Cap. 19

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· Camila ·
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Mis nervios generalmente agitados estaban ansiosos mientras
subía al vuelo de regreso a Nueva York la tarde del lunes. El equipo y la mayoría de los reporteros habían regresado después del juego de anoche, pero tuve que quedarme para entrevistar a una corredora de la universidad local que decían sería la número uno reclutada en la próxima temporada. Lauren había actuado bien cuando hablé con ella más temprano, pero imaginaba que la derrota del equipo de ayer pesaba fuertemente sobre sus hombros. La mariscal de campo de segunda línea había lanzado cuatro
intercepciones, cualquiera de las cuales le costó al equipo la pérdida.

Se escuchó la voz del capitán diciéndonos que el mal clima hacia el este había retrasado el despegue, y estábamos regresando a la puerta, aunque no íbamos a desembarcar del avión. Nos sentaríamos a disfrutar de una bebida de cortesía.

Claro. Es fácil para ti decirlo. Estos cacharros obviamente no tenían el mismo efecto en él. ¿Por qué en todos los vuelos que se retrasaban tenían que mencionar el mal clima o algún otro escenario potencialmente catastrófico? Una vez que estacionó y el aviso del cinturón de seguridad se apagó, hice un rápido viaje al baño de mujeres, luego rebusqué en mi bolso por mi celular para
decirle a Lauren que llegaría tarde. La pantalla se iluminó, entonces apareció la imagen de un rayo con una batería vacía y procedió a apagarse.

―Maldición.

―¿Necesita ayuda con algo? ―Mi compañero de asiento probablemente estaba en sus sesenta. Pensé en preguntarle si podía usar su teléfono, pero no tenía ni idea de cuál era el número de Lauren. De hecho, nunca antes lo había marcado.

Alcé mi teléfono.

―Se murió, y no sé el número de la persona. Se supone que debo encontrarla en mi apartamento, y supongo que llegaremos tarde ya que acaban de apagar el motor.

―Ah. Abstinencia al celular. Los efectos pueden ser tan difíciles como la heroína, eso dicen.

―¿No tiene uno?

―Nop.

―¿Alguien irá por usted al aeropuerto cuando aterricemos?

―Sí. Mi esposa.

―¿Ella tiene teléfono? ―Negó un poco divertido―. ¿Cómo sabrá que está retrasado?

―Imagino que tomará un teléfono y llamará a la aerolínea, como lo ha hecho por los últimos cuarenta años. ¿Supongo que la persona con quien se tiene que encontrar no lo hará?

―Definitivamente no. ―Sonreí y volví a guardar mi bolso bajo el asiento―. ¿Entonces, cómo pasa el tiempo sin Candy Crush?

―¿Candy qué?

Por la siguiente media hora, le expliqué las complejidades de un juego que no sonaba tan fascinante como cuando se estaba jugando. Mi nuevo amigo me regresó el favor explicando el arte del coñac. Cuando la azafata vino a ofrecernos un trago, pedimos solo dos vasos. Luego él sacó una botella de su bolso, y procedimos a probar el licor. Sabía a mierda, pero un pequeño vaso mezclado con mi medicación para volar y estuve muerta en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando finalmente aterrizamos, más de tres horas después, era exactamente la hora en la que Lauren me recogería en mi apartamento. Sabiendo que el tráfico sería una pesadilla, me detuve en los servicios cerca de la puerta y enchufé mi teléfono mientras usaba el baño y me arreglaba. Se iluminó de nuevo después de unos minutos, lo suficiente para escribirle un mensaje a Lauren.

Camila: Acabo de aterrizar. El teléfono se murió antes de despegar. ¿Estás ya en mi casa?

Lauren: Acabo de estacionar.

Camila: Lo siento. Probablemente tardaré una hora en llegar a casa. Espera dos minutos, luego ve al 3E. Patrick tiene una llave de mi apartamento. Le escribiré ahora y le diré que te la dé.

Lauren: ¿Por qué Patrick tiene una llave de tu apartamento?

Quería salir rápido del baño. Podríamos discutir la logística después.

Camila: Para abrir la puerta. ¿Para qué tiene llaves la gente?

Sonreí, sabiendo que no le gustaría esa respuesta, y luego le envié un mensaje a Patrick antes de desconectar el teléfono e ir a casa.

Le Balleur - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora