9. Desdicha

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Eran casi las 8 am cuando el despertador de Amelia sonó logrando despertarla de su turbada pesadilla. Ayer le habían entregado la correspondencia de su prima pero no la había abierto ya que pensó era algo que no le concernía revisar, esa incertidumbre de hacerlo o no la dejo con una fuerte pesadilla, la cual se acabo al escuchar su despertador.

Se levanto de la cama con pesadez para asearse antes de ir al hospital, el trabajo era agotar sin embargo gracias a el no tendría que pasar por alguna penuria ya que el costo de su vida era muy bajo a comparación de otras personas. Desde pequeña Amelia reutilizaba las cosas que tenia en casa, con el fin de no gastar tanto tratando de reemplazarlas y eso le ayudo mucho para poder sobrevivir esos días antes de cobrar su primer sueldo.

Con una toalla en la cabeza fue a la sala encontrando los sobres en la mesita, parecía llevar una lucha por no abrirlos pero eso era muy tonto, que cosas podría ocultarle su prima. Con ese pensamiento en mente fue a buscar su navaja para abrirlos.

Si su prima llegaba a aparecer entonces se disculparía, excusa para darle no había, después de todo se desapareció sin dejarle un mensaje claro solo la penosa carta de sobre azul.

Paso la navaja al filo del sobre abriendo por fin sacando la carta que había en su interior, sus dedos estaban húmedos por el baño pero esperaba eso no arruinara las cartas. Una vez la tenia leyó su contenido encontrando que era un aviso de tardanza sobre un préstamo bancario. Cuando lo vio Amelia torció el entrecejo y dejo el sobre en la mesa, supuso lo demás eran avisos como el anterior y tenia razón, al parecer Maron tenia una deuda de unos 100 000 yenes.

Le vino un pensamiento a la cabeza luego de verlos, probablemente sin dinero y con poco tiempo esta huyo para que ella se hiciera cargo de la deuda, sonaba ridículo no obstante podía tener algo de sentido aunque, su prima acaso seria capaz de hacer todo eso, fue una duda que mantuvo todo el día.

Dejo los sobre ahí y se fue al hospital ya que se le hacia tarde, tenia pensado ir primero con el doctor Marlon pero cuando llego de nuevo le dijeron que no estaba. Un enfermero le dijo que se encontraba descansando en su casa debido a una jaqueca, Videl que estaba cerca termino por decir que le dio una fuerte resaca por eso faltaría. De todos en el lugar la más "frontal" era Videl, podía ser algo bueno y a la vez un poco cruel.

Sin más fue directo al pabellón P, las sesiones con Dai aún no habían acabado, además había sido presionado el director para enviar el diagnostico lo más antes posible al fiscal que estaba llevando el caso de su paciente, no había tiempo que perder.

Cuando llego no encontró a Erana, entonces fue con el moreno de la otra vez para pedirle que le abriera la puerta de su paciente. Este acepto y fue con ella, mientras iban por el corredor le vino algo a la mente.

- Es posible que yo tenga una llave del cuarto de mi paciente? creo que seria menos engorroso para ustedes acompañar cada vez que vengo.

- Lo siento doctora, pero las llaves solo pueden tenerlas los enfermeros y algunos del personal autorizado. Ustedes solo vienen algunas veces, perderlas es más fácil.

- ¿Es así?

- No se preocupe, nosotros nos encargamos. Escogimos este trabajo, lo menos que podemos hacer es echarle ganas- menciono cordial mientras sacaba la llave de su bolsillo, la cual estaba puesta en una cadena que no abandonaba la cintura del moreno. Cuando lo hizo Amelia pudo ver más de cerca la llave creyendo haber visto una igual antes, pero no entendía el por que de esa sensación.

- Disculpa ¿Cuál es tu nombre?

- Dave- respondió abriendo la puerta dejando entrar a la cobriza, en cuanto lo hizo se quedo quieta por un momento observando el escenario que tenia en frente.

PsicóticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora