Cap. 39

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· Camila ·
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15 de enero, Drew habría cumplido veintiséis hoy. Este era el primer día que no iba a pasar el cumpleaños con su familia. El Sr. Martin se había retirado hacía unos pocos meses y finalmente convenció a la Sra. Martin para mudarse a Atlanta, donde ya vivía la hermana de Drew. Estaba contenta por ellos, pero cuando empacaron, también lo hicieron con las cosas de Drew. Incluso el año pasado, seis después de la muerte de Drew, su habitación seguía sin tocar cuando fui a celebrar su cumpleaños.

El viaje al cementerio fue largo. Estaba sola con mis pensamientos y traté de evocar recuerdos de los buenos tiempos que Drew y yo compartimos. La bienvenida del último año de instituto. Sonreí. Algunos de los chicos del equipo habían reservado unas pocas habitaciones de hotel, y todos fuimos allí después del juego.

La primera vez que Lauren me besó en su habitación de hotel, me golpeó tan duro, que no hubiera sido capaz de quedarme de pie si no hubiera estado cogiéndome tan fuerte.

Forcé a Lauren fuera de mi cabeza. De nuevo. Se estaba convirtiendo en un trabajo de tiempo completo ahora. Un avión en el aeropuerto cercano volaba bajo enfrente de mí. Recordé cuando Drew y yo volamos a Alabama para encontrarnos con el entrenador de fútbol de la universidad a la que planeaba asistir. Fue mi primer vuelo, y mis nervios estaban al borde. Drew sostuvo mi mano y me calmó contándome chistes verdes.

Brody me quitó el liento en el avión con un beso y trató de meter su mano por mi falda debajo de la manta.

Cambié de emisora. Solo hizo que mi cabeza se enredara más.

Estacionando en el cementerio, mi teléfono sonó, así que lo puse en altavoz y me senté en mi auto a hablar.

―Hola, Sra. Martin.

―¿Cuántas veces tengo que decirte que me llames Jana, querida?

Sonreí.

―Hola, Jana.

―Eso está mejor. ¿Cómo estás, cariño?

―Estoy bien. ¿Cómo van las cosas por Atlanta?

―Calientes.

Miré a la temperatura en el panel. Dos grados.

―Desearía poder decir lo mismo.

Hablamos por un rato sobre la mudanza y cómo se estaban amoldando a la vida de Atlanta. Después me sorprendió.

―¿Cómo van las cosas entre tú y ese guapo mariscal de campo?

La lucha entre Lauren y Corine había llevado mi relación con Lauren a las noticias. Me preguntaba si habían llegado hasta Atlanta.

―Um… no estamos…

―Oh. Lo siento, cielo. Solo pensé… bueno, vi algunas fotografías de ustedes dos, y la manera en que la mirabas… solo pensé que quizás habías encontrado a alguien. Parecías feliz. Pensé que vi la misma manera en que mirabas a Drew.  Tenía esperanzas.

No sabía qué decir.

―No funcionó.

Se quedó callada por un largo tiempo. Pensé que quizás habíamos perdido la conexión.

―¿Sra. Martin? ¿Jana?

―Estoy aquí.

―Oh. Pensé que te había perdido por un momento.

―Cariño, puede que esté totalmente fuera de lugar, pero voy a decirlo de todas maneras. ¿Te acuerdas de unas semanas antes de las pruebas, cuando rompiste con Drew? ¿Porque querías que fuera capaz de concentrarse en la escuela y el fútbol, y él no quería dejarte atrás?

―Sí.

―Te importaba tanto que querías que tuviese éxito y fuese feliz, incluso si significaba que no podías estar con él.

―Lo recuerdo. Le dije que ya no quería salir más con él. Estuvo enfadado durante diez minutos, después volvió a entrar, dándose cuenta de lo que estaba haciendo. Siempre podía ver a través de mí.

―Bueno, él se sentía de la misma manera por ti, sabes.

―Lo sé. ―No había duda en mi mente sobre que Drew me amaba.

―¿Pero entiendes lo que estoy diciendo? Drew querría que conocieras a alguien. Querría que siguieras con tu vida. Que fueras feliz. Que te enamoraras. Que tuvieras una familia algún día.

―Por supuesto que lo querría. Simplemente no he conocido a nadie que pudiera reemplazar a Drew.

―Eso es lo que me preocupa, Camila. Nadie tiene que reemplazar a Drew. Siempre tendrá un lugar en tu corazón. Pero puedes amar a dos hombres a la vez. Solo les amas de diferente manera.

No se me escapó que Lauren básicamente había dicho lo mismo.

―Gracias, Jana.

―No tengas miedo de amar de nuevo, querida.

Pasé un largo tiempo esa tarde sentada al lado de la tumba de Drew. A diferencia de otras veces que vine a visitarle, no lo hice llorando. En cambio, pensé en lo que Jana dijo. ¿Tenía miedo de amar de nuevo? Una tenue nieve comenzó a caer antes de que me fuera. Al contrario que la mayoría de neoyorquinos, amaba el invierno. Chocolate caliente, luces brillantes, jerséis calientes, nieve y fútbol.

Incliné mi cabeza atrás, abrí mi boca y alargué mis brazos para coger los copos que caían. Después de unos pocos minutos, deseé a Drew un feliz cumpleaños y me dirigí a mi auto. Llegando a la acera, a unos treinta metros de la frontera calentita de mi Jetta, me caí en esa hermosa nieve blanca que acababa de disfrutar. Me caí, aterrizando sobre mi trasero con mis dos pies en el aire. Por alguna razón, comencé a reírme histéricamente. Un hombre viejo que pasaba por allí con su mujer paró para ayudarme a levantar, pero agité la mano para que no lo hiciera, incapaz de hablar a través de mi risa.

Me quedé sentada sola en la acera, la nieve haciendo que mi cabello se volviera blanco y congelado, y cacareé hasta que mi risa se volvió llanto. El llanto se tornó en sollozos antes de que finalmente me levantara. Mis dientes estaban castañeando, mis labios hinchados por el frío del invierno, y mi cuerpo temblaba. Era un lío… pero por alguna razón, todo parecía ser claro de repente. No era que
estuviera asustada de enamorarme. Estaba bastante segura de que ya lo había hecho. Tenía miedo de que si algo pasaba de nuevo, no sería capaz de levantarme.

Le Balleur - Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora