28. Mal Juicio

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Por las noticias locales se anunciaban que los próximos días, lluvias torrenciales iban a estar presentes desde las 4 hasta casi media noche. Era la entrada que hacía e cambio de estación, que muchos se tomaron enserio y comenzaron a comprar mantas térmicas, ropa gruesa y provisiones, ya que salir en medio de una tormenta al supermercado no sonaba del todo oportuno.

Amelia escucho atenta el pequeño televisor viejo en la sala, mientras cocía una manta térmica que guardaba su prima en una caja. Habían muchas cosas de invierno, de hecho.
Una vez termino de hacerlo fue a la cama, se sentía agitada por todo lo que había pasado. Primero hablo con Videl, aclarando un tema pendiente y después sin querer se encontró con el abogado del señor Dai, su plática fue medianamente corta aún así lograron darse el tiempo para ponerse al tanto de muchas cosas. Ella le comentó lo que había pasado con Dai en el hospital y el le dio avanzas de como iba su juicio.

El escenario había mejorado ahora que el fiscal era otro, una mujer dispuesta a no dejar que los padres de la víctima le endulzan el oído con pedidos desproporcionados, y más paciente. Le servía a ella para seguir con el tratamiento para que el señor Dai recuperara la memoria, sobre todo para que Kibito-shin siguiera investigando para hallar pruebas de su inocencia.

Todo eso se dijeron en un tiempo relativamente corto. Tenía que decirle de esto a Dai, seguro se relajaría al saber que su caso mostraba avances.
Imagino entre sueños la expresión que pondría, algo tonto de predecir por la falta de expresividad de su parte, su semblante apenas sufría cambios, si sonreía lo hacía por compromiso por lo que la mayoría de veces estaba serio. Aunque cada vez lo veía más sonriente sin ser indulgente. Eso le agradaba de sobremanera.

Terminó casi de cara al suelo cuando su rostro se le presento a su lado en esa cama, estaba echado de costado mirándola con esos ojos azafrán y una sonrisa dulce. De un grito se apartó al borde tocando el suelo con su mano para evitar una dolorosa caída.

- Estas imaginando disparates Amelia, ya basta- se dijo a si misma en voz alta reincorporándose en su lecho tirando su almohada en el lado donde vio al señor Dai.

A primera hora en el nosocomio el personal de limpieza trataba de tapar las goteras del techo que empezaron a inundar el primer y segundo piso sin compasión. Muchos enfermeros y doctores se decían entre dientes que debían haber venido con botas de caucho, claro estaba que sus zapatos se estropearían.

Amelia llegó cuando casi el personal terminaba de trapear el piso lleno de huellas de diferentes suelas. Ella también hizo algunas con sus botas de cuero.
La situación en el edificio principal era problemática pero en el pabellón P no lo era del todo. Solo eran los charcos de lodo que se formo en la entrada, y que muchos pacientes usaron para jugar.
Cuando llego a la administración se encontró a Dave hablando con Erana, no entendía que hacía ahí, ya no era su pabellón.

Paso de largo por el pasillo sin saludar, después se disculparía. Erana la vio de reojo concentrando su mirada de lleno en ella. Una montaña de perturbadas ideas pasaron por su mente, en todos esos escenarios esa mujer terminaba de rodillas pidiéndole disculpas por haberla hecho perder la confianza de quien llamaba "osito". Dave notó la mirada asesina de la rubia por lo que le toco el brazo para que hiciera lo que vino a hacer en un pabellón que no le correspondía. 

- Claro, donde puedo encontrar a mi mejor amiga Videl?- pregunto cándida.

- Esta en la sala de enfermeras- le señalo tomando algunas carpetas llendo a otro lado, esperando que la mujer no notara que se trataba de una finta para no tener que hablar con ella. 

Mientras Amelia iba de camino a encontrarse con Dai para comenzar con su terapia, tenia otras pruebas que hacerle para hacerle recuperar la memoria lo más pronto posible de tal forma así poder aprovechar la oportunidad que se habría con esta nueva fiscal que le describió Kibito-shin en el autobús. 

PsicóticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora