Dos días después de la inclusión de Juan como imputado, Eugenia había decidido visitarlo en la cárcel. No le había avisado a nadie, creía que si se lo contaba a Sebastian él le diría a Ignacio y este a Gastón. No era que no confiara en él, solo creía que si estaba a solas con Juan lograría un clima que le permitiría abrirse.También era cierto que estaba evitándolo, sabía que no podía dilatar más la conversación a la que tanto le temía, también era consciente de que ahora que sabía que el estar juntos se seguía sintiendo excepcional, le resultaba difícil no volver a desearlo. Justamente por eso había intentado alejarse, a pesar de los comentarios de su insistente amiga Dolores, que no dejaba de nombrarlo.
Llegó a la estación policial en la que se encontraba Juan, llevaba ropa formal pero sobria y se había recogido el cabello para intentar no ser reconocida. Se presentó como abogada, no era la primera vez que utilizaba aquella técnica y para su suerte el policía que la recibió parecía no ser adepto a los noticieros.
Se levantó a desgano por tener que dejar de ver el partido de fútbol que se proyectaba en su celular y le indicó al joven policía que cuidaba aquella celda, que la dejara pasar.
Eugenia se acercó con su cabeza gacha buscando la mirada del joven para intentar advertirlo.
-Vino tu abogada.- gritó el policía golpeando la reja con fuerza.
Juan no levantó la vista.
-No quiero abogada.- dijo con sus labios apretados.
-Solo quiero ayudar a encontrar la verdad.- se animó a decir Eugenia y cuando Juan creyó reconocer su voz alzó por fin la vista.
-Acerca de Gael.- agregó insistiendo con su mirada para que no la echara.
Juan demoró unos minutos y luego asintió con su cabeza.
-Tienen diez minutos.- dijo el policía volviendo a su escritorio con prisa.
Eugenia se apresuró a acercarse, no quería perder ni uno de los diez minutos que le habían prometido.
-Juan, lo primero que quiero es pedirte perdón.- le dijo agachada para estar a su altura y poder hablar en voz baja.
Juan la miró desconcertado y ella prosiguió.
--Es que fui yo quien habló de vos con Gael y creo que él te denunció. Lo siento.- le explicó pero lejos de enojarse, Juan alzó su mano para restarle importancia.
-No te preocupes, ya no importa. Lo iban a saber tarde o temprano y además me siento más seguro acá.- le dijo resignado.
Eugenia no quería apresurarse, pero necesitaba saber que había visto.
-¿Por qué pensas que estás mejor acá? - le preguntó en el mismo tono bajo.
-No importa. Ya le dije lo que podía, no sé qué busca.- respondió bajando su vista.
-Juan, se que sabes más, pero también se que tenes miedo. Ayudame a defenderte y a encontrar justicia para Ingrid.- le pidió volviendo a buscar su mirada.
Al ver que dudaba decidió intentarlo.
-No me digas nada, solo asentí si tengo razón. ¿Te parece?- le sugirió en voz cada vez más baja.
-¿Te amenazaron?- preguntó y él asintió.
-¿La familia Llavalle?- volvió a preguntar y él volvió a asentir.
-¿Fueron ellos los que mataron a Ingrid?- le preguntó y él alzó su mirada para confirmar que nadie los miraba y tomó la libreta que llevaba Eugenia. Escribió con disimulo y cuando ella leyó volvió a preguntarle:
-¿Era el padre del bebe que llevaba Ingrid ?-
Pero entonces Juan se desesperó. Como le había pensado a Gael, sus ojos parecieron desorbitados, estaba claro que no lo sabía, pero sobre todo que lo sentía como una injuria.
-¡No mienta, no mienta!- gritó y cuando ella fue a recuperar su libreta la tomó del brazo con fuerza para pegarla a la reja y no soltarla.
-¡Inchu no estaba embarazada, no de ese monstruo, no puede ser verdad!- gritaba mientras Eugenia intentaba soltarse y su rostro golpeaba aquel barrote helado.
-¡Eh, soltala!- grito el joven policía golpeando las manos de Juan que sostenían a la periodista,ñ con fuerza.
-¿Con que te amenazaron? ¿Por qué no lo denuncias?- gritó ella en medio del caos en el que por fin habían logrado liberarla.
-Mi familia es lo único que tengo. - dijo en voz muy baja, justo antes de tirarse en el suelo y tapar sus oídos con sus manos para comenzar a patear las paredes.
-Inchu, Inchu...- gritaba mientras varios policías entraban a sostenerlo para evitar que se hiciera más daño.
Eugenia caminó hacia atrás con su libreta entre sus brazos y aprovechó el tumulto para volver a su auto, cuando por fin se subió vio que tenía un gran moretón en su brazo y una gota de sangre caía de su frente. Se apresuró a buscar entre sus cosas y la limpió con un pañuelo descartable. Le dolía pero no era nada grave.
Volvió a leer aquel nombre en su libreta y no pudo evitar sentir bronca. Odiaba las injusticias y no estaba dispuesta a dejar pasar esta.
Regresó al hotel y cuando estaba por llegar a su habitación vio a Gastón apoyado en el marco de la puerta. Estaba tan atractivo con aquella camisa informal y su cabello cayendo sobre su frente que no pudo pensar más nada. Había estado temblando todo el trayecto y ahora que lo veía supo lo que necesitaba. Se dejó caer en sus brazos como si fuera la única persona que pudiera reconfortarla.
Gastón la abrazó sorprendido y al ver su brazo lastimado comenzó a preocuparse.
-¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo eso?- le preguntó apartándose un poco para buscar su rostro.
Ella había comenzado a llorar y entonces ya no quiso soltarla. La abrazó lo más fuerte que pudo y besó su cabello tantas veces como pudo.
-Acá estoy, Mauge. Acá estoy.- le dijo al oído.
Cuando ella logró recuperar el ritmo de su respiración intentó apartarse y él no la dejó.
Sin soltarla tomó la llave de la habitación de su mano y abrió la puerta para entrar junto a ella. Luego de tomar asiento la acomodó sobre él para darle un dulce beso sobre el brazo que mostraba los moretones.
-No hace falta que hagas esto, en serio, estaba un poco nerviosa y me dejé llevar.- le dijo intentando ponerse de pie.
-No sé si hace falta o no, pero no me voy a ir hasta que hablemos.- le dijo con voz firme pero mirada dulce.
-Creo que nos lo merecemos.- agregó para luego tomar sus mejillas aún mojadas y besar sus labios con sabor a nostalgia intentando recuperar y devolverle la esperanza.
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Preguntame lo que quieras
RomanceMaría Eugenia es una periodista en ascenso. Ha postergado todo en su vida para llegar a dónde quiere, por eso no duda en embarcarse en la cobertura del que promete, será el juicio del año en las afueras de la provincia de Buenos Aires. Lo que ella n...