Cap. 14

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· Camila ·
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Lauren me envió mensajes todos los días después de nuestra noche juntas. Y habíamos hablado por teléfono dos veces. Había crecido solo capturando destellos de mi papá durante la temporada de fútbol, así que no me sorprendió que estuviera ocupada. Pero eso no me impidió sentirme decepcionada. El sexo no había sido nada menos que espectacular. Aun así fueron las horas que habíamos pasado en la cama hablando lo que me hacían sentir algo que no había sentido en años. Esperanza. Es lo que me dio nuestra noche juntas. Casi había olvidado lo que se sentía. Mientras abordaba un avión a Texas para el partido de ida de los Steel, recordé por qué me había rendido a la esperanza después de Drew. Porque conseguir nuestras esperanzas destrozadas apestaba.

Me dirigí a mi asiento asignado en la fila veintiséis cuando el capitán llegó por el altavoz y pidió a todos tomar sus asientos rápidamente. Habíamos sido despejados para el despegue anticipado, y con un frente tormentoso moviéndose, no quería perder nuestro lugar en la fila de despegue. Genial. Una jodida tormenta. Justo lo que quiero escuchar. El tráfico en el camino hacia el aeropuerto había sido tan pesado que no había tenido tiempo de tomar una bebida y obtener mi Xanax hasta hace cinco minutos. Iba a ser un desastre para el despegue.

En cuanto llegué a mi fila, Lauren levantó la vista y me llamó la atención desde su asiento unas filas atrás. Sintiéndome extraña, sonreí y me apresuré a guardar mi bolsa. Estaba revisando mi cinturón de seguridad por tercera vez cuando la voz de Lauren me sorprendió.

―Connors ―se dirigió al reportero sentado junto a mí―. Fila treinta y uno. ―Levantó el pulgar hacia la parte trasera del avión.

El reportero levantó la vista hacia Brody, después a mí.

―Estamos a punto de despegar.

―Sí, es por eso que deberías apresurarte.

―Todas mis cosas están en el compartimiento superior.

―Te las llevaré una vez que estemos en el aire. Hay una botella de Merlot esperando y un asiento vacío junto a ti.

Connors resopló pero hizo su cambio. Lauren se sentó junto a mí.

―Supongo que no te diste cuenta del asiento vacío junto a mí.

De hecho no lo hice.

―Estaba preocupada por conseguir asiento. Y tratando de no enfocarme en el hecho de que vamos a estar en el aire, y que mi Xanax tiene otros veinte minutos antes de empezar a hacer efecto.

En ese momento, el avión empezó a deslizarse fuera de la puerta. Era apenas una sacudida, y nos movíamos a paso de tortuga, sin embargo mis manos agarraban los brazos del asiento.

Lauren quitó mis dedos con los nudillos blancos y los enlazó con los suyos.

―Te tengo.

―Cuando bajemos a toda velocidad desde el cielo a ochocientos kilómetros por hora hacia la tierra, ¿me tendrás entonces?

Sus cejas se levantaron. Mis entrañas estaban empezando a enloquecer, y no podía controlarlo. Sentí mi corazón acelerarse dentro de mi pecho. Lauren se dio la vuelta en su silla y habló con el reportero detrás de nosotros.

―Cinco filas atrás. Treinta y uno A. Pasa esa botella de Merlot.

Bajé un vaso antes de que despegáramos. En realidad no estaba ayudando. Sobre todo cuando el capitán salió de nuevo para darnos una actualización, dejándonos saber a todos que éramos los terceros en línea para el despegue, y deberíamos estar en nuestro camino en cinco minutos.

―Sabes, me gano bien la vida con esa mano. ―Los ojos de Lauren se estrecharon en nuestras manos unidas. La mía estaba sacando todo el color de la suya, excepto donde mis uñas estaban casi perforando su piel.

―Lo siento.

―Estoy bromeando. Apriétalas. ―Se inclinó hacia mí―. Me gusta la sensación de tus uñas clavándose en mí. Extraño la forma en que arañas mi espalda cuando estás cerca y yo desacelero.

―¿De verdad? ¿Vas a ir ahí cuando estoy ocupada tratando de detener un ataque de pánico?

Rió.

―Necesitas una distracción.

―Bueno, que tal si me hablas sobre el clima. ¿O deportes? ¿Sabías que el pateador de los Eagles mantiene el récord de juegos consecutivos desde 1971? ¿O que actualmente hay ocho jugadoras llamadas Smith en la liga, lo que es el récord para…? ―Estaba divagando, a mitad de la frase, Lauren decidió callarme. Su boca
descendió hacia la mía, besándome en esa forma que me hacía debilitar las rodillas. Agresivo, controlador, se sentía como si no pudiera tener suficiente.

Estaba completamente perdida en el beso y ni siquiera me había dado cuenta que el avión había despegado hasta que estuvimos en el aire.

―Ves. El despegue es asombroso si solo te sientas y disfrutas el viaje.

―Tendré que intentar eso más seguido. Me pregunto cómo será estar sentada junto a ti en el camino a casa.

―Ni siquiera es gracioso. ―La forma en que me miraba reprimió la sensación creciente de ansiedad que había deslizado los últimos días. Era temporada de fútbol. Yo, de todas las personas, debería saber que era donde tenía que estar su enfoque.

Nos vimos inmersos un tiempo hasta que mi Xanax empezó a hacer efecto, y eventualmente incliné mi cabeza en su hombro y me quedé dormida. Cuando desperté, ya estábamos aterrizando.

―Por un momento, no estaba segura de que estuvieras respirando.

Me estiré en mi asiento.

―Realmente estaba fuera.

―Lo sé. Intenté despertarte para unirnos al club de las alturas, pero no te movías. Llegué a quitarte bragas, pero después de que estabas como una madera muerta.

―No lo hiciste.

Se encogió de hombros y sonrió entre dientes. Luego volvió a estudiar su libro de jugadas.

Alisé mi falda arrugada y mientras estaba en ello, discretamente revisé mis bragas.

Lauren no levantó la vista de su libro cuando habló.

―Sabía que revisarías.

Le Balleur - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora