25. Vínculo Emergente

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Siendo lunes, Amelia se levanto temprano para poner todos sus papeles en la carpeta estirada sobre la mesa. Ese empezaría con la terapia para su paciente, ya tenía un escenario más claro sobre su padecimiento por lo que comenzaría con el tratamiento para ayudarlo a desbloquear la memoria de lo sucedido esa noche con su prometida.
Creía que al recordarlo podría esclarecer muchos puntos sobre el crimen, de tal forma su estancia en el hospital se acortaría.

Ordenada su carpeta se dirigió al perchero tomando su saco, en las noticias meteorológicas se informo de fuertes ventiscas además del aumento de humedad. No le molestaba abrigarse sin embargo solía ser difícil moverse con tanta ropa encima. Con las botas puestas salió de la casa para ir a pie al nosocomio.
Las calles en su vecindario parecían ser del tipo versátil. Cada tienda que abría pasado un tiempo se terminaba cerrando o al revés, se instalaban en cedes en distintos puntos de la ciudad.
Seguía siendo una vista extraña para ella, en su pueblo todo parecía ser eterno, los mismos negocios y personas aunque se desarrollaba de forma constante, lenta, lo hacía aún así muchos se convencían de irse a la gran metrópolis. Su caso no fue distinto pero si sus motivaciones. Vivir en armonía con su única familia, parece que todo había resultado distinto. El cambio no la molesto lo suficiente pero si la desencanto de sus altas expectativas.

Llegar al nosocomio ya no era tarea difícil, caminar resulto ser muy terapéutico, por lo que pensaba hacerlo más seguido. Cuando entro no fue directo al pabellón P, debía darle un mensaje a Carol. Se trataba del cambio de enfermeras para su paciente, lo redacto en una carta formal ya que era una petición que habría de ser registrada. Vacilante se acerco a Carol para dárselo, no sabia si hacía lo correcto; confiaba en que Dai no le mentiría con algo así pero no tenía una prueba al respecto. Como probar la veracidad de lo que decía, fue una duda que estuvo con ella hasta finalizado el día.

Después de dejar la carta de fue al pabellón P, sus citas con el señor Dai no pasaban de los 35 minutos por lo que no había que atrasarse en el tiempo. El ambiente de los lunes era relativamente calmado, los pacientes apenas despertaban y lo primero que hacían era asearse, con ayuda de los enfermeros podían hacerlo en menos tiempo.
Las puertas del ascensor se abrieron y la primera persona que vio Amelia era a Erana, quien se hallaba sentada sobre la mesa de la administración leyendo un revista con mucha cautela, o eso pudo notar.

Se acerco amable a ella la cual elevo la mirada soltando la revista a un costado, parece que la había agarrado de imprevisto.

- Hola Amelia, que gusto verte. ¿Viniste por el señor Dai?- dijo amigable mostrando su característica sonrisa.

- Así es, tengo que hacer el segundo reporte- explico con un tono inusual en ella.

- Bien te llevo con él- se levantó del mostrador arrastro la revista hacia un cajón abierto- Por favor que sea nuestro secreto- formo un corazón con la manos tratando de conmover a Amelia.

- Claro- asintió titubeante.

Ambas caminaron hacia el cuarto de su paciente, a una prudente distancia Amelia se colocó siguiéndola por detrás. Algo atípico paso y es que no sentía a Erana como otras veces, no es que estuviera enojada o incomodada por como la había visto hace un rato, solo era un mal presentimiento que no dejo de irritarle el estómago insistente.
Se dijo a si misma que no había prueba para corroborar lo que dijo el señor Dai pero fue suficiente para hacer que dejara de verla como antes ¿Cómo una chica tan alegre serie capaz de acosar a un paciente? Se preguntaba mientras seguía el interminable camino a la habitación, por fin deteniéndose para ver como la rubia abría la puerta.

Esta le sonrió y termino por marcharse del lugar, apenas pudo despedirse porque fue algo breve de parte de la rubia.
No le dio mucha importancia al asunto, era algo muy trivial viéndolo desde otro aspecto.

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