37. Trasfondo

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El sol de la mañana alumbró con poca fuerza a la metrópolis que, empapada por la última lluvia, se alistaba para despedir a los fallecidos en el más fatal incendio alguna vez sucedido. Paso por todas las noticias del mundo, era tendencia en las redes sociales y la gente no dejaba de hablar del tema a pesar de haber pasado más de 15 días desde el suceso.

Y no, los pacientes, víctimas del salvaje fuego, no eran el tema principal de los cuchicheos de las vecinas y dueños de negocios. Se trataba del hombre millonario que fue internado en aquel sanatorio por haber asesinado a su prometida de la forma más cruel e inhumana. Muchos se alegraron de su deceso, no había empatía para un asesino.
Otros se burlaban pensando en el karma que se llevo por descuartizar a la joven a quien pensaba desposar, otros más paranoicos, alardeaban que se trataba de una estrategia para desviar la situación política del país del ojo público. Apostaban a que el tipo seguía vivo en alguna parte, quizá ya muy lejos de ahí.

Independientemente de todas esas hipótesis, el dolor de la familia del multimillonario era real. Los 12 acólitos que tuvo realizaron un funeral privado. En vista que no hubo cuerpo que recuperar, hicieron un rito simbólico enterrando una urna con la tierra en donde se halló fue derramada su sangre. Todos inmutables vieron como eran enterrado la pequeña urna, para después ser colocada la lápida en el mausoleo familiar, al lado de su madre.

En fila se despidieron de su padre con palabras inaudibles, solo ellos sabían con que oración le dieron el último adiós.
Tras culminar la ceremonia, Mojito se fue al auto a esperar a Whis y a Vados que le retiraron un corto poema a su fallecido padre.

- Esperamos verte otra vez padre, aunque seguro usted no querría que eso fuera pronto- expresó Whis saliendo del mausoleo junto a Vados quien cubrió su cara con un pañuelo, había sido fuerte hasta ese momento pero luego de escuchar a su hermano, las lágrimas simplemente salieron.

- Esto es vergonzoso- le dijo la mujer a su hermano quien le sonrió dulce agitando la cabeza hacia los lados.

- Para nada querida hermana, es tierno saber que detrás de tu salvaje sarcasmo aún este la niña que gritaba con ver a una mariquita- aprecio cándido recibiendo un golpecito en el hombro de parte de su gemela.

Cuando salieron, se toparon con los nueve hijos restantes del difunto. La menor, Margarita, soltaba un llanto casto, Cucatail y Sour miraban a un punto fijo, a Cognic se le notaba nervioso, Martinu y Awamo sostenían claveles blancos, las flores favoritas de su madre y que su padre siempre le regalaba. Campari apretaba sus manos, y Cus junto a Korn miraban fijos el nombre inscrito en la lápida recién colocada.

- Ya terminó la ceremonia, no tienen porque seguir ahí, fingiendo que les duele la muerte de nuestro padre- aseveró Whis en un tono despectivo logrando llamar la atención de los 9 hermanos.

- ¿Cómo puedes decir eso?- interrogó Martinu notablemente ofendida.

- No eres el único que sufre Whis, pero por eso no deberías desquitarte con nosotros- razonó Sour sin mirarlo a la cara.

Whis ante aquellas palabras, sonrió, empezando a reírse con su peculiar carácter.

- No puedo creer lo que escucho, bueno me siento aliviado de que el cinismo se aprenda y no sea de sangre- declaró en tono burlón pensando en irse con Vados quien empezó a jalar de su manga para que se detuviera.

- Eres tan injusto con nosotros hermano- espetó Margarita mostrando su rostro enrojecido tras la mascada- Si nos fuimos fue para sobrevivir, además, no tenía sentido permanecer en esa casa sabiendo lo que hizo nuestro padre.

Su fuerte tono de voz hizo despertar a los dos hermanos omnipresentes en aquella charla.

- Margarita tiene razón, lo que hizo nuestro padre no tiene nombre. Pero, ciertamente como descendientes hemos fallado- pronuncio tembloroso el más grande de todos- Tuvimos que apartar a esa mujer de nuestro padre, era muy joven y sus valores eran otros.

PsicóticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora