no salgo se irían.

—¡Sabemos que estás aquí!

¡Mierda!

Mi corazón late con rapidez y doy pasos pesados hasta llegar al umbral.

—Chicos no los quiero aquí, ¿podrían irse? —Se crea silencio por un momento.

—¿Estás hablando enserio? —Cuestiona Henrick.

—Amaury estamos mojados, ¿al menos podrías abrirnos para secarnos y después irnos? —Esta vez habla Sofia.

—No, yo no quiero irme, —murmura Henrick.

—Chicos en enserio, ahora no estoy bien. —Comento con impaciencia.

—¿Y cuando se supone que estarás bien? —Pregunta él mientras Sofia intenta callarlo— Es agotador que intentemos estar para ti pero siempre nos alejes.

No tengo una respuesta para eso.

—Todos superamos las cosas de manera distinta. Si él necesita espacio, es lo que debemos darle.

—Ya me estoy cansando de todo esto.

—¿Y si te cansas por qué sigues aquí? —Respondo al fin.

—Ya ni siquiera sé por qué.

—Porque somos sus amigos, somos la pareja de tres, ¿recuerdan?

—Cada vez que intento apoyarte y saber cómo estás solo me ignoras, no respondes mis mensajes, no respondes mis llamadas; solo me buscas para consolarte por tus estupideces.

—¡Ya es suficiente! —Grita Sofia al golpear la puerta.

—Si piensas todo eso de mí, es mejor que te vayas. —Digo al apoyar mi frente sobre la puerta.

—La próxima vez que tengas sentimientos sobre Esteban no vengas a llorar conmigo. —Mi corazón se detuvo, Sofia no lo sabe.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Solo quedaron recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora