Cap. 43

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· Camila ·
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Dos semanas después de que los Steel ganaran el Super Bowl, la
vida finalmente había empezado a calmarse. Lauren había cumplido su promesa… estar ahí para mí y dejarme tener mi tiempo. La única vez que intentó tocarme, fue justo después de ganar el juego. Todos estaban celebrando en el campo y se las había arreglado para encontrarme. Me recogió, me giró en el aire y luego plantó un gran beso en mis labios. Ambas pasamos los siguientes siete días en una locura. Entre la cobertura de los medios de comunicación, el desfile del equipo y las docenas de entrevistas, me sorprendía que encontrara tiempo para verme. Pero lo hizo. Cada día hacía tiempo para mí. No había grandes gestos ni intentos de acelerar las cosas… solo me mostró cada día que estaría ahí para mí. ¿Cómo podía una chica no enamorarse completamente cuando sabía que podía contar con la persona que adoraba para atraparla cuando cayera?

El timbre sonó a las tres en punto. Le pregunté a Lauren si le importaría hacer una breve entrevista esta tarde en la estación. Dijo que sí sin dudar, aunque sabíaque estaba bastante harta de las cámaras en su rostro. También sabía que no me escucharía cuando le dije que me mandara un mensaje al llegar a mi apartamento. Siempre se presentaba. No estaba segura si era para ser una caballera o con la esperanza de que tuviera un momento de debilidad y así no tener que ser más una caballera. Conociendo a Lauren, era un cincuenta-cincuenta.

Abrí la puerta y ahí estaba la más deliciosa mujer en la que jamás había puesto mis ojos. Llevaba un chaquetón azul marino de lana, con una bufanda de cuadros escoceses azul marino y verde claro que resaltaba las motitas doradas en sus ojos verdes.

―¿Vas tarde?

―No. Llegas temprano. ―Estaba envuelta en un albornoz afelpado y tenía mi cabello recogido en una cola de caballo.

Miró su reloj.

―Dijiste a las tres.

―No, dije a las cuatro. ―Tomé una jugada de su libro. ¿De verdad creyó que me había tragado la constante confusión de hora? Pensaba que necesitaba ser astuta para pasar una hora extra en mi apartamento. Pero hoy, yo era la única astuta.

Puse los ojos en blanco y di un paso un lado.

―En serio, tienes un problema con la hora.

―Podría jurar que dijiste a las tres. ―Eso es porque lo hice.

―Bien. Conoces la rutina. Ponte cómoda. Voy a tomar una rápida ducha. ―Desaparecí en el cuarto de baño y mi rápida ducha se convirtió en un maratón de sesión de acicalamiento. Afeité hasta el último vello de la cintura hacia abajo, excepto por una fina línea entre mis piernas. Después, froté crema en toda la superficie de mi cuerpo y cepillé mi cabello húmedo. Inicialmente, pensé en pasear
por la sala de estar desnuda y que ella descubriera el resto. Pero decidí hacer las cosas al estilo Lauren. Envolví una afelpada y seca toalla alrededor de mi cuerpo y me preparé para cruzar la línea de no retorno.

―Cambio de planes ―grité desde el dormitorio mientras me arreglaba frente al espejo de cuerpo entero―. ¿Te importa si hacemos la entrevista aquí?

―Claro. Lo que tú quieras.

Lauren estaba viendo la televisión, dándome la espalda, cuando entré en la habitación. Respiré profundamente, rodeé el sofá y me coloqué delante. Estaba encorvada, pero se enderezó en el momento en que me vio frente a ella envuelta en una toalla.

―¿Puedo hacerle unas preguntas, señora Jauregui? ―hablé en mi cepillo para el cabello.

Frunció el ceño, pero me siguió la corriente.

―¿Cómo se siente ser dos veces MVP del Super Bowl?

―Se siente malditamente bien. Me han hecho esa pregunta casi mil veces, señorita Cabello. ¿No tiene ninguna pregunta original? ―La primera vez que me preguntó eso, quise patearle el culo. Esta vez, amé que recordara nuestro encuentro anterior.

Arqueé una ceja.

―Tengo una pregunta original, en realidad. ―Con tranquilidad, alcé mi mano y tiré del nudo de la toalla envuelta alrededor de mi cuerpo. Cayó al suelo―. Si te dijera que te amo más que a nada en el mundo, ¿me darías otra oportunidad?

Lauren se puso de pie. Su respuesta fue seria y me habló directamente a los ojos.

―Daría cada puta oportunidad que poseo para estar contigo de nuevo.

Chocamos, cerrando la distancia entre nosotros. Lauren me besó largo y duro, envolviendo sus gruesos brazos tan fuerte a mi alrededor que era difícil respirar. Pero nada nunca se había sentido mejor. Me levantó en el aire y sostuvo contra su pecho. Antes de que me diera cuenta de lo que estaba haciendo, me llevó al
dormitorio.

―Espero que esa sea la única entrevista que tengo que hacer de verdad. Por favor, dime que no tenemos que ir a tu oficina para hacer otra.

―La única cosa que tienes que hacer por los próximos días es a mí.
Me dejó al lado de la cama y empezó a quitarse su ropa. Movió la cabeza mientras sus ojos acariciaban mi cuerpo.

―Así que finalmente admites que me amas, pero no puedo hacerte el amor todavía.

―¿Por qué no?

―Porque necesito follarte duro y correrme dentro de ti de una manera que me hace sentir como un animal en este momento.

―También quiero eso. Dios, deseo eso también.

Me levantó, guiando mis piernas para envolver su cintura y nos giró hacia la pared.

―Guardaremos la cama para hacer el amor. Pero voy a tomarte contra esta pared ahora mismo.

Me besó hasta magullar mis labios y jadeé por aire. El control al que se había estado aferrando finalmente se rompió y la manera en que me miraba como si fuera su próxima comida fue lo más crudo y sexualmente excitante que había visto alguna vez en mi vida. Mi espalda estaba sujeta firmemente contra la pared, la mano de Lauren se deslizó de mi culo a mi abertura y hundió dos dedos en mi interior.

―Jesús, estás empapada.

Agarró mis caderas y embistió en mi interior. Mis ojos se cerraron en un aleteo, se sentía tan bien ser llenada por ella, tan correcto.

―Camila, abre los ojos.

Embistió contra mí más duro mientras su mirada sostenía la mía.

―Dímelo. Dímelo de nuevo.

―Te amo.

Susurró sobre mi boca:

―Otra vez.

En mi cuerpo empezó a construirse el clímax. Mi respiración se volvió más laboriosa y mis palabras se volvieron roncas.

―Te amo, Lauren Jauregui. Lo hago.

Me dijo que me amaba una y otra vez mientras embestía más y más profundo.

―Jodidamente te amo ―gimió mientras se corría dentro de mí.

Permanecimos contra la pared por un largo tiempo con nuestras frentes presionadas juntas. Un momento de completa claridad me golpeó mientras mirábamos los ojos del otro, nuestros pechos alzándose y cayendo al unísono. Por los últimos siete años, había estado buscando paz. Había pensado que la paz era un lugar donde no había tumulto o miedo. Donde no había altos y bajos y donde la
felicidad era encontrada en la calma. Pero en ese momento, finalmente me di cuenta de que la paz no se trataba de evitar cosas. Se trataba de hacer la elección de vivir la vida con todo su caos a tu alrededor y en el medio de todo, encontrar la calma en tu corazón.

Lauren Jauregui, la mujer que había entrado en mi vida como una tormenta, se había convertido en mi calma. ¿Qué tal eso para la ironía?

Le Balleur - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora