Eugenia aún recordaba aquellas palabras, aunque lo vertiginoso del día vivido la encontrara agotada en el asiento de aquel auto lleno de polvo.Habían regresado de la casa de Juan casi sin hablar. Ni Gastón ni ella parecían encontrar las palabras para continuar aquella conversación y el encuentro con Sebastián e Ignacio supuso un alivio para ambos.
Los jóvenes compartieron la información que habían recopilado del pueblo con ellos. Al parecer la familia Lavalle había mostrado dos caras muy diferentes en su paso por el pueblo. Hasta poco después del nacimiento de su único hijo Gael, cuando el padre de Manuela aún vivía, la estancia contaba con un clima festivo y de prosperidad. Sus puertas se abrían dos veces al año para que todo el pueblo disfrutara de las festividades. Había sido una familia muy querida cuyos ancestros prácticamente habían fundado el pueblo.
Sin embargo, cuando el padre de Manuela había fallecido, una especie de nube negra se había posado sobre ellos. Las malas lenguas hablaban de múltiples infidelidades por parte de Hector que habían llevado a Manuela a abandonar finalmente la estancia y desde entonces todo se había vuelto frío y calculador.
El regreso del hijo pródigo había intentado darle un nuevo color y sin embargo había terminado de la peor forma.
-Dicen que el chico Lavalle nunca más volvió al pueblo luego de su declaración de esa noche.- dijo Ignacio con un tono algo enigmático en su voz, como si estuviera narrando una historia de suspenso.
-¿Está citado para el juicio, no?- preguntó Eugenia una vez que habían tomado asiento en una cantina algo alejada de la que solían frecuentar los otros medios, para conseguir algo de privacidad. Al parecer eran los únicos que habían llegado a Juan hasta el momento.
-Si, la abogada de la familia de Ingrid lo citó en calidad de testigo, ya que el fin de semana del asesinato estaba en la estancia.- respondió Sebastian chequeando en su teléfono la lista de testigos.
-¿Qué sabemos de la familia de Ingrid?- preguntó Gastón, recordando el modo en el que Juan había hablado de su madre.
-Eran solo ella y su madre. Del padre no se sabe nada, al parecer su madre nunca quiso revelar de quién se trataba aunque las malas lenguas dicen que se trata de uno de los terratenientes más adinerados.- explicó Ignacio volviendo a su tono enigmático.
Eugenia suspiró y puso los ojos en blanco. Todo eran rumores, no tenían nada más que la declaración de un joven despechado y eso no era suficiente para arrojar la bomba a los medios.
-¿Qué pasa?- preguntó Gastón sin terminar de entender el motivo de su fastidio.
-Nada, pero es todo en potencial. No sabemos si el padre de Gael era mujeriego, si Gael tenía una relación con Ingrid o si ella era hija de alguien que no quería que se descubriera y sin embargo no entiendo como la justicia no investigó estas líneas. Llevamos apenas dos días en el pueblo y ya tenemos al menos tres sospechosos a parte de Don Vittorio y a propósito, ¿qué sabemos de él?- preguntó pasando las hojas de su libreta floreada en busca de sus notas.
-No mucho.- Dijo Ignacio y Sebastián continuó por él.
-El hombre está detenido desde el homicidio, encontraron una soga que concuerda con las marcas del cuello de Ingrid en el lugar del establo que utilizaba para dormir algunas noches.- explicó como si fuera un profesional de la criminalística.
Eugenia se echó hacia atrás y suspiró con fuerza justo cuando sus ojos se cruzaban con los de Gastón y este apretaba su labios como si estuviera conteniendo algo por decir.
-No tenía ningún motivo para hacerlo, ¿esa es la única prueba que lo involucra?- preguntó ella volviendo a revisar sus notas.
-¿Qué dice la autopsia?- preguntó Gastón en el mismo tono de incredulidad que ella.
Ignacio y Sebastian recorrieron sus teléfonos con prisas, deslizando sus dedos con gran velocidad.
-Esta juventud me supera. ¿Te acordás cuando terminábamos con los dedos negros de la tinta de los diarios y las fotocopias periciales?- le preguntó Gastón a Eugenia con una cotidianidad que logró asombrarla tanto como llenarla de un nuevo cosquilleo en su cuerpo.
Se tomó unos segundos para decidir cómo responder y finalmente decidió aceptar la tregua tácita que aquel comentario suponía.
-A mí también me resulta raro.- dijo aflojando el tono de su voz.
-Como verás sigo siendo de la vieja escuela.- agregó alzando su libreta con orgullo.
Gastón sonrió de lado y sus dientes apenas se mostraron brillantes y presumidos. Eugenia ya no tenía dudas de que continuaba siendo demasiado atractivo a sus ojos.
-¿Qué significa NMC? - le preguntó leyendo con curiosidad sus notas.
Eugenia cubrió su hoja como si él fuera a descubrir algo que no debía y él volvió a reírse.
-No me cierra.- respondió ella imitando su gesto.
-No te cierra nada de este caso entonces.- agregó él comenzando a disfrutar de esa nueva forma de comunicación que había logrado.
-¿A vos sí?- le preguntó y cuando él iba a responder Ignacio se le adelantó.
-No puedo encontrar el informe de la autopsia, ¿vos Sebi?- le preguntó con una confianza que no les dejó dudas ni a Eugenia ni a Gastón de que algo había ocurrido entre los dos.
-Tampoco. Recuerdo haber fotografiado todo el expediente, no sé porque no está. Sólo dice muerte por paro cardiorrespiratorio pero nada más. ¿Qué raro no?- dijo con genuina curiosidad.
-Bueno.- dijo Eugenia volviendo a incorporarse para apoyar sus manos sobre la mesa.
-Creo que va a ser mejor que nos separemos. Tenemos que ir a tribunales por el expediente, hay que hablar con la madre de Gael y si se puede con ese chico también, voy a viajar hasta la estancia para ver ese establo y sobre todo evaluar las distancias. Si algo ocurrió allí y Gael estaba en la casa a lo mejor pudo ver algo. - dijo obteniendo la aprobación de todos en la mesa.
-Me parece perfecto, Ignacio andá a tribunales y vos Sebastián al hotel donde se hospeda Gael. Nosotros vamos a la estancia.- dijo Gastón alzando su mano para convocar al mozo y pedir la cuenta.
-No hace falta que vengas, puedo ir sola.- Intentó decirle Eugenia pero él pareció no oírla, ya que pagó y comenzó a caminar hacia la salida.
-Acá a la vuelta está la plaza, vi un taxi cuando veníamos.- dijo y ella caminó a su lado con paso lento sin terminar de convencerse.
Al notarlo, él se detuvo y buscó sus ojos para luego hablar:
-¿Me tenes miedo?- le preguntó con ese porte engreído que tan mal le sentaba.
-¿Debería?- respondió ella alzando también su mentón para dejar atrás la tregua que parecían haber alcanzado minutos antes.
-Eso depende de lo que estés buscando.- respondió él alzando su mano lentamente con clara intención de acariciarla.
-La verdad. Siempre busco la verdad, así que dejate de jugar al presentador seductor y vamos a trabajar.- le dijo apartando su brazo con displicencia para continuar camino hacia el auto y acomodarse en el asiento trasero volviendo su mirada a sus notas para intentar controlar a su alocado corazón que se empecinaba con latir a gran velocidad cada vez que estaban juntos.

ESTÁS LEYENDO
Preguntame lo que quieras
RomansaMaría Eugenia es una periodista en ascenso. Ha postergado todo en su vida para llegar a dónde quiere, por eso no duda en embarcarse en la cobertura del que promete, será el juicio del año en las afueras de la provincia de Buenos Aires. Lo que ella n...