Capituló 6 - despiadado

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La bandeja tembló en sus manos cuando la tomo para ponerla en la mesita de noche. No podía comer ¿Cómo hacerlo? Cuando su vida era un completo desastre.

Alfonso tenía razón nadie le contrataría en su estado. Pero entonces qué haría, no podía estar en aquella casa. Bajo el mismo techo del hombre que amaba.Un hombre que no había confiado en ella.

Se pasó la mañana entera  sin salir de aquella habitación. No quería salir, no quería verle

La puerta se abrió una de emplea entró con una bandeja de comida, pero en él estado que se encontraba no podía comer nada. Así que hizo que la empleada se retirara con la comida intacta.

Pensó que no había visto aquella chica, al parecer habían contratado más personal. Ya que solo recordaba al ama de llave, al chofer y al jardinero.

Eso le hizo pensar en el invernadero había invertido tanto tiempo allí, cuidando de sus preciosas flores. Sonrió con tristeza de seguro estaban todas secas. Aquello le entristeció.

Alfonso estaba almorzando en el comedor cuando vio la empleada bajar con la bandeja en manos y la comida intacta.

-Dame la bandeja-le ordenó en un tono que hizo la chica temblar.

Tomó la bandeja de las manos temblorosa de la joven.

La puerta se abrió de golpe, lo cual hizo que Anahi se sentara de golpe en la cama.

Él se acercó a ella y dejo la bandeja en sus piernas.

-Come-gruño.

-No tengo hambre-protestó sin dejarse intimidar por aquel hombre.

-No me hagas perder la paciencia. La criatura necesita nutrientes. No saldré de aquí hasta que coma todo.

Ella lo fulmino y luego comenzó a comer, no tenía hambre pero muy a su pesar sabía que el tenía razón aunque nunca admitiría aquello en voz alta.

Alfonso se dijo que hacía aquello por el bien del bebé muy poco le importaba la madre. Aquel bebé no merecía sufrir ni pasar trabajo él estaba dispuesto a cuidar de la criatura aunque fuera la prueba de la traición de su ex-novia. Pero aquel bebé no tenía que pagar por los pecados de sus padres.

Ella no quería aquel bebé no se preocupaba por el. Había hecho mucho estupideces sin pensar el daño que le había podido causar a la criatura.
Él sabía lo que era crecer sin amor, su hermano gemelo Manuel siempre había sido chistoso, extrovertido y encantador, mientras que él había sido callado y muy reservado. A pesar de que eran gemelos no podían ser más diferentes.

Sus padres siempre habían dejado claro cuál era el preferido de la familia. Siempre lo habían amado más que a él, cuando era pequeño solía pensar que sus padres no le querían.

Después de mayor le había importado un bledo si le querían o no. Se había independizado a temprana edad.

Cuando ella terminó de comer él tomó la bandeja.

-Me encargare de que  ese bebé nazca sano, si no lo quieres yo lo adoptaré, pero no lo expondré a tu desprecio.

Atónica Anahi vio como salía de la habitación.

¡Que no lo quería! Como se había atrevido a decir aquello. Pero lo que más le sorprendió fue que él estaba dispuesto a adoptar la criatura. A pesar de que pensaba que era de su hermano, el hombre con quien supuestamente lo había engañado.

La tarde era fría, por lo cual se quedó en la cama descansando.

Una empleada le informó que Alfonso le estaba esperando en su despacho.

Se paro de la cama como si fuera el peor de los sacrificios. No quería ver a Alfonso solo quería salir de allí.

Estaba nerviosa, pero mientras bajaba las escaleras se obligó asimisma a serenarse.

Estaba frente a gran puerta de robles, no quería entrar, no podía soportar otro enfrentamiento con el.

La puerta se abrió y ella dio un paso atrás por la sorpresa.

El la analizó con ojos frío, No debía sentir pena por aquella mujer. Ella le había traicionado.

-Entra-dijo, pero aquello sonó como un orden, ella no puedo evitar hacer una mueca de disgusto.

Alfonso cerró la puerta y miró con rabia retenida la mujer que en aquellos momentos le daban la espalda.

Ella podía sentir sus ojos sobre ella, se quedó completamente inmóvil. Aquel hombre la odiaba, y le dolía tanto ver el odio en su mirada

Suspiro tristemente, ella era tan víctima como él.

-Siéntate-le ordenó bruscamente.

-No, así estoy bien.

-Como quieras-le espetó.

-¿Qué es lo que quieres?

-En cuanto te recupere por completo, trabajaras para mi.

-Trabajar para ti?—dijo asombrada.

-No pretendes quedarte aquí, sin hacer nada. El hecho que este embarazada no quiere decir que este enferma-cada palabra fue pronunciada con desprecio.

-Quien dice que me quedaré aquí. No pienso estar un minuto bajo el mismo techo que tu-dijo calmadamente, aunque estaba devastada en su interior.

-No tienes a donde ir, no tienes nada, yo me haré cargo de que a ti y a tu hijo no le falte nada. Sólo debes trabajar para mí. Tan sencillo como eso.

Debía mantenerla cerca se dijo, no solo para vengarse sino, para descubrir si aquel bebé era de él.

-Conseguiré un empleo-dijo ella. No estaba dispuesta a trabajar para aquel hombre.

-No lo creo, mira en el estado que está.

-Tu mismo lo dijiste estoy embarazada no enferma. Soy capaz de conseguir un empleo.

el la miró con fiereza, ella había usada sus propias palabras en su contra.

-Aún no has entendido-dijo a la vez que se acercaba peligrosamente a ella-No conseguirás ningún trabajo, excepto el que yo te ofrezco.

-No puedes prohibirme nada.

Antes sus palabras Alfonso rió fríamente.

-Puedo hacer lo que yo quiera. Y tú será una más de la servidumbre.

-Nunca-le espetó furiosa, no era que se avergonzara de trabajar como servidumbre pues era un trabajo decente, lo que no podía soportar era trabajar para él era una locura.

-No tienes opción. Nadie se atreverá a desafiarme y él que lo haga pagará muy caro.

-¿De qué está hablando?.

-De que a nadie le gustaría tenerme como enemigo, No son idiota como para contratarte. Y aunque lograra conseguir un trabajo,solo bastaría una llamada, Porque crees que te despidieron de aquel Colegio donde trabajabas.

Lo miro con rabia él había sido el culpable de que la despidieran ,había planeado todo.

Sin pensar lo que hacía levantó la mano y cuando escucho el sonido de su mano al chocar en la mejilla de Harry era muy tarde para detenerse.

Lo miró horrorizada y se quedó helada.

Alfonso la sujetó por las muñecas y apretó su agarre fuertemente. Tanto que ella gimió de dolor.

-La próxima vez que hagas esto no seré responsable de lo que te pueda pasar-dijo con el ceño fruncido y la mandíbula apretada. Y una mirada que asustaba más que el mismo demonio.

Salió de allí hecho una fiera, dando un fuerte portazo.

Dejando a una mujer temblorosa y asustaba, al punto de sufrir un colapso emocional.

Estaba en sus manos, estaba bajo el mando de un hombre despiadado y cruel.

Dolorosa venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora