Cap. 25

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· Camila ·
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El único momento en que no me importaba que mi jefe se asomara en mi oficina era cuando Dinah estaba cerca. Más que nada porque el señor CUM literalmente se tropezaba con las cosas cuando estaba cerca de ella. Hoy, fue el bote de basura justo afuera de mi puerta.
Dinah lo había visto viniendo por el pasillo y se inclinó sobre mi escritorio como una borracha tratando de llamar la atención en una piscina llena de vaqueros cachondos. Su falda ya de por si ajustada parecía lista para estallar por las costuras cuando meneó su trasero sugestivamente.

―Qué bueno verte, Charlie. ―Se inclinó sobre mi escritorio y miró hacia atrás sobre su hombro para hablar con él. Nadie llamaba a Charles Ulysses Macy “Charlie”. Excepto Dinah.

―Dinah. ―Aclaró su garganta―. Te ves bien.

Sonrió.

―Estás viendo mi ángulo bueno.

Interrumpí antes que él pudiera responder.

―¿Qué puedo hacer por usted, señor Macy?

―Sí… Mmmm. Necesitamos que grabes un anuncio de sesenta segundos para las rondas clasificatorias.

―¿En serio? ―Los anuncios de sesenta segundos siempre eran hechos por los reporteros de renombre y las caras muy conocidas.

―Necesitamos la atención femenina, así que haremos los anuncios con dos reporteros; uno de los cuáles será una mujer.

―¿Entonces básicamente la estás usando por su cuerpo? ―Dimah se puso de pie y cruzó sus brazos sobre su pecho.

―Mmmm… no. Nosotros…

―Relájate, Chuck. ―Puso una mano sobre su brazo―. Solo estaba un poco celosa. Nadie ha usado mi cuerpo en un tiempo.

El pobre Charles tuvo que ajustarse el creciente bulto que Dinah estaba incitando. De hecho, salí al rescate del cerdo.

―Estoy feliz de tener la oportunidad.

―Bien. Conducirás hasta ahí con Austin después del juego del domingo. Harás el anuncio con Mara en Miami, el lunes.

―¿Austin?

―Mahone. Es con quien vas a grabar tus anuncios.

Me tomó diez minutos más sacar al señor CUM de mi oficina. Cuando se fue, miré a Dinah con el ceño fruncido.

―¿Por qué insistes en hacer eso?

Lanzó un bolígrafo al aire y lo atrapó.

―Mentalmente me doy dos puntos por ponerlo duro. Es un pequeño juego que tengo.

―Asqueroso.

―Lo sé. ¿Crees que esté masturbándose en el baño de hombres? Consigo cinco puntos si sale y hay un pequeño punto húmedo en sus pantalones por goteo post eyaculatorio.

―En serio, podrías ser más asquerosa que él.

―Lo tiene merecido. Merece ser tratado como carne, ya que es como trata a los demás.

―Pero le gusta.

―Le gusta cuando estoy jugando con él, no cuando no le queda más que jugar consigo mismo.

Atrapé la pluma que estaba arrojando continuamente en el aire.

―Ahora debo irme un día extra. Pensé que solo necesitaría llevarme un atuendo para estar al aire. Debo de llegar a la tintorería antes que cierren. Lo que significa que no iré a yoga esta noche.

―¿Sin yoga? ―Hizo un puchero.

Comencé a organizar mi escritorio.

―Nop. Simplemente tendré que hacer ejercicio con Lauren esta noche ―bromeé.

―Vida dura. Vas a acostarte con tu preciosa novia mariscal de campo esta noche, luego volarás a una romántica escapada nocturna con Austin Mahone.

―No será romántica.

―Por la forma en que ese hombre te mira, supongo que no será porque él no lo intente.


****


Lauren y yo teníamos planes para cenar en su habitación del hotel esta noche. Le escribí un mensaje avisando que llegaría tarde, pero para el momento en que terminé de hacer las cosas para el viaje de mañana, llegué incluso más tarde de lo que había planeado. Cuando llegué al Regency, Lauren estaba sentanda en el bar dentro del Silver Ivy. Siselee, la mesera que batía las pestañas, estaba sentada
frente a ella a la mesa, usando su uniforme.

―Hola. ―Ninguna de las dos me notó acercarme.

Al escuchar mi voz, Lauren se giró en mi dirección, tirando un vaso vacío en la mesa cuando se volvió. Se cayó al suelo y se rompió. Todos los ojos en el bar se dieron cuenta.

―¡Ahí está! ―dijo audiblemente. Cuando llegué a su alcance, envolvió un brazo alrededor de mi cintura y me jaló hacia ella. Un ayudante de camarero corrió y empezó a limpiar el desastre.

―Nuestro chica bebió un poco demasiado ―dijo Siselee.

¿Nuestro chico?

―Tuvo un mal día ―continuó. Su tono de altivez era irritante, y peleé contra la urgencia de ponerla en su lugar. En cambio, le hablé a Lauren.

―Oye. ¿Estás bien? ―Definitivamente estaba ebria. En su intento por abrir más sus ojos, de hecho, inclinó su cabeza hacia atrás. Como si al echar su cabeza hacia atrás pudiera ayudar a que los parpados se abrieran. Sonrió y se acurrucó contra mí; primero su cabeza contra mi pecho, por supuesto.

―Estoy genial. Ahora que estás aquí.

Le Balleur - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora