Al ingresar al restaurante, ellos junto a otros clientes fueron recibidos por un vestíbulo exquisitamente decorado, donde se fusiona la riqueza de la época barroca con toques modernos. Los suelos de mármol pulido reflejan la luz de imponentes lámparas de araña que cuelgan desde techos altos, creando una atmósfera de esplendor que trasportaba a los comensales a aquella época donde lo exuberante y complejo del realismo era la corriente de todos. El salón principal impresionaba con mesas elegantemente dispuestas, cada una con cubiertos de plata y finas vajillas. Los tapices murales, ricamente decorados con motivos barrocos, añaden un toque de sofisticación a las paredes, mientras que grandes espejos dorados amplían el espacio y reflejan la luz de las delicadas velas en las mesas.
No sabia aún como había conseguido una mesa en aquel restaurante pero lo más impresionante no fue eso, sino haber invitado a cenar al abogado de su paciente; del cual descubrió fingía una psicosis para seguramente evitar pisar la cárcel o de eso se había convencido se trataba toda la pantomima que invento.
Uno de los meseros se acerco con el meno de la noche, en el estaban una cantidad de platillos extravagantes de los cuales nunca había escuchado alguna vez. Habían muchas opciones que se veían apetecibles, sin embargo el precio los platillos le quito el hambre cerrando el menú de forma suave .
- Pida lo que desee doctora, yo invito- pronuncio amable el hombre en terno, el cual se presento con ella como kibito-shin, un nombre curioso pero al menos a sabia quien era. Un poco apenada volvió a abrir la carta, no creyó que su gesto evidenciara su falta de dinero. Al final se pidió un plato entre la línea de lo barato y caro, no quería deberle tanto a ese hombre.
Kibito-shin pidió algo simple también, permitiendo al camarero preparar sus platillos. Una vez solos hubo un silencia algo abrumador, como se podía empezar una conversación entre los dos, no se conocían de nada y menos tenían algo pendiente. Lo cierto es que tenían a una persona de interés común: Dai.
- Perdone por traerlo aquí, no pensé que fuera un lugar costoso- se disculpo Amelia de repente, no sabia por que lo hacia pero algo debía hacer para romper el hielo imaginario que comenzaba a formarse en el ambiente.
- Oh, descuide. Puede sonar pretencioso pero, ya he venido aquí varias veces- comento tratando de sonar como un hombre acaudalado.
- Ya veo, muchas meseras atrás de mi saltaron cuando lo vieron entrar- volteo a penas la cabeza logrando ver a un grupito de chiquillas hablando entre ella mientras miraban la mesa donde ambos estaban sentados.
- ¿Enserio? No me di cuenta, no vaya a pensar que yo...
- No importa lo que yo crea- dijo Amelia de manera frontal, mirándolo de nuevo- Ya estamos aquí, empiece- señalo al mismo tiempo que agarraba el fino vaso para beber de el agua sin gas.
- Por supuesto- se agacho un momento para tomar de su maletín una carpeta gorda de hojas, las cuales puso a un costado de la mesa, procurando no tumbar los cubiertos que había. Sin embargo se detuvo un momento, había algo que no pregunto- Antes de enseñarle esto ¿Entrego el reporte al director del hospital?
- Aún no lo he hecho, surgieron un montón de cosas- explico calmada acomodándose un mechón que caía de su sien- Mañana a primera hora el director sabrá de la comedia que fraguaron ustedes dos; su cliente y usted- lo ultimo lo dijo un poco irritada.
- Por favor no lo vea de ese modo- suplico Kibito-shin- Lo que mi cliente esta haciendo es por recomendación mía.
- No se si quitarle lo sinvergüenza a su cliente, lo haga menos estafador- menciono burlona.
- Se ve muy mal esto, soy consiente de eso, pero era la única forma de asegurar su bienestar en lo que duraban las investigaciones en su contra- explico convencido- De un crimen que no cometió- dudo un momento en revelarle toda la verdad a la doctora, es decir, que tanto podía contarle no estaba seguro pero lo cierto es que ocultar algo sería perjudicial para su cliente. Sincerarse con ella era su única opción y la tomó- El señor Dai es inocente del crimen que le imputan.
ESTÁS LEYENDO
Psicótico
RandomTras las frías paredes de aquel hospital psiquiátrico, se encontraba él tentando a la suerte y una doctora novata encargada de atender su psicosis.