Ella

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Poché.

Un carraspeo por parte de Iliana, mi psiquiatra me sacó de mis pensamientos.

-Hace mucho que no te veo.

Arrojó alzando una ceja, casi como un regaño, me encogí de hombros, fingiendo desinterés.

-Bueno, comencemos de nuevo, con lo básico-- ensanchó una gran sonrisa-- ¿Cómo estás, María José?-- indagó reclinado su silla hacia atrás con su lápiz y cuaderno de nota entre sus manos.

Me quedé pensando en la pregunta, unos segundos, por primera vez desde que pise este lugar.
La respuesta siempre solía ser "al menos estoy respirando" "como si te importara" "viva por desgracia" o algo similar, sin embargo, ya no quería dar esa respuesta.

No me sentía totalmente bien, pero tampoco me sentía mal, sacudí mi cabeza tratando de encontrar las palabras adecuadas, miré a mi psiquiatra quien mantenía una miraba compasiva en mí.

Suspiré esbozando media sonrisa.

-No sé cómo estoy en este punto, pero si te puedo asegurar que mi ausencia se debe a que he estado mejorando, he usado muchas herramientas que me diste.

Vi un atisbo de una sonrisa en sus labios al decir eso, junto con un pequeño asentimiento, baje la mirada un poco intimidada.

-No estoy bien, no te voy a mentir, pero tampoco estoy mal, no al punto de mandarte a la mierda al menos.

Hable tan rápido y tan nervioso que no creí que me entendería una palabra, jugaba con un hilito que colgaba de mi chaqueta de cuero pero podía sentir su mirada clavada en mí.

-Esta bien no saber cómo te sientes Poché, eso es un gran avance aunque no lo veas así, quiere decir que lo estás intentando, de verdad.

-He dejado el alcohol-- solté de golpe, subí mi mirada a la suya y pude notar la sorpresa en su rostro-- He estado haciendo ejercicio, yendo al gimnasio, yoga, escribiendo, pintando, todo lo que puedo para sentirme de alguna manera mejor.

-¡Wow! ¡María José esto es genial!-- sentí mis mejillas arder, cosa que no pasaba muy amunudo, que mi psiquiatra me viera con orgullo me daba la sensación de por fin estar haciendo las cosas bien.

-Entendi que solo yo podía sacarme del agujero donde estaba, ya pasaron cuatro años, ya es hora de soltarla, ¿verdad?

Hablé bajo pero firme, Iliana tomó mi mano, asintiendo lentamente, me dio un apretón haciéndome saber que no estaría sola en este proceso.

Y ciertamente, hace meses no pasaba por el consultorio por todo lo anterior, me estaba sacando del agujero del que no quería salir.

Porque además de ayuda profesional, necesitaba de mí, de mi voluntad para soltarla, porque eso pasaba, que no la quería soltar, y hoy, poco a poco, lo he ido haciendo.

Estoy transformando lo malo, en algo bueno.

Cuidar de mí, proteger de mí, y no seguir perturbando mi vida por alguien que no quiso estar en ella.

-¿Sigues saliendo con Emilia?

Asentí con la cabeza una vez, vi como alzó sus cejas antes de seguir anotando en la libreta.

-¿Cómo ha sido?

-Emi es como una lucesita-- esbocé media sonrisa-- Hace brillar lo que toca, le tengo mucho cariño, pero...

-No es ella-- finalizó Iliana por mí.

-No-- mordí mi labio inferior mirando a otro lado, cerré los ojos y solté un bufido gruñon.

Todo a tu lado. [Caché]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora