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-Estas fueron las novedades del día en el que por primera vez en esta ciudad se llevará a cabo un juicio por jurados. Los doce miembros y sus seis suplentes llegaron esta mañana y serán revelados en el día de mañana. Nosotros continuamos acá en el lugar de los hechos para este noticiero hecho especialmente para vos.- concluyó Eugenia desde la puerta de aquel edificio antiguo que cada día atraía más gente.

Curiosos, periodistas e influencers se habían acercado para conseguir material novedoso que captara aún más atención de la que aquel crimen atraía per se.

Eugenia se sacó el auricular y estiró la falda elegante que llevaba puesta. La temperatura había comenzado a bajar y fiel a su susceptibilidad en ese aspecto, llevó sus manos a sus brazos para darse calor.

-Tomá.- oyó la voz de Gastón, quien se había acercado para ofrecerle su propia campera.

Eugenia alzó sus vista y decidió aceptar la ofrenda. Llevaba dos días sin verlo. Había desaparecido de su habitación sin explicaciones, activando un viejo recuerdo de una partida que aún le dolía.

-Gracias.- respondió disfrutando del perfume que llevaba aquella prenda al mismo tiempo que su cuerpo recuperaba temperatura.

-Estuve algo perdido porque...- comenzó a explicar Gastón pero ella alzó su mano para que no continuara.

-No me tenes que explicar nada.- le dijo comenzando a caminar hacia la camioneta que transmitía sus móviles.

Gastón sonrió negando con su cabeza.

-Sé que no tengo que explicarte nada, pero quiero. Es más lo que tengo para decirte estoy seguro de que te va a gustar.- agregó con esa suficiencia que ella tanto odiaba.

-A ver...- respondió luego de una pausa en la que aceptó una tregua una vez más.

-Conseguí una reunión con la abogada de la familia de Ingrid.- le dijo orgulloso, pero al ver que ella sonreía con suficiencia su gesto cambió al de la suspicacia.

-¿Qué?- le preguntó  con curiosidad.

-No la conseguiste vos. Fue Sebastián, seguro te la pasó Ignacio, ¿no? Esos dos parecen quinceañeros yendo a todos lados juntos.- le explicó apoyando el micrófono en el escritorio improvisado en su vehículo y al notar que Gastón la miraba sin convencerse agregó:

-¿Hoy a las 20 hs?-

Entonces él no tuvo más remedio que aceptar que Eugenia tenía razón. Había creído  que lograría sorprenderla, se había alejado para ordenar sus ideas y solo había logrado pensar más en ella. Ahora que la había vuelto a ver la extrañaba más que antes.

-Voy a matar a Ignacio.- dijo sin perder la sonrisa.

-Creí que te iba a sorprender.- agregó buscando su mirada que nunca llegó.

-No tenes que sorprenderme. - respondió ella mientras continuaba ordenando sus cosas.

Una nostalgia extraña lo alcanzó y tuvo que guardar silencio por unos segundos. Entonces ella por fin se dignó a mirarlo.

-¿Qué pasa?- le preguntó intentando recuperar su sonrisa, de repente verlo triste no era algo que le agradará para nada.

-Nada... Me gustaba sorprenderte.- le respondió él con sinceridad y la que se quedó en silencio entonces fue ella.

-¡Vamos Euge! Las redes explotan, la gente te adora.- dijo Sebastián con su natural alegría ajeno al pasado que les había caído encima a los dos.

-La gente no es tonta.- dijo Gastón con una sonrisa mientras giraba para alejarse, creyendo que era la única forma de protegerse.

Sebastián continuó mostrándole los comentarios en su teléfono mientras Eugenia lo veía alejarse y apretaba sus labios sintiendo que su corazón le gritaba que cuando él estaba cerca se sentía mucho más feliz.

-Gracias, Seba, muy bueno, me disculpas un momento, si queres andá yendo. Nos vemos más tarde.- le dijo apresurando su paso para alcanzar a Gastón.

-¿Gastón?- lo llamó sin atreverse a hacerlo como solía hacerlo en el pasado.

Entonces él giró con su mirada aún más confundida. Que lo llamara como todo el mundo no le sentaba a esos hermosos labios.

Eugenia lo miró y apretó sus labios, como si estuviera afrontando lo que su arrebato la había llevado a hacer con algo de arrepentimiento.

Una vez más se miraron en silencio. Era como si ambos quisieran hablar pero ninguno se animara a hacerlo. Como si el peso del pasado fuera tan fuerte que el miedo a volver a sufrir le ganara al recuerdo del beso que habían compartido días atrás.

Una vez, demasiado tiempo atrás luego de un acalorado debate en el que no habían estado de acuerdo en nada, habían llegado a un pasillo lleno de estudiantes. Sus miradas se habían cruzado desde esquinas separadas, ella rodeada de sus compañeros que no dejaban de felicitarla y él junto al único amigo que había tenido, sin poder dejar de mirarla.

Había salido de aquel edificio y en medio de la multitud, él se las había arreglado para llegar a su lado y rozar su brazo adrede llamando su atención una vez más.

-Aunque seas imposible para discutir, no puedo dejar de confesarte que sos la chica más linda de toda la universidad.- le había dicho al oído con voz demasiado grave.

Ella se había quedado tan sorprendida como obnubilada. Gastón siempre le había parecido atractivo y enigmático. Se movía por la facultad como si fuera el dueño del mundo, pero nunca se rodeaba de aduladores, solo un amigo.

Él había intentado seguir pero ella había tomado su brazo para evitarlo.

-Si crees que así me vas a hacer cambiar de opinión estás muy equivocado.- le había respondido mientras los demás estudiantes continuaban caminando y comenzaban a quedarse solos.

-Eso depende de la opinión que quiera cambiar.- le había respondido él feliz de contar con su atención y su mirada brillante.

-La del debate, obvio ¿Qué otra opinión puede ser?- le había preguntado curiosa disfrutando de mantener una conversación menos acalorada que la que acababan de tener frente a todo el estudiantado.

-La de aceptar salir conmigo...- le había preguntado él y ella se había reído llevando sus manos a su boca sin poder creer lo que estaba ocurriendo.

-¿Eso es un si?- había vuelto a preguntar él con una necesidad imperiosa de que aceptara.

Eugenia lo había mirado intentando descifrar cuan real era la invitación y él había mirado a su alrededor para confirmar que ya no quedaba nadie. Al tenerla solo para él no tardó en depositar uno de los mejores besos de la corta vida, hasta entonces ñ. de Eugenia, quien luego de salir del lugar de la sorpresa se había apartado tan aturdida como satisfecha.

-¿Te convencí?- le había preguntado Gastón con ojos suplicantes y ella no había podido más que reírse, para luego aceptar una invitación que se convertiría en la primera de cuatro hermosos años juntos.

De vuelta en el presente él decidió hablar.

-¿Ibas a preguntarme algo?- dijo sin poder aguantar la tensión de su mirada debido a la creciente necesidad de volver a besarla.

-Eh.. Yo..- comenzó a responder ella justo cuando un grito eufórico los sacó de aquel duelo.

-UYuuu! Pero si son mis dos mejores amigos de la vida entera mundial.- la voz de Dolores los llevó a volver a sonreír.

-¡Por fin se dignaron a dejarme venir!- agregó dándole un beso a cada uno de ellos ignorando completamente la tensión que los había batido a duelo segundos antes.

-Vamos, muero de sed. ¿Dónde podemos conseguir una cerveza?- les dijo tomándolos de las manos para que no tuvieran más opción que acompañarla.

-¿Una sola?- preguntó Gastón recuperando su sonrisa y tono alegre, pero mientras caminaban juntos volvió a mirar a Eugenia de reojo y al encontrarse con sus ojos tan perdidos como los propios una nueva esperanza lo llevó a sonreír de verdad, ya que cada vez se sentía más cerca de poder volver a conquistarla.

Preguntame lo que quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora