Precisos pasos daba el joven camarero alrededor de las mesas, era su primer día por lo que no quería arruinarlo con su torpeza. Recogía los platos de las mesas vacías, era media tarde y el restaurante a esa hora funcionaba mas como bar que para disfrutar de una comida. Pero ese día ocurrió algo inusual, pasados unos minutos de comenzar su turno un par de clientas se sentaron en una de las mesas del fondo, lejos del bar. La mayoría de clientes a esas horas de la tarde se iban de frente a la barra, por el contrario de las dos.
El joven no se fijo bien en el detalle, solo atino a acercarse para atenderlas, serían las primeras comensales que atendería.
- Buenas tardes....-fijo su mirada en las ropas de las mujeres, deduciendo a que se dedicaban- Enfermeras.
- Doctoras- corrigió un poco irritada la mujer pelinegra de corte pixie mientras se cruzaba de brazos- Deslucido.
- Lo siento, mi compañera esta un poco indispuesta por su periodo. Si resulta grosera, compréndala- pidió con un gesto amable en contraste con la mirada asesina de la otra mujer. El pobre chico no sabia si sonreír, no por la cobriza si no por la pelinegra que cada segundo acentuaba su postura.
- Muy bien... ¿Desean algo de tomar?- titubeó encogido de hombros.
- Un brandi.
- Para mi un té, por favor- estiro la carta para devolvérsela al joven, el cual la tomo para irse casi corriendo a la cocina.
Una vez solas no hablaron enseguida, de hecho, durante el camino no se dijeron ninguna palabra. Considerando que después de lo ocurrido hace unas horas se abriría un probable debate, cosa que si iba a suceder pero no en el hospital con enfermeros entrando con los pacientes a sus respectivas habitaciones. Hasta el momento, Amelia no tenia ningún cuestionamiento sobre Videl, le parecía una chica enérgica, bromista (a veces de mal gusto) y muy sincera en ocasiones. Estaba bien con todo eso, no le perturbaban, lo que no podría ignorar entonces era su comportamiento inadecuado con su paciente.
Ella ya lo sabía, desde hace rato, pero por todo lo que estaba pasando con el señor Dai lo había dejado casi olvidado por completo hasta esa tarde. Parecía ser que su corazonada fue un impulso por encarar a su compañera sobre el tema tan delicado, mejor dicho poco ético profesional.
- Ya que no estas dispuesta a romper el silencio incómodo, empiezo yo- anunció Videl- Pero antes, no le encuentro motivos a la humillación de antes ¿Qué fue eso Amelia?
- No es adecuada tu queja Videl- conjeturo confiada- Además las quejas no tendría que darlas yo? Por poco y me asfixia en frente de tu paciente.
- Eso fue....- se detuvo al darse cuenta de su tono exaltado, si la trajo a ese lugar para no llamar la atención ahora menos debía perder los estribos- Que iba a hacer, me puse nerviosa y solo.... te pido perdón por eso- terminó aceptando su error agachando un poco la cabeza. Pero en ese momento al verla en frente de ellos su cuerpo reaccionó tapándole la boca con fuerza pensando en que Amelia emitiría algún grito o algo parecido. De no ser por el joven que estaba ahí, probablemente habría terminado por cometer una gran tontería.
- Bueno creo que estamos a mano entonces- parpadeo lento recibiendo con una sonrisa al camarero que llego con el té y el brandy que habían pedido.
Para luego irse velozmente de regreso a la cocina.- Tienes talento para espantar a la gente- comentó divertida por la actitud que tomo el chico.
- Creo que es de familia, a no, mi padre es adorado por todos. Heredé el carácter fuerte de mi madre, supongo- declaró bebiendo un poco de su trago, no estaba mal pero no comparaba con los que hacían en su casa- Sin embargo, no estamos aqui para hablar de mi familia. ¿Verdad?

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Psicótico
RandomTras las frías paredes de aquel hospital psiquiátrico, se encontraba él tentando a la suerte y una doctora novata encargada de atender su psicosis.