Cap. 12

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· Camila ·
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Al regresar de una sesión de dos horas en la sala de edición, la
recepcionista entró en mi oficina llevando un alto florero de cristal no lleno de flores sino de agua. La mirada de confusión en su rostro igualaba la mía. Hasta que vi que el florero no estaba realmente vacío. Un solitario pez beta azul estaba nadando alrededor, y el fondo estaba cubierto con una capa de gravilla azul y amarilla. Me entregó la pequeña tarjeta de la floristería, le echó un vistazo al otro jarrón sobre mi escritorio, el que estaba lleno de ramas, y salió sacudiendo la cabeza.

Abrí la tarjeta.

Lo llamé Lauren. De nada.

Sonreí, recordando nuestra conversación sobre que nunca había tenido una mascota antes. Para una mujer que me había dicho que las mujeres en realidad no les gustaban esa mierda de flores y dulces gestos, que lo que realmente querían era una buena follada contra la pared, estaba bastante segura de que me estaba dando
ambos hoy.

Después esa tarde, estaba viendo una repetición de mi entrevista con Lauren en mi portátil. El sonido de su áspera voz y la confianza que exudaba era un poco como el juego previo para nuestra cita de esta noche. Estaba ansiosa, excitada y nerviosa a la vez. Cerrando los ojos mientras ella hablaba, me recosté en la silla y la visualicé de pie delante de mí, esa imponente voz diciéndome que me desvista.

Desabróchate la camisa.

Quítate ese sujetador.

Dios, incluso imaginarla revuelve un lugar femenino en mí.

Levántate esa falda.

Más alto, Camila.

¿Sabes lo que voy a hacerte…?

Un golpe en la puerta de mi oficina me sorprendió, y salté de mi
asiento. Mierda.

―Hola. Lo siento, no quise asustarte. Pensé que me habías visto.

―Austin. Hola. Supongo que estaba perdida en mi trabajo. ―Le había enviado un mensaje de texto en el último minuto para cancelar nuestra cita la otra noche, y había sido muy comprensivo. No había mentido exactamente cuando le dije que una entrevista se estaba dando unas horas más tarde de lo que se había planeado y había pedido posponerla para después. Ayer por la noche, me había enviado un mensaje para cobrar esa cita que le había prometido, y sin saber cómo responder, simplemente nunca respondí.

―Solo me detuve a saludar. Ver cómo estabas.

―Estoy bien. Ocupada. Disculpa, no respondí el mensaje todavía. Mi horario simplemente ha estado demasiado loco estos días.

Sus ojos se enfocaron en las rosas que envió expuestas sobre el archivador detrás de mí, luego se fijó en la jarra llena de ramas en la esquina de la parte delantera de mi escritorio. Lucía justificadamente desconcertado. Le añadían algo a mi monótona oficina, tal vez un toque de locura. Sin embargo, no cuestionó la
rareza.

―¿Estarías disponible para una cena esta noche?

―De hecho, tengo planes para esta noche. Lo siento.

―¿Trabajo de nuevo?

Austin me estaba mirando, esperando una respuesta. Se sentía extraño decirle que iba a una cita. Probablemente debido a mi continua culpa de que la cita fuera con la chica por el que le había cancelado la otra noche. Así que mentí.

Le Balleur - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora