Capítulo 24 Siluetas

10 4 0
                                    

Creo que ni para estar de huelga tengo la fortaleza que se necesita para cumplirla, después de uno que otro insulto que se llevó el aire y más de una molestia en diferentes partes de mi espalda, me rindo y voy directo a mi cama.

Creo que tal vez sea una muestra o solo un reflejo de mi agotamiento, pero ahora me aferro bajo mis sabanas con la mirada pegada al borde de mi cama en donde se refleja la silueta traslúcida de mi madre. 

Una parte de mi no siente miedo, sé que ella jamás me haría daño; pero la otra piensa en lo irracional que es todo esto, sé que no veo fantasmas, nunca lo he hecho, pero me asusta creer que mi mente está creando todo esto solo para jugarme en contra.

Su silueta se mantiene en un tono blanco con matices moradas; con las piernas cruzadas y con la barbilla apoyada en su mano mirando directo al balcón, es como si fuese una especie de forma creada por la luz.

Mientras esté frente a mí sé que no podré dormir ni un poco y en una reacción en picada, mi corazón comienza a latir con fuerza cuando la silueta comienza a moverse y cuando está a punto de mirar hacia a mí, esta desaparece como si hubiera sido arrastrada por una corriente de aire. 

Evito levantarme, porque el cosquilleo en mis piernas se mantiene intacto, solo me abrazo a las sabanas y miro directo a la pared para caer ante mis emociones.

•••

Mis ojos están un poco hinchados gracias a la noche de ayer; solo espero que no sea tan evidente para que todos sean conscientes de ello. Vuelvo a mi habitación y le echo un último vistazo a Noah antes de salir al instituto.

Mi ánimo no es el mejor, pero aún así me obligo a actuar como si todo en mi vida estuviera bien, como si yo estuviera bien, aunque ya me esté cansado de todo esto, de fingir; de pensar que puedo volver a lo que era antes.

¿Debo resignarme?

¿Debo rendirme?

Creo que si.

Subo el volumen de la música cuando entro al corredor que siempre está lleno; aunque no esté pendiente de nadie, puedo sentir como más de una mirada está sobre mi, trato de ignorarlas y pego la mirada en mi teléfono fingiendo leer algo.

—¡Cuidado imbécil! —Grita Bryan cuando choco con él.

—¿Algún problema? —Me alejo un poco y mi mirada no se aleja de la suya.

—Tú eres mi problema, —comenta al apretar las manos.

—¿Y crees que eso me importa?, —él se acerca mientras que yo sigo en el mismo punto.

—Eres muy valiente, ¿cierto?

—Aléjate de mí.

—¿Qué dijiste? —Está muy cerca.

—¡Qué te alejes! —Grito al empujarlo por el pecho mientras lo veo perder el equilibrio por un momento.

Ya un grupo de personas está al rededor de nosotros y cuando Bryan regresa hacia a mí, Olivia y Esteban se detienen entre ambos.

—Es mejor que te vayas, —dice Esteban al acercarse a él.

Trago en seco.

—¿Pasa algo aquí?, —pregunta la directora detrás de nosotros.

—No —responde Bryan al pasar unos segundos—, solo fue un malentendido.

—Espero que así sea. —Responde la mujer de cabello castaño al hacer señas para que todos se vayan de allí.

—Después hablamos, —susurra Bryan al pasar por mi lado.

Imbécil.

—Amaury —la directora me toma por el hombro— sé que tienes problemas, tú conducta lo demuestra a plena vista; pero no caigas en sus estupideces, sabes que no te hará bien, pagar tú frustración con furia no te hará bien.

—¿Puedo irme? —Pregunto con lentitud al mirar hacia la pared.

—Sí, —responde después de un suspiro.

—¿Estás bien? ¿Te hizo algo? —Pregunta Esteban quien esperaba por mi.

Vuelve ese nudo a mi estómago.

Esa respiración pesada.

—Sí... estoy bien, pero ahora no quiero estar con nadie —y menos contigo— debo irme, gracias.

Me alejo lo más que puedo de él y camino en dirección a los baños.

Me recuesto del lavado y mi concentración se centra en el sonido del agua que sale del grifo, no quería verlo aún, no estoy listo para eso, controlo mi respiración y hago mi mayor esfuerzo por no llorar, para no desmoronarme aquí frente a todos.

Lo intento.

En verdad lo intento.

—Amaury... —la voz de Olivia suena detrás de mi.

No me abraces, por favor; no lo hagas.

Me giro hacia ella y al instante en que ve mi rostro me envuelve en sus brazos, subsiono el contenido de mi nariz y recuesto mi barbilla en su hombro mientras siento las lágrimas caer.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Solo quedaron recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora