Capitulo 26: Problemas familiares

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Estos ultimos días apenas vi a Luke. Solo si iba a la playa, él estaba surfeando pero no sabía que lo estaba mirando.

Estuve pensando muchísimo y al final la que está errada soy yo. Luke no tenía por qué contarme un tema tan delicado como ese y...la verdad que no quiero estar así de mal con él, así que le mandé un mensaje pidiéndole si podíamos hablar y no demoró en contestar.

Luke: Claro, estoy en la casa del árbol.

Vicky: Voy para allá.

No hay mejor lugar como ese para poder hablar.
Fui por mi bicicleta y salí de casa.

- ¿A dónde vas? - preguntó  mi madre mientras arreglaba unas plantas en el jardín.

- Voy a hablar con Luke. - estaba muy nerviosa pero ella me regaló una sonrisa que me tranquilizó.
Claro que ella sabía lo que pasó hace unos días y me aconsejó, por eso no pare de pensar.

- Tranquila, no dudo que cuando vuelvas vengas con una sonrisa enorme porque arreglaron las cosas.

La abracé muy fuerte y empecé a pedalear. Fui por el camino mas rápido y me adentré por el sendero lleno de plantas y flores que tanto me gustan.

Dejé la bici en el pasto y al levantar la vista vi a Luke sentado en el borde de la casa.
Me dió una leve sonrisa, también  lo hice.

Subí hasta llegar a él, el ambiente no era tan incómodo por la forma en la que me miraba.
Quería abrazarlo y no soltarlo nunca. Disculparme y que esto nunca mas iba a pasar solo porqué yo me molesté.
No era para tanto.

Nunca bajó la mirada en cambio yo si.
Se acercó a mí y me tomó por los hombros.

- Perdón - es lo que pude decir.

- No, yo tengo que disculparme

Negué con la cabeza y conectamos  las miradas.

- Luke, no. Yo estuve mal, no quise escucharte y tampoco tenías que hablarme de ese tema privado.

Buscó mi mano y la entrelazó con la suya.

El asintió y no dijo nada más, me acercó a él y me abrazó. Sonreí y mis ojos se estaban empezando a empañarse.

No sé si era felicidad, tristeza o todo lo que no había podido llorar estos días.

Acarició mi pelo y me dió un beso en la frente.

- No quiero estar mal contigo. Nunca. - dijo mientras nos separabamos.

- Y yo tampoco, nunca. - le mostré el meñique. Sé que es infantil pero es un pacto.

Soltó una carcajada y unió su meñique con el mío.

Nos sentamos en el borde de la casa y contemplamos las nubes espesas.

Luke aún estaba un poco desconcentrado y lo notaba inquieto.
Lo miré y pasé una mano por su espalda.

- ¿Qué pasa? - le pregunté en un tono tranquilizador.

Tomó mi mano y las entrelazamos.
Amo estos pequeños gestos que tenemos y amo que estemos mejor.

No despegó sus ojos de nuestras manos.

- Quiero que sepas lo que pasó...

Supongo que se refiere a lo de Leo, y si es así no quiero qur sienta la obligación de hacerlo.

- ¿Es acerca de tu primo?

Asintió y suspiré.

Después de todo sí, quería saber lo que pasaba entre ellos.

Lo miré a los ojos y le di tiempo de hablar.

- Hace unos años - empezó -
Leo y yo éramos inseparables. Salíamos a todos lados con amigos, hacíamos cualquier cosa para divertirnos un poco.
Luego empezó a actuar extraño. Salía solo, a altas horas de la madrugada, hasta que un día me llevó a un bar medio lejos de la ciudad con unos amigos de él.
Era para tomar esa porquería. Me ofreció...

- ¿Tomaste eso? - lo interrumpí.

- No, no claro que no. Nunca.
Salí de ese bar y discutimos muy fuerte antes de llegar a casa.
A partir de esa noche que lo vi haciendo eso y sabiendo lo que pasaba nada fué lo mismo en la familia.
Me amenazó con que no dijera nada a nadie y me callé un poco más de un año.

- ¿No pensaste en decirle que vaya a rehabilitación?

Rió irónico.

- Claro que lo pensé y se lo dije infinidad de veces... ya te puedes imaginar lo que dijo...

- Se negó...- apoyé una mano sobre la suya. - Luke, estos casos son muy difíciles de tratar, hay que lograr que la misma persona se de cuenta de que eso le hace mal y muy pocas veces aceptan ayuda al  principio. Porque eso es lo que tiene esa maldita cosa. Te hace adicto. Y ese es el peor enemigo.

- Si, lo sé - respiró frustrado.

- Cada vez que venía a nuestra casa con mi tío, nos peleábamos por cualquier cosa y ellos no entendían el porqué. Hubo un momento, en un almuerzo que no pude callarlo más y dije la verdad. Estaba enojadísimo con él, no me acuerdo por qué había sido.
Mi tío no se sorprendió mucho, creo que ya lo sabía y ahí fué que también mi padre se distanció de él. Hace dos años que no teníamos contacto con ellos hasta hace unos días. Claro como mi tío no lo soportó más en su casa y lo hechó, el idiota de Leo no tiene a donde ir. Nosotros somos su única opción.

No podía creer como el propio padre de Leo sabiendo lo que hacía su hijo, no intentara llevarlo a algun sitio de apoyo.

- ¿Y tu tío no se encargó de ayudarlo?

- De lo único que se encarga es de hacer dinero, comprarse autos de lujo e ignorar a Leo todo el tiempo. Conclusión: no le importa.

Ahora que lo pienso...

- Capaz que tu primo empezó a consumir eso para llamar la atención de su padre debido a la pérdida de su madre...

Me miró entrecerrando los ojos.

-¿Qué?

- Si Luke, puede que haya sido por eso. ¿Tu tío siempre fué así de frío con él?

- Si.

- Entonces es por eso. Leo solo quería que su padre le prestara un poco de atención. Lo único... es que se metió en un grave problema donde está en juego su salud y ya sabemos que su padre no hará nada.

Tenía la vista perdida en algún lado, pero sé que me está escuchando, y quiero que entienda lo que le estoy diciendo.

Asintió y me miró.

- Si mi tío no lo ayuda, nosotros somos su única posibilidad.

Sonreí levemente.

- Intenta hablarle de nuevo, tus padres también pueden hacerlo. Pueden ayudarlo y sé que en el fondo quieres hacerlo.

Me miró por unos segundos y luego me besó. Lo abracé y escondió su rostro en mi cuello.

- Gracias - dijo cuando nos separamos.

Un atardecer contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora