Eugenia regresó a aquel edificio tan lúgubre en el que el mismo médico de rostro arrugado y anteojos finitos la esperaba detrás de su escritorio. La escena era tan parecida a la de su última visita que parecía que el hombre no se había movido.-Buenos días.- lo saludo ofreciéndole su mano, que él doctor apretó afectuosamente.
-Buenos días, Señorita Eugenia, es un gusto volver a verla. Pude apreciar su trabajo en la televisión, es usted muy buena.- le dijo el hombre robándole una sonrisa.
-Gracias, no es para tanto, pero gracias.- respondió tomando asiento en la silla que le señalaba el médico.
-¿Y bien? ¿Llegó el informe?- le pregunto curiosa para ir directo al punto, tenía muchas preguntas en su mente y estaba dispuesta a saldar sus dudas con aquel catedrático.
-Si, llegó. Es curioso lo que ocurrió, no dejo de pensar que fue a propósito. Tengo la teoría de que le han pagado a alguien para hacer desaparecer el que estaba en mi archivo y cuando miré el que me enviaron tenía algunos datos borroneados, como si alguien hubiera hojeado mi trabajo y se hubiera encargado que embarrar la cancha. ¿Me entiende no? ¿Le gusta el futbol?- le preguntó con un gesto divertido.
-Más o menos, pero lo entiendo perfectamente. Todo este caso parece embarrado a propósito. No me diga, seguro la parte del embarazo intenta ser ocultada.- respondió comenzando a tomar fotografías de aquel expediente que parecía tener cien años en lugar de dos.
-Si, esa parte, la del traumatismo que le conté y por aquí abajo una que llamó mi atención.- le respondió buscando lo mismo que había escrito tiempo atrás.
-¿Qué se supone que dice ahi?- le preguntó Eugenia intentando descifrar aquel borrón.
-El grupo sanguíneo, es raro, no debería cambiar nada. - le explicó el médico reclinándose en su silla para pensar mejor.
-¿Qué grupo sanguíneo tenía Ingrid?- le preguntó ella curiosa.
-No es el de ella el que está borroneado, es el del bebé.- le aclaró el hombre y Eugenia abrió sus ojos sin comprender.
-¿Qué es lo que indica el grupo del bebe precisamente?- le preguntó tomando una fotografía de aquel sector de la hoja.
-Los grupos sanguíneos se heredan de los padres, existen tres alelos en el gen que determina el grupo, el A, el B y el 0, su herencia es de tipo mendeliana, por eso es facil determinar las probabilidades. - dijo el doctor y ella arrugó su ceño.
-¿En castellano? - le preguntó con una sonrisa de lado.
El doctor se rió y tomó un recetario para comenzar a escribir mientras continuaba hablando.
-Estos son los tres grupos, solo A y B son dominantes, es decir que si alguien es A o B su hijo lo será también. El 0 nunca se expresa. Por ejemplo si la madre es del grupo A y el padre 0, el bebe nunca podría ser B.- le dijo terminando de anotar las diferentes opciones.
Eugenia lo miró comprendiendo finalmente y luego se quedó en silencio pensando.
-Entonces si supiera el grupo sanguíneo de los posibles padres podría descartar a algunos ¿verdad?- le preguntó elaborando una idea en su mente.
-Si, no es una prueba de paternidad pero podría descartar algunas combinaciones.- le explicó el doctor entusiasmado con la idea de colaborar en la resolución de un crimen.
-¿Sabe si hay algún lugar donde figuren los grupos sanguíneos de los habitantes del pueblo?- le preguntó sabiendo que era poco probable.
-Mmm. No querida, eso acá no creo. Pero todo aquel que tenga un carnet de conducir o una libreta de vacunas de seguro lo lleva allí anotado.- le explicó acrecentando las esperanzas de Eugenia de poder acercarse a la verdad.
-Y si tiene un buen fundamento podría pedir una orden para que se determine el grupo de sangre se los sospechosos.- agregó el médico disfrutando de contar con algo de emoción en su monótona vida.
-Si, pero para eso primero hay que tener buenas pruebas para acusarlos.- le respondió apretando sus labios con zozobra.
-Usted es buena señorita Eugenia, se que las pueda conseguir.- le dijo el hombre colocando su mano sobre su hombro de manera paternal y ella respondió con una sonrisa, mientras una nueva y alocada idea cruzaba por su mente.
Se despidió del médico poco después y mientras caminaba por aquel pasillo enorme y frío tomó su teléfono para llamar a Gastón. No quería admitirlo pero siempre había sido la primera persona a la que quería contarle las buenas noticias, también las malas y las intrascendentes. ¿A quién quería engañar? Le quería contar todo, deseaba recuperar esa hermosa relación que los había unido en el pasado. Lo seguía amando.
Llevaba una sonrisa enorme en los labios por el hecho de recordarlo que, sin embargo, se vio completamente desdibujada al mirar su teléfono.
Su pantalla tenía cientos de notificaciones. Mensajes de Dolores, de Sebastián y del mismo Gastón, pero el titular que cobraba mayor protagonismo la obligó a detenerse y apoyar su espalda contra la pared.
Un sentimiento de desazón y pérdida de estabilidad no le permitían pensar con claridad. No podía creer lo que leía, ¿Cómo había sido tan tonta? ¿Cómo había confiado en él de nuevo? Su corazón no quería creer lo que sus ojos veían y sin embargo el dolor del abandono del pasado la llevaba a volver a pensar mal. ¿Acaso todo había sido una mentira? ¿Sería posible que su carrera volviera a ser más importante que su amor?
Una llamada borró aquella noticia de la pantalla y aquel rostro tan irresistible como falso la llevó a presionar la equis roja para detenerla.
Secando sus lágrimas decidió apagar el teléfono y sin pensar con claridad se aventuró a llevar a cabo su descabellada idea. La había pensado con él a su lado, pero ya no podía confiar. Estaba sola, como se había sentido desde aquella partida catorce años atrás, pero no por eso dejaba de ser valiente.
Salió a la vereda en busca de un taxi y se subió con el único deseo de desenmascarar al asesino de Ingrid y marcharse de ahí para siempre. No quería escuchar más excusas, ni más mentiras en tono dulce, ni sentir caricias falsas o caer ante besos camuflados. No de nuevo.
-Voy a la Estancia de la familia Lavalle.- dijo abriendo su libreta para anotar sus conclusiones.
Pero entonces vio un periodico sobre el asiento y nuevas lágrimas rodaron por sus mejillas mientras volvía a leer aquella traición:
EL PERIODISTA GASTON SAENZ DESCUBRE LA VERDAD: EL ESTANCIERO HECTOR LAVALLE ES EL NUEVO PRINCIPAL SOSPECHOSO DEL ASESINATO DE LA JOVEN DE URIBELARREA

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Preguntame lo que quieras
RomanceMaría Eugenia es una periodista en ascenso. Ha postergado todo en su vida para llegar a dónde quiere, por eso no duda en embarcarse en la cobertura del que promete, será el juicio del año en las afueras de la provincia de Buenos Aires. Lo que ella n...