Tiempo

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Poché.

Repiquetee los dedos sobre mis piernas, tensa, relamí mis labios para esbozar una sonrisa fingida hacia la persona con la que hablaba, no escuché la mitad de lo que dijo, solo me dedicaba a asentir.

Iliana me miró con los ojos enchinados, me escaneó con la mirada unos segundos y soltó un ligero suspiro cansado.

-De nada vale que sigas viniendo aquí si no vas a poner de tu parte, María José-- reprochó en tono de regaño, como cada vez que venía.

-No entiendo por qué tengo que venir-- arrojé en el mismo tono de voz.

-¿Te recuerdo el acuerdo que tienes con tu hermana?-- cuestionó alzando una ceja.

Chasquee la lengua con fastidio.

-Debes poner de tu parte si no quieres seguir viniendo-- insistió, dejó su lápiz de tinta encima de la libreta donde se suponía anotaba todo referente a mis encuentros con ella, puso sus manos en su mentón mientras me miraba tratando de descrifrarme el alma.

O al menos eso pensaba yo, quería saber que anotaba en su estúpida libretita.

-¿Cómo vas?-- preguntó en completa tranquilidad.

-Al menos respiro bien-- Respondí irónica, cruzándome de brazos.

Sonrió de lado negando con la cabeza, siempre trataba de hacerla molestar y siempre recibía lo mismo: una estúpida sonrisa que me hacía querer darme en la cabeza con un ladrillo.

¿No se cansaba?

-¿No has tenido más sueños?-- cambió de rumbo, mire hacia otro lado con fastidio.

-Pesadillas-- corregí mirando el reloj de aguja que en la pared, como si fuera a resolver todo en mi vida.

-¿Quieres hablar de eso?-- Preguntó con el mismo tono de voz compasivo y casi robótico de siempre, bufé.

-Son siempre los mismos-- apreté mis labios y tense mis puños involuntariamente-- Ella vuelve y me deja, como lo hizo... Solo que, duele más.

Ella asintió y volvió a escribir quien sabe que cosa en la libreta

¿Estaría mal quitársela y arrojarla sobre su cabeza?

-Llevas mucho tiempo con ellos, Poché-- pronunció cada palabra con cautela.

-Entonces estás haciendo mal tu trabajo-- me encogí de hombros.

-No, yo no-- aclaró tirándose al espaldar de su silla-- Tú no quieres soltar, y no se puede ayudar a quien no quiere recibir ayuda.

Solté una breve risa despectiva, molesta.

-No te pago para que me digas cosas así-- escupí.

-Ser tú psiquiatra ha sido el trabajo más difícil en años-- confesó.

-Oh vaya, pues me haces sentir mejor con eso, ¿Me puedo ir?-- señalé la puerta de entrada.

-Mientras no sueltes el pasado María José, nunca podrás liberarte de aquello que te duele.

-Y ahí está la psicología barata por la que pago caro-- solté molesta, tratando de hacer que me corriera de su consultorio, una vez más ella volvió a sonreír.

-Soy tu psiquiatra, no tu psicóloga-- corrigió aún con la sonrisa, puse mis ojos en blanco.

-Igual tendría que cambiar de psiquiatra.

-Igual tendrías que dejarla ir-- replicó sonriente, fruncí mis labios una vez más.

Sentí una leve punzada en mi corazón de solo pensar en eso.

Todo a tu lado. [Caché]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora