Capitulo 9 - pesadilla

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Alfonso pensó que como decía el dicho le había salido el tiro por la culata la cena había sido un desastre. Khristeen y su madre se habían pasado la cena entera hablando de los preparativos de la boda. Mientras que él sólo había estado pensando en Anahi y en los diferentes tipos de sentimientos que ella despertaba en él.

Le odiaba, pero a caso no era el odio una máscara del amor Pero no la amaba se reprochó aquel sentimiento había muerto. Estaba preocupado por ella y por el bebé no quería causarle un gran disgusto y que aquello afectara al bebé o a ella. Aquello le hizó pensar en su hermana Tasha, había salido embarazada a un siendo adolescente aquello le había costado constantes crítica y rechazó de su familia, El había intentado ayudarle pero al final ella se había sumergido en una profunda depresión que término con su vida y la del bebé. Aquella había sido una etapa dura para él No estaba disputo a permitir que lo mismo pasará con Anahi. Si bien quería venganza, pero  poco a poco sin precionar mucho.

Pero lo que para él parecía poco para ella no lo era.

Declinó la oferta de tomar el postres en la terraza alegando que tenía que realizar una llamada de negocios, con aquel pretextó salió de allí en busca de Anahí.

Según había pasado los minutos el clima se había tornado más frio, ella pensó que era  tiempo de retornar, no llevava la vestimenta adecuada para estar en aquel clima.

Al menos en su habitación estaría más caliente, pero pensó que quizas aquella no fuera más su habitación. Ya que las habitaciones de los empleados estaba en la primera planta y ella en aquella casa era sólo una empleada más.

Alfonso no la encontró en su habitación como había supuesto que estaría allí, Se encaminó a la cocina pero allí no estaba. Estaba apunto de salir de la cocina cuando escucho una puerta  abrirse y la exclamación de Margarete.

-¡Señora que hacia hay afuera con entre frío atros!.

Miró a la recien llegada y fruncio el ceño de preocupación al ver el semblante de la joven.

-Estoy bien, descuida Margarete-se apresuró a decir ella.

-Le preparare una bandeja con  chocolate caliente y una tostada no a cenado nada.

-Gracias, pero no tengo hombre.

-Prepare esa bandeja y subala a su habitación-ordeno su amado sólo entonces ella se percató de la presencia de él

-Ya he dicho que no deseo nada señor Herrera—protesto.

Él no dijo nada, sólo la tomó del brazo y la saco de allí.

Ella se soltó de su agarre encuanto pudo, Miró a su alrededor con cautela.

-Descuida todo están en la terraza-dijo sintiendo un poco de pena por ella.

-Estoy cansada, solo quiero dormir-dijo en voz baja.

-Bien eso harás entonces, después que comas algo, no sólo piénse en ti, ese bebé necesita nutrientes para desarrollarse.

-¿Donde dormir señor Herrera? —cuestionó sin ánimo, ignorando lo último que él había dicho.

Aquella pregunta desconcertó a Harry.

-En tu habitación.

-Como es eso posible señor Herrera, si la habitaciónes de los enpleados esta en la primera planta, y yo soy una empleada más.

-Deja de decimer señor Herrera— al darse cuenta que estaba gritando Alfonso cambió el tono de su voz—Allí estará más cómoda, además podrás decorar la habitación continúa a la tuya para el bebé, Ahora calla y camina te ves agotada.

Estaba agotada por lo cual no replicó no quería inicial una discusión.

Decórar la habitación para el bebé,no valía la pena hacerlo porque antes de que el bebé naciera ella estaría muy lejos de aquella casa y fuera de aquel país.

Cuándo llegaron a la habitacion él la observo con ojos críticos.

-Tenemos que comprarte ropa nueva esa te queda pequeña.

-En cuanto cobre mi primer sueldo  la comprare, porqué imaginó que tengo derecho a cobrar por mi trabajo mañana mismo empezare.

Sus palabras dejaron a Alfonso desconcertado aquella no sonaban como palabras de una mujer ambiciosa.

-Hablaremos de eso luego-dijo,para evitar una discusión.

-Bien, quiero estar sola puedes retirarte.

El sonrió y enarco una ceja, ella le estaba corriendo de su propia casa, sólo ella se atrevía a decir aquello. Aunque no le sorprendió ella siempre le había desafiado y enfrentado, no todo el mundo tenía el valor de hacer aquello.

-Me quedaré hasta que cenes, quiero asesorearme de que te comas todo.

-No soy una niña-protesto ella.

-Desde luego que no-murmuró pensando en la noches de pasión que habían pasado juntos.

Ella se sonrojó porque sabía exactamente en lo que él estaba pensando. Su sonrojó no paso desapercibido para él.

Aquello le desconcertaba como diablos aquella mujer podían aún sonrojarse, ella no era precisamente una santa, y mucho menos una virgen, claro que no. Él se había encargado de  eso hacia tiempo. Quizás por eso su cuerpo aún reaccionaba cuando estaba cerca de ella, él había sido su primer amante, el hombre que le habia demostrado cada uno de los placeres del sexo. Quizás por eso aún  la deseaba apesar de todo lo sucedido, aquello le enfurecía. No quería sentir nada por ella.

Se quedó hasta que ella cenó  incluso hasta mucho rato después que ella se durmiera.Cuanto no hubiera dado para cambiar el curso de la historia.

Cuándo salio al pasillo, no fue a su habitación, bajo al despacho y allí se encerró. Los invitado se había marchado lo cual el agradeció No quería  que le molestarán.
Dedico las siguientes horas a planear  una buena estrategia para el siguiente negocio que estaba por hacer con los inglés, Ellos eran quienes le suplían  algunos materiales de calidad superior. Su empresa se dicaba a la construcción y remodelación de
vivienda, edificio, comercio, centro comerciales.

Él estaba allí, la rodeaba con sus fuertes brazos mientras veían el paisaje blanquecido por la nieve. Ella estaba acorrucada junto en él en el mueble.

Él la miraba con orgullo y una radiante sonrisa en sus dulces labios, a la vez que acariciaba su abultado vientre.

De un momento a otro todo cambio. Estaba sola en una fría habitación, un dolor punzante la hizo gritar de dolor y al bajar la mirada vio sangre que fluia de ella.Entonces gritó a todo pulmón el nombre de la única persona que podía ayudarle.

Alfonso despertó sobresaltó ,había escuchado aquel gritó, ella le llamaba.

No lo dudó ni un segundo en salir de la cama y acudir a su llamado.

La encontró sentado en la cama temblando,tuvo el impulso de abrazarla pero frenó aquel impulso.

-¿Que sucedió? ¿Estas bien?-preguntó pero no obtuvo repuesta alguna.

Entonces tomó sus suves manos en la de él, sólo entonces ella le miró, como si al fin hubiera salido de la neblina que la envolvía.

-poncho..—susurró.

-Estas temblando, tranquilisate, sólo fue un mal sueño-le dijo en voz baja.

Ella asintió pero aún así el miedo de sus ojos no desapareció.

Alfonso violó cualquier regla que se había planteado a si mismo y la tomo en sus brazos. Y asi tubiero durante horas.

Él no quería sentir nada por ella, pero parecía tan indefensa y asustada que no fue capaz de dejarla sola aquella noche.

Dolorosa venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora