La morgue era el lugar más frío que alguno de los dos alguna vez hubiera pisado. Tenía un olor muy fuerte a antiséptico mezclado con formal que lastimaba los ojos. Los pasillos amplios y vacíos le daban el aspecto del mejor escenario para una película de terror. Eugenia, que había evitado a Gastón desde aquel último beso, se vio enroscada en su fuerte brazo avanzando por aquel edificio antiguo en el que nadie parecía estar trabajando. Ana Clara había tenido un compromiso y los había autorizado a ellos a ocupar su lugar.-¿Tenes miedo?- le preguntó Gastón luego de varios pasos sosteniéndola para que no lo soltara, ya que parecía no haberse dado cuenta del modo en el que lo estaba presionando.
Eugenia intentó separarse pero él no se lo permitió.
-No es miedo exactamente, pero este lugar me da escalofríos.- le confesó recorriendo las paredes con su vista curiosa.
-No es el mejor, pero creeme he visto cosas peores.- le respondió y al notar cómo se apartaba supo que aquel comentarios tocaba una fibra que aún estaba sensible en ella.
-No lo dudo, señor "amo el peligro" .- respondió ella con ironía mientras continuaba su paso.
Gastón sonrió pero decidió no responder, ya casi estaban por llegar a la puerta que les habían indicado y decidió no empeorar las cosas.
Eugenia tocó la puerta y un hombre de edad avanzada con lentes chatos sobre el puente de su nariz les abrió con pausa.
-Buenos días, venimos de parte de la Dra Ana Clara Ruiz.- se apresuró a decir Eugenia y el hombre les señaló que ingresaran sin inmutarse.
-No puedo darles una copia de la autopsia.- dijo mientras tomaba asiento en un escritorio repleto de papeles.
-Pero ella dijo que...- Intentó reclamar Eugenia cuando el hombre alzó su mano para interrumpirla.
-Tranquila, no puedo dárselos porque no la encuentro.- explicó con esa voz pausada no apta para ansiosos.
-¿Cómo dice?- preguntó Gastón cada vez más convencido de que allí había algo raro.
-Como le digo, normalmente se realiza la autopsia del occiso dentro de las 24 horas de la muerte o del hallazgo del cuerpo, mejor dicho.- comenzó a explicar con paciencia.
-Elaboramos un informe que queda registrado en el archivo de esta jurisdicción y una copia se envía a La Plata, donde está el archivo definitivo. Ahora quieren digitalizarlo pero como ven no soy un hombre de computadoras, yo trabajo con mis manos, de puño y letra. En fin, con la pequeña Ingrid hice eso, completé la autopsia, llené el informe, lo guardé en el archivo y envíe la copia a La Plata.- dijo el hombre captando la absoluta atención de los periodistas que intentaban retener la mayor cantidad de información posible, no era educado sacar el celular para grabar, aunque ambos lo hubieran deseado, se contuvieron.
-Cuando Ana Clara me llamó fui en busca de la copia que queda acá y ya no estaba.- dijo el médico, el hecho de que se tratara de un pueblo se traducía en la forma en la que aquel doctor llamaba por su nombre a las dos mujeres.
-¿Eso es algo habitual?- preguntó Gastón ordenando sus pensamientos.
-No, para nada. Verá usted, no tenemos muchas muertes que requieran autopsias en este pueblo, creo que la anterior llevaba un año. Puede revisar todo el archivo si así lo desea, solo falta la de Ingrid.- dijo el médico tan sorprendido como ellos.
-¿Ya hizo la denuncia?- preguntó Eugenia intentando entender.
-Por supuesto, ni bien me enteré y también solicité una copia a La Plata, pero ya conoce los tiempos de la justicia.- dijo el hombre alzando sus hombros con resignación.
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Preguntame lo que quieras
RomanceMaría Eugenia es una periodista en ascenso. Ha postergado todo en su vida para llegar a dónde quiere, por eso no duda en embarcarse en la cobertura del que promete, será el juicio del año en las afueras de la provincia de Buenos Aires. Lo que ella n...