Capítulo 20 Pesadillas

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En los cristales del auto comienza a crearse una capa traslúcida la cual no me permite ver nada de lo que hay en el exterior. Paso mis manos por la superficie y logro ver cómo todo a mi alrededor corre a gran velocidad.

Me aferro del asiento y me recuesto sobre el para asegurarme de que el cinturón esté bien puesto, no sé que es lo que está pasando, pero la sensación de que en cualquier momento habrá un choque no se va.

Mi corazón late con prisa y mis respiraciones se vuelven tan pesadas que opacan el sonido de todo lo demás, mientras que los espacios y lugares que atraviesa el auto se mantienen en tonalidades moradas y negras.

Llevo mi mirada al asiento del conductor y es ahí cuando noto que voy totalmente solo, cierro los ojos y los aprieto con tanta fuerza intentando pensar en lo que haré.

—No te preocupes amor, todo estará bien.

Una sensación fría se crea en mi pecho y llega directo a mis piernas.

Conozco esa voz.

•••

Despierto con rapidez y me siento sobre la cama arrojando las sabanas sobre el suelo, paso las manos sobre mis piernas y me aseguro de que en realidad estoy en mi habitación, después de unos segundos no puedo soportar más lo que pasa y comienzo a llorar como nunca antes lo había hecho.

Su voz... todo fue tan real, era como si en realidad estuviese junto a mi.

El escalofrío sigue intacto recorriendo mi piel, intento hacer grandes respiraciones para superar todo, pero se me hace cada vez más imposible, froto las manos por mi cabello como un intento de escape, pero aquella voz sigue siendo igual de nítida.

Sin ser capaz de hacerlo desde unos cuantos días, tomo la tela del short y la subo un poco para tener de frente al moretón que provocó incomodidad durante días y al fin soy conciente de que aún no se ha ido en su totalidad.

Este sigue siendo de tonalidades más oscuras que la del color de mi piel y en este se marcan tonos morados y un tanto rojos, no se cuándo pretende irse.

Los maullidos de Noah se roban mi atención y cubro mi moretón como si alguien hubiese entrado a la habitación.

—¿Qué pasó amigo? —Me cuesta pronunciar.

El juega con mis manos e intenta morder mis dedos en más de una ocasión, luego se cansa y se recuesta sobre mis piernas para poder dormir.

—Solo espero que estés bien aquí, que tengas algo mejor de lo que pudiste tener allá afuera, —froto el pelaje de su espalda. 

Lo tengo en mis piernas por un rato hasta que lo tomo y lo llevo a su cama, llegaré tarde, es lo más probable. Tomó una ducha y el agua fría logra llevarse consigo todos esos recuerdos que pasan desapercibidos. Me aferro del vidrio de la puerta por unos segundos para al fin alistarme.

Noah me persigue hasta salir y pienso si debo dejarlo afuera, pero lo devuelvo a la habitación ya que luego será más el desastre el que tendré que limpiar, de cierta forma se me hace extraño, pero es simplemente un hábito que se negó a irse, el lugar se encuentra solo de nuevo, siendo yo el único aquí.

Enciendo los audífonos para conectarlos al teléfono y comienzo a caminar para no perder tanto tiempo, solo espero que este día no termine como comenzó.

El camino al instituto se mantiene relajante y relativamente normal, pero solo me concentro en la música y en los sonidos que corren por mis oídos.

Meto las manos a mis bolsillos y se crea esa sensación pulsante en mis brazos, no entiendo el porque, pienso en entrar al salón, pero como no quiero el típico regaño, camino directo a la cafetería y me siento en una de las mesas alejadas y vacías.

Sofia

¡Hola!, ¿cómo estás?

¿Crees que podamos vernos hoy?, ¡estoy libre!

Leo desde la barra de notificación ya que no es mi intensión entrar al chat y responder, mi ánimo no es el mejor para socializar.

—¡Amaury! —Grita Olivia al acercarse a mi.

Perfecto.

Me abraza quedando su cabeza en mi pecho para luego sentarse junto a mi.

—¿Qué tal va tú día? —Dice al sacar una libreta.

—Bien, —miento al quitarme un auricular.

—¡Wow! Amo esa química, —señala hacia un costado y mueve lentamente mi cabeza.

Tenso mi mandíbula tan fuerte como puedo y a mí rostro llega la sensación que viene después de una bofetada y allí está, la persona que lleva semanas en mi mente, la única persona en la que puedo pensar, la única a la que quiero, besandose con alguien más y disfrutando cada segundo de eso, mi estómago se tensa y apreto mis manos en un puño haciendo el intento de mirar a otro lado, pero ya es muy tarde.

Y aquí estoy, a solo unos pasos de ellos, con una sonrisa en mi rostro para ocultar lo que en realidad siento, aunque ya estoy acostumbrado a fingir, pero siento que estoy llegando a mi límite, como si fuese un cigarrillo que se consume con cada calada.

—Debo irme, —comento sin siquiera esperar una respuesta.

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