15| Traitor

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Intenta encontrar su voz, intenta dejar de llorar, pero es imposible, así que, termina asintiendo con la cabeza. Tom esboza una hermosa sonrisa, sincera como nunca antes. Se pone de pie y rodea su cuerpo con ambos brazos, mientras ella se escabulle entre su pecho y se aferra a él como si tuviera miedo de que esto se trate solo de un buen sueño.

Artemisa aspira su aroma, se dedica a sentir la calidez de su cuerpo sobre el suyo y por un instante nada más importa. Entonces, se aparta un poco para observar sus ojos marrones, los cuales lucen relucientes bajo la luz de la luna. Se pregunta qué habría sucedido si su madre nunca hubiera conocido a Gregory. ¿En este preciso momento estaría junto a Tom? ¿Selene existiría? No tiene la respuesta a esas preguntas, pero algo dentro suyo dice que sí, que de alguna u otra forma sus caminos coincidirían en tiempo y espacio, que el universo los volvería a juntar. Y tal vez y solo tal vez, su amor existiría sin importar qué.

Si alguien le habría dicho tiempo atrás cuando estaba cegada por el odio y la venganza que terminaría comprometida con el hombre al que quería destruir, le habría disparado sin dudar directo a la cabeza. Tom la llevaba al límite, disfrutaba verla luchar por su vida y a ella le fascinaba de cierta forma, creía que estaba enfermándose, pero en realidad era todo lo contrario. Tiempo después se dio cuenta que ambos teníamos más cosas en común de las que pensaba. Disfrutan el peligro, la adrenalina, vivir al límite para ellos es... extraordinariamente caótico.

La vida se había encargado de juntarlos una vez más, sin importar que juntos sean una bomba de tiempo, así que ¿por qué a ella tendría que importarle aquello? Desea ser feliz y su felicidad está al lado de Tom y de su pequeña hija. Intentó convencerse de que estarían mejor lejos de él, que solo les haría daño estar juntos e intentar reparar su relación era una mala idea, pero lo cierto es que tenerlo cerca le demostró que nunca habría podido ser completamente feliz sin tenerlo a su lado.

Tom acuna su rostro entre sus manos y Artemisa no puede evitar sonreír. Su corazón late como loco y lo que siente por él no cabe en su pecho, va mucho más allá que cualquier otro sentimiento que haya experimentado antes de conocerlo.

—Te amo —admite, posicionando sus manos sobre las suyas. Él ríe un poco.

—¿No que no?

Rueda los ojos, dándole un ligero golpe en el brazo.

—Creo que me retractaré de aceptar tu propuest...

—No, no hay vuelta atrás —la interrumpe rápidamente, rozando sus labios. Ella cierra los ojos, mientras su cuerpo se estremece al sentir lo suaves que son—. Te casarás conmigo quieras o no.

—Pensé que en esta relación existía la democracia.

—No cuando se trata de que seas mi esposa.

Artemisa sonríe.

—¿Seré tu esposa?

—Serás la señora Kaulitz —Ella ríe por lo bajo, envolviendo los brazos alrededor de su cuello y cuando vuelve a abrir los ojos, se da cuenta que no podría estar más enamorada de Tom. ¿O sí? Después de todo, el tiempo que pasan juntos solo sirve para incrementar con más intensidad lo que sienten el uno por el otro—. Siempre serás mía, diosa griega.

—Y tú mío.

Los labios de Tom atrapan los suyos, guiándolos hasta llegar a un beso brusco, como lo son siempre que están a solas. Sus grandes manos viajan hasta clavarse sobre sus caderas, deslizándose para estrujar su trasero a su antojo. Ella jadea sobre su boca, al tiempo en que su espalda impacta contra la pared continua. Artemisa se sujeta a sus hombros, mientras los labios del gemelo reparten besos húmedos en su cuello y sus manos se deshacen de su falda con facilidad.

Darkness feel like homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora