Eugenia tiró del brazo de Gastón con premura. Ni siquiera había cerrado la puerta cuando ella enredó sus piernas en su cintura y comenzó a besarlo con premura. Desde que habían decidido no luchar parecían veinteañeros que no hacían más que caer en la tentación cada vez que estaban juntos.Con sus manos enterradas en su cabello abundante y sedoso sintió aquel cosquilleo anticipatorio que tanto la encendía. Besaba sus labios mientras su lengua danzaba como la dueña del lugar en su boca aumentando la temperatura de aquella habitación que los había visto amarse varias veces ya.
Gastón giró para atraparla entre la pared y su propio cuerpo que reaccionaba vigoroso a sus caricias provocativas y cuando la notó contornearse en busca de más, liberó sus manos para tirar de la camisa que ella llevaba y romper los botones con fiereza.
Cuando apartó sus labios para buscar sus pechos ella se río sin poder contenerse.
-Si sigues rompiendo mis camisas me voy a quedar sin ropa elegante.- le dijo divertida y él también se rió.
-Creo que no sería mala idea que andes desnuda. Es que sos demasiado hermosa y tu ropa cada vez me molesta más.- le dijo sin dejar de acariciarla para luego correr el encaje de aquel sujetador con sus propios dientes.
-Ves, esto es mio.- le dijo para luego introducirse su pecho en la boca y saborearlo sin disimulo.
Eugenia ya no pudo pensar más. Cerró sus ojos e inclinó su cabeza hacia atrás mientras sus piernas volvieron a enroscarse en la cintura de Gastón que cada vez la deseaba más y más.
Los gemidos de ella viajaban hasta sus oídos aumentando su excitación y cuando creyó que no podría aguantar más caminó con ella amarrada a su cuerpo para llevarla hasta la cama.
-¿Cómo haces para gustarme más cada día?- le preguntó mientras se sacaba su propia ropa con prisa y ella sonrió tan halagada como feliz. Pero antes de que pudiera responder se abalanzó sobre ella para girarla y dejarla justo sobre su propio cuerpo tan hermosa, tan excitada, tan irresistible que rozaba lo irreal.
Eugenia no dudó en sentarse lentamente y comenzó a moverse con una pausa exquisita. Recogió su cabello claro entre su manos y continuó ejerciendo cada vez más presión, él alzó sus manos para acariciarla al mismo tiempo que levantaba sus caderas para provocarle más y más placer, que se tradujo en sus ojos cerrados y su boca semiabierta liberando gemidos susurrados que terminaron de mostrarles el camino hacia el final tan ansiado que los encontró tan conectados que sus miradas parecieron estallar en el mismo momento.
Entonces ella liberó su cabello y se recostó a su lado mientras él la observaba aún agitado.
-¿Cuántos años dice que tiene usted?- le preguntó divertido y ella sonrió arrugando su nariz
-Eso no se le pregunta a una dama. - le respondió cubriéndose los pechos con su mano.
-Para mí no pasó el tiempo...- agregó pasando su mano por su mejilla mientras la miraba incrédulo.
-Pero pasó y no creo que debamos quedarnos en eso. Los dos fuimos demasiado tercos como para buscarnos, creo que no hay un solo culpable, solo intentemos no volver a cometer el mismo error.- le pidió acariciando su torso con la yema de sus dedos.
-No tengas dudas de eso.- le respondió él alzando su mano para descubrir su cuerpo.
-No tenes que ocultarte conmigo.- le dijo volviendo a besar la curvatura de su pecho con posesión.
Ella sonrió y entonces él pasó su dedo por aquel tatuaje que recordaba.
-Vos tenes uno nuevo...- le dijo ella recordando el que le había visto en su espalda.
-Es un recordatorio.- respondió recordando cuándo y por qué se lo había hecho.
-¿De qué?- le preguntó ella curiosa.
Entonces él se incorporó un poco para que pudiera verlo de cerca.
-De lo tonto que fui.- respondió él justo cuando ella descubría su nombre entre aquellas líneas negras y emocionada volvía a besarlo dando lugar a un nuevo acto de aquellas escenas de alto voltaje que protagonizaban cada vez con más frecuencia.
Nuevamente recostados, bastante más agotados, Eugenia miraba el cuaderno repasando lo que tenían hasta entonces.
Sabían que Ingrid había sido abusada por Hector y sospechaban que el hijo que estaba esperando era de él, aunque no podían demostrarlo. La autopsia no hablaba de abuso y de seguro aquel hombre lo negaría.
Gael había confirmado que su padre estaba en la estancia el día del crimen y que le había dicho que se encargaría de todo. Su declaración hablaba de que había llamado a la policía y la había esperado para mostrarles el cuerpo en el establo.
Juan también había estado allí, no había dicho más que el nombre de Hector pero de seguro sabía que había pasado en realidad aunque no estaba dispuesto a declararlo y eso los dejaba sin elementos para acusar a aquel poderoso terrateniente.
-Creo que nos está faltando algo, una pieza, una pista clave. Le creo a María y le creo a Gael, pero hay algo que no estamos viendo.- le dijo Eugenia moviendo sus labios de manera divertida como solía hacer en su juventud mientras estudiaba.
Gastón la miró y sonrió con ternura, en verdad sentía que el tiempo no había pasado, por primera vez en muchos años creía que nada podía salir mal.
-Voy a intentar contactar a Manuela, a lo mejor ella puede darnos algún dato más.- dijo y al girar y verlo con esa sonrisa se rió también.
-¿Qué pasa? No estás ayudando mucho.- le dijo divertida.
-Es que esto es tan ... hermoso.- le dijo con sus ojos embobados.
Ella sonrió acariciando su cabello.
-Muy hermoso, pero tenemos que trabajar, van a condenar a Juan y a Don Vittorio y todavía no pudimos aportar nada a la causa. - le dijo volviendo a enfocarse en su investigación.
Gastón se incorporó abandonando su adoración a aquella mujer que amaba y leyó las anotaciones del cuaderno.
-A lo mejor deberíamos denunciarlo en los medios, instalarlo en la opinión pública como sospechoso, la presión haría que tengan que investigarlo.- le dijo pensando en voz alta.
-Mm... No sé, no creo que sea el momento, tendríamos que tener algo más. Yo esperaría al menos un par de días, hasta que veamos la autopsia. Ana Clara dijo que en breve llega el informe de La Plata.- le respondió pensativa y él asintió.
-Bueno si queres yo hablo con Manuela y vos buscá el informe. Así podemos adelantar algo.- le sugirió y ella aceptó. Le gustaba trabajar con él.
-Ahora hay algo muy importante que necesito decirte.- dijo tomando la libreta para cerrarla y colocarla sobre la mesa de noche.
-¿Qué pasa?- preguntó ella curiosa.
-Es imprescindibles que creas lo que estoy apunto de confesarte.- dijo con una falsa seriedad que la llevó a sonreir.
-Te escucho.- respondió ella mientras lo observaba acomodarse sobre ella.
-Nunca dejé de amarte.- le dijo y ella sonrió mientras sus ojos vidriosos le confirmaban que le había creído

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Preguntame lo que quieras
RomanceMaría Eugenia es una periodista en ascenso. Ha postergado todo en su vida para llegar a dónde quiere, por eso no duda en embarcarse en la cobertura del que promete, será el juicio del año en las afueras de la provincia de Buenos Aires. Lo que ella n...