Capítulo 22 Habitos

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Abro los ojos y al instante una leve sensación de presión cae sobre ellos, despierto con una pesadez enorme y se me dificulta moverme de la cama; pego mi mirada al balcon y la dejo fija en el por un rato para así lograr despejar mi mente y salir de lo que sea que me pasa.

Al mirar con detenimiento logro notar que está a punto de anochecer y me asusta pensar en lo rápido que corre el tiempo y en lo poco conciente que soy de el, ni siquiera recuerdo si fui a comer hace unas horas.

Luego de arrojar una respiración me incorporo con una sensación desagradable por todo mi cuerpo y me aferro de la superficie que soporta mi colchon, manteniendo la cabeza agachada y recupero un poco del aire que perdí.

—¿Qué sucede conmigo? —Susurro al llevar mi mirada a la alfombra.

Me levanto con lentitud y me aferro a uno de los muebles que está junto a la puerta del baño, camino hacia el lavado y lleno mis manos con un poco de agua para llevarlas a mi rostro. Esto me hace despertar; solo un poco.

Me miro en el espejo por un momento y noto la resequedad en mis labios, la suciedad de mi cabello y los pequeños inicios de acné que corren por mis mejillas.

Es como si todo hubiera llegado de a poco, un puñado de emociones sin sentido las cuales rebasan una especie de frasco invisible saturando el espacio a su al rededor.

De nuevo en el cuarto debato si debo comer algo o solo quedarme aquí adentro, froto mis piernas para entrar en calor y me levanto frustrado gracias a todas las estupideces que pasan por mi mente.

¿Por qué debo sentirme así?

Es como si hubiera terminado una relación de años, como si hubiese dejado escapar al amor de mi vida sin hacer nada para retenerlo y mantenerlo conmigo.

No entiendo. 

Es estúpido.

Soy estúpido.

Sin ser consciente, vuelve esa sensación de llanto pero sin traer consigo ni una sola lágrima, es extraño, soy extraño, ya no entiendo lo que pasa, me siento sobre el suelo mientras que una sensación fría y aireada corre por mi estómago.

Y justo en el momento indicado mi teléfono suena marcando una notificación.

Olivia

¡HOLAAAAAAAA! Se que es un poco tarde pero mi mamá me obligó a ir con ella a visitar una amiga que vive cerca de tú casa, ¿crees que podamos vernos?

Amaury.

Sí.

Respondo casi al instante, tal vez este sea el escape que necesito; Olivia me envía la dirección y dejo mi teléfono en la cama para tomar una ducha rápida.

Dejo mi cabello un tanto húmedo y busco un poco de comida para Noah, pensé que una mascota sería un completo caos, pero siempre ha sido como si no estuviera aquí, lo amo.

En la sala y cocina del departamento se oyen pequeños murmullos que atraviesan las paredes, no logro descifrar si son voces o sonidos que vienen de las tv's que están en sus cuartos. 

Así que lo ignoro, tomo un puñado de frutos secos y salgo para caminar hacia la dirección que envió Olivia, lo bueno es que no es muy lejos de aquí, lo malo; es que ya no hay frutos y tengo hambre.

Mierda.

Se siente un poco relajante salir a esta hora; en dónde la luz de las calles genera un contraste con la oscuridad de la noche y en donde el bullicio de la ciudad disminuye casi en su totalidad, se vuelve reconfortante.

Por mi cabeza siempre pasan muchas cosas, recuerdos pasajeros, pensamientos estúpidos, dramas inexistentes, es como si arrojaras una pelota de goma en su pasillo estrecho y esta rebotara por las paredes una y otra vez, es relajante tener un poco de paz; aunque sea momentánea.

Mi manos van dentro de los bolsillos del suéter y me mantengo distraído mirando el camino; sin ver nada en realidad, solo camino en un intento de llegar junto a la persona que ha creado un lazo conmigo como ningúna había hecho en un plazo tan corto.

Es impresionante.

Una pequeña sonrisa se crea en mis labios cuando logró verla a unos cuantos metros de mí, ella me rodea con sus brazos y yo hago lo mismo.

—¿Estás bien? —Pregunta al notar que el abrazo dura un poco más de lo normal y llega a los límites de la incomodidad.

—No, —por primera en unos cuantos días no miento.

—Estoy aquí, estoy aquí, —repite con calma aún sin alejarse de mi.

—¿Puedo confiar en ti? —Un nudo se crea en mi estómago.

—Por supuesto, pensaba que ya lo hacías, pero no hay drama. —Dice al crear una pequeña sonrisa.

No sé cómo decirlo, esto no es para nada fácil y desearía que no fuese así, no sé cómo reaccionará, como tomará esto, si logrará guardar mi secreto y si al menos seré capaz de revelarlo.

—No sé por dónde empezar, —confieso.

—Por dónde te sientas cómodo.

—Por dónde te sientas cómodo

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Solo quedaron recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora