4. El paciente

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Amelia puso todo de si para no olvidar todas las indicaciones o mejor dicho, la rutina que debía seguir al pie de la letra. La paga y demás fue lo de menos, la cosa se puso sería cuando le explico sobre los pacientes del lugar, el trabajo de las enfermeras,  como entrar y salir del lugar. Hace poco el hospital empezó a aceptar a presos mentales quienes eran internados para un mejor diagnostico o para cumplir la condena que no pueden en prisión por su condición.

Por esos motivos la seguridad del nosocomio se incremento para salvaguardar a todos los paciente y personal del lugar. Le fue entregado su identificación y unas llaves para entrar y salir del hospital, además se le encargo a su primer paciente. Un hombre de unos treinta años quien sufría de severas alucinaciones.

Cuando lo vio por primera vez se sorprendió ya que parecía estar bien, respondió bien las preguntas asimismo su actitud no era para nada hostil como se los describió una de las enfermeras quien fue mordida por el cuando se dispuso a ordenar su cama. 

Indago un poco más en el paciente pero debía recolectar más información para dar un diagnostico preciso de su padecimiento y de ser posible saber que lo causo. 

En la tercera sesión noto que tenía una marcas en las muñecas preguntándole que había pasado.

- Me dio una convulsión ayer, me tuvieron que contener después de eso. 

- ¿Convulsiones?

- Si, creo que son eso. Mi madre tenia epilepsia, será que también tengo o bueno eso no lo se. 

- Bueno, la epilepsia no se pasa más bien son cambios genéticos que se presentan en la infancia que no heredó de los padres- el hombre castaño pareció desanimado luego de aquella declaración.

- Eso me dicen todos. Me dan esos ataques y luego.....- se quedo en silencio unos largos minutos viendo un punto fijo en la pared blanca. Amelia lo notó creyendo que estaba teniendo una alucinación estaba a punto de presionar el botón de seguridad debajo de la mesa que emitía una luz roja afuera de la habitación que avisaba a los enfermeros para que entraran a contener al paciente, más se impresiono al ver como el hombre caía de la silla temblando violentamente. 

Con ello supo que el diagnostico medico estaba sin completar, el hombre padecía de epilepsia lo cual provoco daños cerebrales que desencadeno en ataques psicóticos junto con alucinaciones que sufría en determinados momentos.  

Llego a ser una sorpresa para varios psiquiatras del lugar pero para Amelia sintió se trataba de una negligencia de su anterior psiquiatra más lo dejo pasar ya que el caso se resolvió, ahora se le iba a comenzar a dar el tratamiento correcto y los medicamentos para tratar sus alucinaciones. Amelia sentía que aquel hombre tenía esperanza ya que lograba controlar varios impulsos agresivos, con la medicación sería un hombre libre del hospital y de su condición. 

El director del nosocomio alagó el primer caso de Amelia en el hospital, aun era prematuro pero comenzó a confiar más en su capacidad y en su valentía, ya que el hombre que atendió tenia el antecedente de ser muy violento, por lo que una tarde la llamo para que charlaran sobre un paciente en especifico. 

- ¿De que se trata señor Marlon?

- Verá usted señorita Amelia, hace unas tres semanas se integro al pabellón P un paciente con espera de un diagnostico.

- ¿Tres semanas? No le parece mucho tiempo en espera- menciono sorprendida la cobriza.

- Su situación es complicada señorita- comenzó el sendero hacia el pabellón P seguido de Amelia preguntándose a que se refería con que tenia una situación complicada. Mientras iban de camino esta recordó una pequeña conversación con Tiana, la jefa de administración, quien le explico sobre los pabellones del hospital. Eran tres en total, el pabellón S donde estaban los "sosegados", el pabellón F que eran los "fuguillas" y por último el pabellón P que contenía a los "problemáticos".

PsicóticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora