Cap. 32

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· Lauren ·
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Se suponía que las jugadoras de fútbol eran rudas. Diez mujeres de ciento cincuenta y ocho kilos amontonados, pateando y arañando,
codeando y rasguñando, para llegar a la única tipa que sostenía un
trozo de piel. Fui la tipa debajo de la pila cientos de veces. Nos levantábamos, quitábamos la suciedad de nuestras pestañas, discretamente enderezábamos un pulgar dislocado y volvíamos a la acción para otra ronda.

Pero la rudeza tenía sus límites. Incluso un diamante, si lo golpeabas en el lugar exacto, en el lugar donde se encontraba defectuoso y débil, a veces se rompía. Marlene era mi punto débil.

Willow lloró mientras el doctor hablaba. Su cerebro ya no hacía ninguna actividad funcional. Silenciosas lágrimas se derramaron mientras continuaba con nuestras opciones, una peor que la otra. Pero me mantuve fuerte. Incluso le agradecí antes de que se fuera, diciendo que volvería después esa tarde para discutir nuestra decisión. Cuando cerré la puerta detrás de él, tuve el tiempo
suficiente para atrapar a Willow antes de que cayera.

Se desplomó en mis brazos, con sus hombros sacudiéndose, su cuerpo temblando, los sollozos agitando su cuerpo. El graznido en su grito reveló su dolor físico. La sostuve con más fuerza.
Horas después, se encontraba mejor… la apoyé lo mejor que pude. Infiernos, incluso se había reído un par de veces en la última hora mientras jugábamos a la Ruleta de la Fortuna, una a cada lado de Marlene mientras escribíamos nuestras opciones.

El último rompecabezas había sido definitivamente el que más cambió el humor.

Categoría: Cosa.

_UCK _E IN THE A_ _ TONIGHT

¿En serio?

Solo uno de nosotros había puesto LUCK BE IN THE AIR TONIGHT. Y definitivamente no fui yo.

Después de una buena risa, Willow fue a la cafetería en busca de algo para almorzar. Una auxiliar vino y cambió las almohadas de Marlene y rellenó con agua la jarra de plástico rosa. Se enderezó un poco y asintió antes de irse. Manteniéndome ocupada, noté que había dejado un poco abierto el cajón junto a la cama, así que me acerqué para cerrarlo. Pero, por alguna razón, lo abrí primero. Dentro solo había una cosa… el estuche azul cielo de la dentadura de Marlene. Le habían quitado sus dientes cuando le pusieron el tubo para respirar en la garganta. Lo miré con fijeza… no sabía por qué, ciertamente era una cosa lo suficientemente al azar para activarme, pero ver el estuche me hizo perderlo. Lloré como una perra.

Habían pasado años desde que había llorado.

Cuando escuché la puerta abrirse detrás de mí, me quedé quieto frente al cajón abierto. Lo cerré, me incliné hacia abajo, besé a Marlene en la frente y fui al cuarto de baño sin girarme hacia Willow para que no viera mi rostro.


****


Esta mañana con Camila se sentía como si hubieran pasado días. Entre el subidón de emociones y un día de maratón de programas de juegos, no le había enviado un mensaje actualizando la situación. Saqué mi teléfono de mi bolsillo y lo encendí.

Lauren: Todavía en el hospital. Me iré pronto para la práctica. Volveré aquí esta noche. Los doctores van a apagar el respirador a las nueve.

Camila: Eso es bueno, ¿verdad?

Lauren: No.

Camila: Oh, Dios. Lo siento. Pensé que te referías a que había una mejoría.

Lauren: Es lo que ella hubiese querido.

Camila: Me alegra que sepas eso, y espero que te traiga un poco de paz.

Lauren: ¿Desayuno mañana, tal vez?

Nuestros mensajes fluían con rapidez, pero hubo una larga pausa antes de su siguiente respuesta.

Camila: En realidad, tengo una reunión para el desayuno que no puedo perderme. ¿Almuerzo, quizá?

Lauren: Está bien.

Camila: Llámame cuando sea que me necesites esta noche. La hora no importa. Estaré pensando en ti.

Esa noche, Willow y yo nos turnamos para despedirnos de Marlene antes que llegara el doctor. No recuerdo despedirme de mi madre… era demasiado joven cuando murió. Pero imaginaba que debió sentirse tan horrible como decirle esas últimas palabras a Marlene.

Miré su frágil cuerpo.

―Hay tantas cosas que me enseñaste con los años. A nunca rendirme. A amar a alguien que lo merezca, con fallos y todo. Diablos, puedo decir que alguien no es solo lo que hay en su cabeza de una y mil maneras gracias a ti. Pero también me enseñaste lo único que necesito en este momento: Cuando la vida te derribe,
detente y busca a tu alrededor algo que sea bueno, porque siempre hay algo. Entonces, aférrate a ello. ―Besé su frente una última vez y cubrí su mano con la mía―. Aquí está lo bueno a lo que me aferro hoy. Soy afortunada de haber conocido a alguien de quien es tan difícil despedirse.

Posiblemente, esa vez no puede esconderle a nadie mis lágrimas.

No mucho después de que nos despidiéramos, el doctor quitó los tubos de respiración y alimentación y apagó todos los monitores. No sabía qué esperar, pero simplemente dejó de respirar.

Marlene Elizabeth Garner murió a la 1:03 a.m.

Le Balleur - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora