El despertador se escucho por varios minutos, hasta que Amelia se decidió en ponerse de pie para apagarlo de una patada, arrojándolo al muro contigua a la habitación haciendo que se rompiera en varios pedazos. No se sentía bien.
La nariz le goteaba y tenia los ojos llorosos, probablemente había pescado un resfriado por haberse quedado altas horas de la noche mirando a la ventana, recibiendo el frio aire nocturno. Fue a duras penas a la cocina para prepararse una infusión, todo seguía igual en ese cuarto, piso como se le quisiera llamar. Aún permanecían esas dos cartas y la llave que dejo su prima Maron, sin mayor explicación, bueno que le diría acerca de su delito. Evidentemente se iba a callar y solo irse de la ciudad a hacer una nueva vida, dejándola sola con la ilusión de vivir una nueva vida juntas como lo había planeado desde que eran infantes; solo fueron promesas vacías, pensó.
Se fue a la sala para acurrucarse en la manta que hizo ella misma desde cero cuando era más joven, aún lo era pero sentía que había desperdiciado buena parte de su adolescencia trabajando o estudiando para poder titularse lo antes posible. No obstante, una huelga en su pueblo le imposibilito de seguir en la universidad retrasándola un año; era más humillante ya que era un pueblo y tenía universidad; que le faltaba para ser una ciudad casi nada.
Termino su infusión en silencio para luego acostarse en el mullido sillón, se sentía caliente y cómodo, haciendo que se quedara dormida casi unos minutos después.
Se despertó por un fuerte sonido afuera, al parecer había una construcción cerca que empezaba a colocar los ladrillos en las paredes del que iba a ser un edificio departamental. Tomo su celular al costado del respaldar encontrando que eran un cuarto para las 9. No sabía si ir al hospital o no, su paciente no tenia sesión por lo que no había motivos para ir. Fue entonces que se levanto de golpe del sofá.
- El señor Dai esta en la enfermería, quizás...- se dijo a si misma parándose del sofá para irse a cambiar rápido.
Fue una corazonada o eso quería pensar cuando por su mente paso la idea de hablar con él personalmente. Ya había escuchado a su abogado, pero de el, no conocía su versión. Por lo que estudio sobre el, era un hombre amante del orden que pocas veces dejaba su postura para dar cabida a razonamientos atípicos a él. Ordenado. De mente analítica, acostumbrado a que se hiciera su voluntad. Sonaba a un jefe más que a un líder, pero lo cierto es que notó en el una gran amabilidad, junto con modales excepcionales y respetuoso de las opiniones adversas hacia su persona. Lo entendió cuando solo le dedico una mirada oscura después de haberle dicho de todo, aquel golpe que le dio a la pared pudo haberse desencadenado por la carga emocional que tuvo ese día. No era un hombre emocional como otros, los demostraba de forma "particular".
Con eso en mente supuso que no arriesgaba nada si hablaba con el, no le daría otra crisis si indagaba de más en el suceso. Debía ser cuidadosa para evitar que se cerrara con las preguntas, lo cierto es que era muy discreto y no depositaba su confianza a la ligera; parece tenia estándares para elegir a su "amigos".
Puesto el abrigo y las botas de su madre, se dispuso a salir de su piso a toda prisa esperando que no lo hayan regresado a su cuarto. Sentía seria más difícil hablar con él, de hecho, fue muy arriesgado enfrentarlo como si nada ese día en su habitación. Probablemente alguien los había escuchado, los pacientes en los cuartos contiguos tal vez, pero poca credibilidad podían tener si esparcían el suceso; o eso creía.
Bajo de prisa las escaleras acomodándose el saco mientras salía a toda carrera de la casa compartida, pensar que había logrado adaptarse al lugar era algo que aún le impresionaba. Vio a Job cerca a la pista a la cual saludo alegre, la gitana le devolvió el saludo hasta que Amelia se perdió en las esquinas de la calle. Siguió limpiando la vereda como todas las mañanas hasta que vio a dos hombres acercarse a la casa, merodeando los alrededores esta temió lo peor. Con su taser en mano se acerco a estos misteriosos hombres preguntándoles que buscan.
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Psicótico
AléatoireTras las frías paredes de aquel hospital psiquiátrico, se encontraba él tentando a la suerte y una doctora novata encargada de atender su psicosis.