3

270 26 17
                                    

Se llegó el día del viaje, los Osorio Bondoni ya estaban en la central de autobuses. Emilio y Joaquín habían ido por los boletos mientras los trillizos esperaban sentados, platicaban de cualquier cosa.

-Listo niños, vámonos- dijo Emilio y todos tomaron sus maletas para ir a abordar su autobús.
-¿Está todo bien, hijo?- preguntó Joaquín al ver a uno de sus hijos muy pensativo-. Has estado raro estos días.
-No es nada papá- dijo Sebastián regalandole una sonrisa-. Solo fue mucho estrés por la escuela.
-Estas vacaciones los harán descansar. Cualquier cosa que te ocurra sabes que tu papá y yo estamos para escucharte.
-Gracias papá.

Subieron al autobús, los Emiliaco se sentaron juntos, Ramiro y Giulietta también les tocó irse juntos, y Sebastián compartiría su lugar con alguien así que él se sentó del lado del pasillo para hablar con sus hermanos.

-Disculpa, ¿me das chance de pasar a mi lugar?- preguntó alguien amablemente.

Sebastián subió su mirada y vio a un chico aproximadamente de su edad. Por alguna extraña razón Sebastián comenzó a ponerse nervioso pero no negaba que el joven era guapo.

-Claro- dijo Sebastián y se levantó para que el joven se sentara del lado de la ventana, al menos no estaría solo.
-Pensé que estaría solo, pero por suerte habrá alguien con quién platicar- dijo el joven.
-¿Viajas solo?
-No, vengo con mis padres y mi hermano pequeño. ¿Tú con quién viajas?
-También con mis papás y mis hermanos. Por cierto, me llamo Sebastián.
-Oscar, un gusto.

Ya con todos los pasajeros el autobús emprendió su viaje. Todos se sentían cómodos, Giulietta chateaba con sus amigas y volteó al escuchar unas risas provenientes de los lugares de su lado. Con su codo le dió unos leves golpes a Ramiro y ambos vieron a su hermano muy risueño con Oscar.

-Nuestro hermano se ve feliz siendo quien es- susurró Ramiro.
-Lo sé, yo solo quiero que sea feliz- dijo Giulietta-. Pero no podemos comentar nada delante de nuestros papás hasta que él se sienta preparado.

Ya llevaban un buen rato viajando, muchos pasajeros iban dormidos. Emilio se asomó y sonrió al ver a sus tres hijos dormidos, eran su mayor orgullo. Se volvió a acomodar para dormir abrazando a su esposo.

-¿Todo bien, Emi?- preguntó Joaquín despertándose un momento.
-Si amor, solo me asomé a ver a los muchachos y están bien- dijo Emilio haciéndole piojito-. Durmamos un rato.
-Si es entre tus brazos y haciéndome piojito dormiré agusto.

Emilio le dió un beso en su frente y comenzaron a conciliar el sueño.

Familia Halcón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora