Acostado boca a bajo observaba las gotas brillosas que se deslizaban por su ventana. La tormenta había comenzado y pequeñas goteras se formaban en el desgastado techo pero Amelia fue más rápido y lo techo como pudo, asegurándose que su ambiente estuviera seco.
Un toque suave la despertó su adormecido cuerpo, pensó en ignorarlo pero la persona del otro lado insistió. Con pesadez se levanto para atender, encontrando a Job quien le entrego un sobre rojo.La cólera infernal que sintió al leer el mensaje la movió al banco del que vino, sin importar la lluvia, con su paraguas viejo fue hasta allí. No planeaba amedrentar o golpear a algún trabajador, se autoconvenció que venía por respuestas.
A la primer ventanilla se acerco para entender el significado de la notificación de embargó en la propiedad de su prima de no ser pagado el préstamo que adquiero hace un mes. El joven que la atendió tartamudeaba mucho, cosa que desespero un poco a Amelia, al final no pudo evitar indignarse, le grito un par de cosas. Se sentía frustrada pero no con el banco ni con el joven, se trataba de Maron.- No entiendo por que se la agarran conmigo, fue mi prima la que pidió el préstamo. ¡No pueden vaciar el departamento!
- Lo siento señorita, pero el inmueble es propiedad de la clienta, por lo que si no se hace el pago debemos proceder a cobrarlo de otra manera- trato de reflexionar con la exasperada mujer que llego hecha una furia al lugar.
- ¡Ladrones!- vocifero enajenada dejando el banco y a algunas personas asustadas, parecía capaz de derribar a cualquiera que se cruzara en su camino incluso el de seguridad ni se atrevió a mirarla de cerca.
Amelia estaba con la mente revuelta, no pudo estar tranquila luego de recibir tal noticia que de alguna forma termino por perjudicarla. El valor de los muebles con el del piso, de forma ajustada pagaba la deuda, con todo e intereses. Sin embargo, de ser embargada habría de empezar de cero como muchos pueblerinos que llegan a la capital. Conocía su urbanización y algo más de la ciudad pero no consideraba fuera suficiente para escoger un nuevo alojamiento. Amigos no hizo, el trabajo era su única rutina, alejarse del hospital podría aumentarle el costo de vida y el salario ya no le alcanzaría.
Llego a una banca en la vereda comercial, se puso a reflexionar en las medidas que habría de tomar de ser desalojada. Un momento pensó en Maron, maldecirla no tenía sentido por lo que se guardo varios dicterios dirigidos a ella.
Se levanto de la banca para irse a refugiar del aguacero cada vez más fuerte, el sonido que hacían las gotas al caer le fueron terapéutico pero no la humedad que producían.
Pequeños charcos acumulados en los desperfectos de las veredas fueron un entretenimiento para la cobriza que recordó un pasaje de su infancia, y una poco convencional.Entre todo lo estrambótico estaba Maron, su prima desde joven fue muy coqueta y enamoradiza, pero lo que se proponía lo obtenía. Eso fue lo único que copio, lo demás no le era pertinente imitar. ¿Dónde podría estar?¿Estará con alguien?¿Será que algún día volverá para aunque sea decir adiós? Se preguntaba al paso que hundía sus botas en los charcos de lodo.
Estando en bajo techo guardo el empanado paraguas, se quito las botas y fue a la cama a reposar y olvidar todo un momento. Soluciones inmediatas no había formulado, una a corto plazo tampoco se le ocurrió. Buscar a Maron era inútil y pagar ella la deuda era un tontería, todo ese dinero lo usaba para vivir.
Se mordió el labio por reflejo, recordando, lo acontecido con el señor Dai. Se ergio en su sitio de golpe, para después tirarse con violencia tomando su almohada entre sus brazos.De todo lo que había acontecido ese día, lo de su paciente fue lo que se quedo por más tiempo en su mente. No debería tener importancia ya que fue un accidente, aún así le fue difícil quitarse el rostro de Dai y la sensación poco descriptiva de ese choque entre sus bocas. No considero tal acto como un beso, acaso fue uno, no había forma de decir que había sucedido con sus fauces pero ciertamente fue algo muy incómodo.

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Psicótico
DiversosTras las frías paredes de aquel hospital psiquiátrico, se encontraba él tentando a la suerte y una doctora novata encargada de atender su psicosis.