Gastón oyó el disparo y prácticamente se tiró del auto. Reconocía ese sonido, lamentablemente lo conocía demasiado bien.Una sucesión de imágenes que creía haber enterrado en su memoria se presentaron ante sus ojos, como si volviera a estar en aquel campo de batalla. Sin embargo, esta vez el pánico era insoportable, no podía ni siquiera imaginar que algo malo le hubiera pasado, no podía creer que todo era su culpa. ¿Por qué no lo había esperado? ¿Por qué tenía que ocurrir de nuevo?
Avanzaba con pasos grandes sintiendo que otra vez era el que no había recibido ni un rasguño. ¿Cómo la vida era tan injusta? Si al menos tuviera una dolencia física todo el dolor no estaría concentrado en su corazón, que justamente era el sitio que se sentía con mayor intensidad.
Catorce años de soledad le cayeron como una estampida, como un recordatorio de lo tonto que había sido, de como su obsecuencia y su cobardía lo habían alejado de la única posibilidad concreta de ser feliz.
Porque no sabía que hubiera pasado, a lo mejor la rutina, la monotonía, las tentaciones y los vicios los hubieran alejado de todos modos, pero al menos no le hubiera quedado la sensación de haber tirado por la borda un amor vivo, uno tan verdadero que con solo recordar cada beso, cada caricia, cada abrazo lograba conmoverlo.
No estaba dispuesto a que todo terminara de nuevo, necesitaba, al menos, la posibilidad de explicarle cuánto la amaba, cuánto estaba dispuesto a ofrecerle, como estaba dispuesto a darlo todo para recuperar el tiempo perdido.
En su mente no cabía la posibilidad de haberla perdido, no de nuevo.
Saltó la tranquera con agilidad y corrió por aquel camino polvoriento con toda la velocidad que pudo. Sentía su respiración agitada y las gotas de sudor cayendo por su frente, mientras los músculos de sus piernas consumían todo el oxígeno de su cuerpo para moverse cada vez más rápido.
-Papá ¿Qué estás haciendo?- oyó a lo lejos.
Gael regresaba del lago, lugar al que solía ir a llorar a su único amor y al oír la detonación había acelerado su paso para encontrar a su padre con el arma en la mano.
Enfrente estaba esa periodista agachada intentando recoger lo que parecían trozos de un teléfono celular.
-¡Papá! ¡Papá! No hagas una locura.- le gritó intentando acercarse a Eugenia para socorrerla, justo cuando su mirada se cruzaba con la de Juan, quien aún parecía paralizado por la noticia recientemente recibida.
-No te acerques Gael.- gritó Eugenia, no deseaba que nadie más saliera lastimado, Hector parecía tener muy buena puntería, ya que le había disparado al teléfono que llevaba en la mano alzada sin siquiera rozarla.
-¿Qué está pasando? ¿Por qué le apuntás? ¡Papá bajá el arma! - continuaba gritando mientras miraba a su padre con súplica en sus ojos claros.
-¡No me llames así! ¡No soy tu padre! ¡Nunca lo fui, nunca lo sentí y cada vez que te veía me recordabas por qué la zorra de tu madre se había ido!- le gritó modificando la dirección del arma hacia él.
Gael se quedó tan paralizado como Juan. Aquel hombre había logrado abatir a dos personas sin siquiera tocarlas, porque a veces una palabra hiere más que todas las balas del mundo, sobre todo, porque su daño es mucho más perdurable, incluso llega a hacerse eterno y no hay remedio que logré sanar una herida producida por una mentira tan cruel como las que habían alcanzado a aquellos dos jóvenes, que aún teniendo vidas tan opuestas sentían el mismo dolor.
En ese momento no importaba si habían sido ricos o pobres, si su piel era blanca o morena, si estudiaron en prestigiosas universidades o pasaban sus días en el campo exponiendo su cuerpo al sol, al calor, al frío o la lluvia. En ese momento eran dos jóvenes de veintipocos que habían sido engañados por el mismo hombre. Uno que les había arrebatado todo lo que habían creído hasta entonces y por eso no podían moverse, no podían salir del lugar de la desolación y el desamparo, ni siquiera podían volver a respirar con normalidad.
-¿Qué decís papá? ¿Te golpeaste la cabeza?-. Le preguntó Gael sin poder creer lo que oía.
Hector volvió a emitir una carcajada amarga y abrió sus manos con resignación, justo cuando Gastón alcanzaba el césped y volvía a sonreír por verla con vida. El y Eugenia cruzaron una mirada fugaz pero verdadera, en la que sus labios se movieron para confirmarle que la amaba.
Sin embargo, la voz de aquel hombre sonó fuerte y clara para desviar la atención de los allí presentes.
-Siempre fuiste un poco lento, creo que lo mejor que podes hacer es unirte a esa campesina de piernas flojas. Por cierto, que sabrosa era.- le dijo y entonces Gael ya no pudo contenerse. Comenzó a correr para abalanzarse sobre quien había creído su padre hasta entonces.
Sin embargo, cuando estaba por alcanzarlo el hombre comenzó a disparar.
Dos, tres, las seis balas restantes salieron disparadas sin rumbo premeditado, mientras Gael lograba tirarlo al suelo.
Entonces cinco cuerpos terminaron tumbados sobre aquel césped verde justo en el momento en el que aquella lluvia helada de los regadores los bañaba de una realidad demasiado triste donde uno de ellos, finalmente, lograría encontrar verdaderamente la paz.
Una paz que prometía un reencuentro. Una paz que ponía fin al dolor de no poder estar con la persona amada, ese dolor que rasga el alma volviendo los recuerdos pequeñas dagas que se clavan una y otra vez en la mente para recordar que el pasado no regresará.
Porque si un amor es arrebatado cuando aún está vivo deja un hueco que no solo sabe a tristeza, termina siendo tan injusto que se transforma en el más lúgubre de los resentimientos, uno que no hace más que apagar el alma de quien aún debe seguir viviendo en soledad.
Y justamente por eso, aquel disparo se transformó en el último suspiro de agonía, en la última brazada en un mar de lágrimas, en el último latido de vivir con el dolor de la pérdida de quien tuvo el privilegio de haber amado y la desgracia de haberlo perdido todo

ESTÁS LEYENDO
Preguntame lo que quieras
RomanceMaría Eugenia es una periodista en ascenso. Ha postergado todo en su vida para llegar a dónde quiere, por eso no duda en embarcarse en la cobertura del que promete, será el juicio del año en las afueras de la provincia de Buenos Aires. Lo que ella n...